Felix Ruiz Sánchez  llegó como exiliado a Brasil y se sumó a la construcción del PT, militó en sus filas y ocupó cargos como la coordinación del presupuesto participativo de São Paulo. Es argentino, vivió en Paraguay y ahora lo hace en Brasil. Es sociólogo y comunicador; especialista en políticas participativas con prestigio internacional. Asesora movimientos populares y participa de frentes de lucha ambiental y de combate al calentamiento climático. Participó de los equipos de campaña de Dilma Rousseff en 2014 y en la misma noche de la reelección de la ex mandataria tuvo la oportunidad de comentar a Tiempo que había un Golpe en marcha que se consumó en 2016.

– Entonces te referías a que Aecio Neves iba a desconocer las elecciones. ¿Ahora puede suceder lo mismo?

-Vivimos una situación muy delicada, porque Aécio Neves, en la elección que estás recordando, ocho años atrás, transformó la negación de los resultados en una pieza clave para desestabilizar el gobierno de Dilma. A partir de eso creció todo el movimiento que llevó al Impeachment. Es la historia triste que preparó el camino de Jair Bolsonaro, quien era un sujeto ridiculizado siempre, un diputado que no había aprobado proyecto alguno, un personaje inexistente políticamente que termina presidente.

-Un desconocimiento que afecta la gobernabilidad

-El tema de la gobernabilidad es central, pero desde mi visión política, entiendo que no depende solo de los acuerdos que se hagan hacia el centro, sino también de los valores.

-¿Cómo ves este balotaje?

-En algunas encuestas Lula aparece con el 55% contra el 45% de Bolsonaro. Aunque estos números están en discusión por la crisis de los institutos y consultoras porque poco le acertaron a los resultados del primer turno, especialmente en San Pablo. Lo que se veía en sectores más conservadores de la opinión pública hizo que una parte, por miedo a Lula y al PT, se volcara ya en la primera vuelta a votar por Bolsonaro. Hizo que Lula no ganase como parecía que iba a suceder.

-¿Ahora podrá ganar la elección?

-Lo importante, y es con ese espíritu con el que trabajamos en la campaña, es intentar hacer que Lula consiga tener no sólo un triunfo electoral, sino una victoria política. O sea, una victoria que pueda hacer que la derrota de Bolsonaro sea una recuperación de la legitimidad para un cambio de rumbo político y una percepción por parte de la población de una percepción de la importancia de una restitución de valores democráticos esenciales que fueron atropellados por este gobierno, y que, por ejemplo, promovió un genocidio de la población indígena que fue sacrificada por falta de vacunas. El tema del COVID golpeó muchísimo en Brasil. Esa percepción aflora en forma muy contundente. El resultado de la votación del primer turno lo evidencia.

-¿Y cómo se recupera esa legitimidad?

-Ofreciendo una forma de organización de la política y de la democracia con protagonismo social y popular, con reconocimiento de los sectores más golpeados por esta ola, que es producto de toda esta generación que dió el Golpe y estableció el gobierno de Michel Temer y abrió el proceso para Bolsonaro. Un período que significó una reafirmación de un ultraliberalismo que transformó el neoliberalismo del pasado, el de Fernando Henríque Cardoso y el Plan Real, por una precarización profunda y la mercantilización de las relaciones sociales como regla fundamental. Supone la reconstitución y revalorización de instituciones estatales. Es el riesgo que enfrentamos para un nuevo gobierno: una posible victoria de Bolsonaro podría significar un desastre mucho mayor al de los últimos cuatro años.

-Requiere más consensos.

-De hecho, el llamado de Cardoso a votar a Lula lo es. Hay un proceso de unificación de un Frente Político democrático frente a lo que significa esta experiencia de la extrema derecha. En tal sentido, estamos impulsando una convocatoria en el parlamento para el 15 de noviembre, para comenzar una discusión sobre el Presupuesto Participativo Nacional. Lula lo lanzó como contraposición al Presupuesto Secreto de Bolsonaro. Qué diseño tiene eso aún no lo sabemos. Las experiencias son de escala local, de gobiernos estaduales y municipales. Es una tarea muy nueva.

-¿El desafío es el voto de San Pablo?

-El centro y sur de Brasil, que es la parte más dinámica económicamente, donde creció mucho el agronegocio y la industrialización, ahora pasa por una crisis histórica muy grande, que provocó el aumento fuerte de la precarización de los trabajadores, que se volcaron más a la actividad de servicios que a la productiva. Se perdió el sentido de conciencia y solidaridad colectiva: prevalece la idea de que todos podemos ser un emprendedor, podés hacerte de tu empresa en una reafirmación de valores bien competitivo, egoísta. Eso creció mucho. Hace que la campaña de Lula se contraponga profundamente a esos valores con el rescate de valores más democráticos, más amplios.

-Pasar de individuo a ciudadano…

-Y afianzar la necesidad de la democracia participativa, diseñada como la construcción de relaciones políticas de nuevo tipo, capaces de sostener un gobierno popular y democrático en Brasil.  «