Si Daniel Angelici oficializa la renuncia a la Secretaría General, habrá dejado, como una serpiente, el huevo incubado en la Asociación del Fútbol Argentino, la pieza judicial del gobierno nacional para la intervención de la pelota. La Inspección General de Justicia (IGJ), dependiente del Poder Ejecutivo y con potestad para regular a las asociaciones civiles, se entrometió esta semana de lleno en la AFA por «irregularidades administrativas y económicas»: resolvió suspender las elecciones del 30 de junio, designar a dos nuevos veedores, que se suman a los tres que ya había designado la jueza María Servini de Cubría por los destinos del dinero del Fútbol para Todos, a un emisario de la FIFA, y a otro de la Conmebol. La AFA apeló y ratificó los comicios. Desde Estados Unidos, donde la Selección juega la Copa América, el presidente Luis Segura puso su renuncia a disposición. Los sectores opositores a los dirigentes pro Superliga, un nuevo modelo económico de torneo que, especulan, deparará 2800 millones de pesos sólo en concepto de televisación – y que tiene como fin último la creación de clubes sociedades anónimas-, le apuntaron, en cambio, a un hombre: Daniel Angelici, el presidente de Boca que cada vez amasa –y acumula– más poder de decisión en el gobierno nacional.

Sergio Brodsky, el titular de la IGJ, es un viejo conocido del Tano. Angelici lo comenzó a tratar con el retorno a la democracia, en 1983, cuando se sumó a la Juventud Radical mientras estudiaba abogacía. Brodsky militaba en Franja Morada, la agrupación radical que reorganizó la universidad y, en particular, en la que Angelici entabló relación con su mentor, Enrique «Coti» Nosiglia, un experto ecuménico de la operación política y el tráfico de influencias. En la Facultad de Derecho también congenió con Darío Richarte, ex vicerrector de la Universidad de Buenos Aires y, desde diciembre, vicepresidente tercero de Boca. Brodsky, abogado especialista en sociedades comerciales con pasado como subsecretario académico de la UBA, se apresuró en aclarar: «No es una intervención. Las autoridades siguen en sus cargos. Le tienen que facilitar toda la información a los veedores en el plazo de 90 días.» Daniel Ferreiro, vice primero de Nueva Chicago y aliado de Hugo Moyano, presidente de Independiente y candidato a presidir la AFA, había atacado horas antes con munición gruesa en un raid radial: «La decisión de intervenir la AFA es de Daniel Angelici. Esto es un golpe de Estado para que el reparto sea beneficioso para unos pocos, como hace 40 años. Angelici es un operador judicial del gobierno y mandó al señor Brodsky.»

Sergio Brodsky, titular de la IGJ, conoce a Angelici desde sus años como militante radical. Y tiene vínculos con Darío Richarte, vice de Boca.

Brodsky habló en el canal TyC Sports. La cobertura personal y el impulso de la Superliga desde los medios es un flanco que Angelici tampoco descuida. Además de otorgarle la concesión del Museo de la Pasión Boquense a la productora Torneos, hay otro puente que resulta clave: Augusto Di Giovanni, vice del Departamento de Marketing de Boca y dueño del Balneario 12 de Mar del Plata, le entrega todos los veranos el parador a TyC Sports, propiedad de Torneos y Clarín, para que el canal monte allí su programación. Di Giovanni compartió, más de una vez, la popular con Rafael Di Zeo. En la dirigencia lo marcan como el nexo con el líder de la barra brava. Fue en el Balneario 12, el 22 de enero, que Segura y Matías Lammens, presidente de San Lorenzo y un aliado en el avance por la Superliga, se sentaron a la mesa de Angelici. El presidente Mauricio Macri ya había nombrado a Brodsky en la IGJ. En diciembre, en las elecciones de la AFA que terminaron empatadas 38-38 con 75 votantes, el Tano había apoyado públicamente a Segura. No era el momento de acercarse a Marcelo Tinelli, el otro candidato. Había que resolver primero las elecciones en Boca y el vicepresidente de San Lorenzo espantaba voluntades en las urnas.

Ahora Tinelli bajó su candidatura a presidente de la AFA. Pretende ser la cabeza de la Superliga. Angelici, entonces, acelera el ingreso de las empresas privadas como administradoras de los clubes al fútbol argentino, un anhelo de Macri cuando era presidente de Boca. El Tano acompañó el 16 de mayo al abogado español Javier Tebas al predio de la AFA en Ezeiza. Les contó a los dirigentes argentinos las bondades de la Superliga, una posible asociación de clubes para que comercialice los torneos de Primera y B Nacional. Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional y, de joven, militante del partido franquista Nueva Fuerza, omitió en su alocución la tarea como asesor de patrones que quebraron clubes –medió con el empresario argentino Daniel Grinbank en Leganés y con Tinelli en Badajoz, casos testigos– y evitó contar que once de los últimos 12 títulos los ganaron Real Madrid y Barcelona, que en su pico máximo llegaron a quedarse casi con la mitad del dinero de la TV, lo que situó a la liga española como la más desigual del mundo entre las competiciones de elite. De ahí el desacuerdo de Ascenso Unido, otro sector de dirigentes de las categorías menores que lidera Claudio «Chiqui» Tapia, presidente de Barracas Central y yerno de Moyano. Tebas, a través de su hijo Javier Tebas Llanas, apoderado de Skelton Enterprise SL, empresa de marketing deportivo, cuenta con Boca y San Lorenzo entre sus clientes. Ese día en el predio de Ezeiza, después de la cátedra de Tebas, los impulsores de la Superliga habían acordaron que el 2 junio la aprobaban en una Asamblea Extraordinaria de la AFA.

No pudieron. Angelici sí logró tener a su lado a Rodolfo D’Onofrio y Víctor Blanco, presidentes de River y Racing, quienes también adelantaron sus renuncias al Comité Ejecutivo de la AFA, como Lammens. A mediados de mayo, Angelici, Lammens y D’Onofrio amagaron con la dimisión en masa y recularon. Horas más tarde, y ante otro intento frustrado de una asamblea para votar el 9 junio la Superliga, Angelici les retrucó a los dirigentes cercanos a Moyano-Tapia: «Se va a jugar con 14 equipos o con los que estén. Fíjense. La Superliga se hace sí o sí. No creo en el consenso. A lo mejor es hora de dividir…» La intromisión de la IGJ en la AFA se decidió luego de que el gobierno tanteara a Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, siempre con amenazas de sanciones a mano si la política nacional se mete en la política del fútbol. El encargado de viajar a Suiza para reunirse con Infantino fue Fernando Martín, director del Fútbol para Todos, aquel gerenciador de Racing con Blanquiceleste SA y amigo de Macri. En la escalada de poder, Angelici, un ministro de Gobierno sin cartera, a veces se impone ante Macri. Cuando Boca se quedó sin entrenador, en la Casa Rosada pujaban por Martín Palermo. Fue, al final, Guillermo Barros Schelotto, el elegido del Tano. Otro jueves, el día en que suelen juntarse a comer, Macri le pidió a Angelici que se haga cargo de la AFA, atomizada después de la muerte de Julio Grondona. Porque cuando la serpiente saca la lengua, se bifurca en dos. «