La primera ministra británica, Theresa May, se reunió este miércoles con el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, en busca de un consenso que evite a Reino Unido salir de forma brutal de la Unión Europea la próxima semana.

«Creo que ambos queremos conseguir salir de la UE con un acuerdo, creo que queremos proteger los puestos de trabajo, creo que ambos queremos asegurarnos de poner fin a la libre circulación» de trabajadores europeos, afirmó May antes del encuentro. «Lo que queremos hacer ahora es encontrar una forma de avanzar que pueda obtener el apoyo de la Cámara» de los Comunes, agregó. Sin argumentos para convencer a los más recalcitrantes euroescépticos dentro de su Partido Conservador, May optó finalmente por tender la mano a su enemigo jurado, una decisión que fue muy mal recibida por una parte de su formación.

Mientras tanto, una menos confiada Europa y llegó a la conclusión de que las consecuencias de un Brexit sin acuerdo serían «considerables» en la circulación de mercancías y de turistas entre la Unión Europea y Reino Unido, según la Comisión Europea, que presentó este miércoles sus planes de contingencia.

La principal incertidumbre se cierne sobre la isla de Irlanda, donde Londres y Bruselas buscan evitar la reintroducción de una frontera física entre la Repúublica de Irlanda, país de la UE, y la provincia británica de Irlanda del Norte.

Si Reino Unido se marcha sin un acuerdo el 12 de abril, «se convertiría en un tercer país de un día al otro», explicó el comisario europeo de Asuntos Financieros, Pierre Moscovici, para quien sería un cambio jurídico «radical».

«Sin acuerdo de salida, la actividad de miles de empresas europeas y, en una menor medida de los viajeros, se vería perturbada por la reintroducción de controles de aduanas y las nuevas formalidades fiscales», aseguró.

– Controles –

Las mercancías que circulan ahora libremente entre las Islas Británicas y el continente deberán ser de nuevo objeto de controles en las fronteras. La tarea se anuncia ingente, máxime cuando siete de los 10 principales socios económicos de Reino Unido en el mundo pertenecen a la UE.

Más de cuatro millones de vehículos circulan cada año entre el puerto británico de Dover y el galo de Calais, es decir 11.000 diarios a través del Eurotunnel y de los transbordadores.

Las aduanas no controlarán todas las mercancías británicas, pero «no hay que descartar filas de espera a la salida del Eurotunnel y en los puertos», advirtió Moscovici.

«Prefiero controles rigurosos y algunas filas de camiones a una crisis sanitaria o un tráfico ilegal», precisó el responsable francés.

– Formalidades –

Las empresas europeas que hagan negocios con Reino Unido deberán cumplir formalidades aduaneras. Según Moscovici, algunos países estiman que el número de declaraciones sobre exportaciones o importaciones aumentarán entre un 40% y un 50%.

«El nivel de preparación de las empresas es fundamental y, lamentablemente, todavía sigue siendo una fuente de inquietud», precisó.

Para el comisario, «la fluidez de los flujos comerciales dependerá en gran parte de la cuestión de saber si prepararon la buena documentación».

– Aranceles –

Reino Unido estará sujeto a los aranceles clásicos en virtud de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), como cualquier país que comercia con la UE sin acuerdo comercial específico.

Esto tendrá consecuencias para la tesorería de las empresas europeas que importen productos británicos, ya que tendrán que pagar esos derechos de aduana.

– Viajeros –

Las maletas en los viajes procedentes de Reino Unido también serán objeto de controles en las aduanas. Y el transporte de algunos productos, especialmente los de origen animal como el queso, estarán prohibidos por motivos sanitarios.

«Esto afecta únicamente a los viajeros», apunta un alto funcionario europeo. Reino Unido debería formar parte de hecho de los países que pueden exportar estos productos en el marco de una relación comercial.

El transporte de dinero líquido estará limitado a 10.000 euros.

– Irlanda –

Londres y Bruselas deberán buscar cómo evitar la reintroducción de una frontera física en la isla de Irlanda, al tiempo que realizan los controles obligatorios.

Estos deberán realizarse de la «manera menos perturbadora posible y, en la medida de lo posible, lejos de la frontera», explicó Moscovici sin dar más detalles.

«Trabajamos estrecha e intensamente con Irlanda par encontrar un solución», agregó