Habitar este lado de la cordillera en estas horas constituye una suma de sensaciones intensas y al mismo tiempo contradictorias.

Por un lado es imposible no conmoverse frente a las expresiones del pueblo recordando a Salvador Allende, a Víctor Jara, y a todos aquellos que sufrieron la cruel represión de una dictadura que duró hasta los 90. Canciones, baile, arte callejero, dignidad hecha movilización, hacen que a uno se le humedezcan los ojos, y pueda comprender desde la piel la huella que dejó en la historia de Chile el gobierno de la Unidad Popular, el cual aquí muchos nombran como «el mejor gobierno de la historia».

Junto con esta sensación de emoción habita también la rabia y la perplejidad frente a una represión brutal por parte de carabineros a la movilización popular.

Todos los 10 de septiembre, organizaciones y organismos de derechos humanos se movilizan al mausoleo de Salvador Allende para homenajearlo, este año las fuerzas de seguridad del estado impusieron la necesidad de estar acreditado para poder marchar, esto género la incomprensible situación de que hubiera dos tipos de manifestantes por un lado «los legales», vinculados al oficialismo, y por el otro «los ilegales» quienes al no tener la identificacion entregada por el gobierno estaban impedidos de participar.

Contra estos últimos se desató una represión brutal por parte de carabineros, dejando imágenes terribles e inadmisibles, como el ingreso de tanquetas al cementerio para perseguir manifestantes, llegando incluso hasta los alrededores de la tumba de Allende.

En la ciudad de Santiago hoy cerca de 200 delegados internacionales fueron invitados por el alcalde Daniel Jadue para ser parte de la cumbre internacional por los derechos humanos, evento que se transformó en el ámbito de reflexión más potente en estas jornadas de memoria a 50 años del golpe.

Por otro lado, las convocatorias del gobierno nacional no tuvieron mucha claridad y parece que se reducirán a actos protocolares con funcionarios invitados pero sin poder lograr centralidad o síntesis de esta fecha tan importante.

Esto último tiene que ver con las tensiones propias de la política local, en la cual una porción importante de la base social que llevo al gobierno a Gabriel Boric le reclama mayor compromiso con las reivindicaciones populares.

Mientras sectores de la derecha reivindican al asesino y cobarde de Pinochet, el gobierno de Boric parece no ser capaz de establecer un puente con la memoria popular, lo cual hace que aquí en Santiago haya dos líneas, por un lado «los actos oficiales», y por el otro una creativa agenda de memoria popular, impulsada por sectores que hoy no se sienten contenidos por las actividades propuestas por el gobierno.

Miles y miles están hoy en las calles recordando a Salvador Allende, haciendo memoria pero también reclamando que el gobierno de Boric se haga cargo de ese bagaje histórico y lleve adelante medidas y acciones que encarnen el espíritu del programa de gobierno de la Unidad Popular.