El golpe al salario, que ha derivado en una caída de su poder de compra de entre el 6% y el 15%, ha derivado en una clara caída del consumo de alimentos y bebidas. Y, como contrapartida, subieron tanto la producción como el consumo de yerba mate. Para algunos economistas, esta es la señal de que el mate cocido está ocupando un lugar cada vez más preponderante en las mesas populares argentinas.

Según un trabajo del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), la producción de alimentos y bebidas registró en octubre pasado una importante caída, del 3,5% respecto del mismo mes de 2015.

El informe señaló que este descenso se debió principalmente a la caída en la producción de lácteos, del orden del 13,8% interanual. El Ceso destacó que entre los otros sectores en los que cayó la producción se encontraba el de carnes rojas (con una baja del 2,1% en el año comprendido entre octubre de 2015 y el mismo mes de este año), además del de carnes blancas (-1,5%) y el de las bebidas (-2,5 por ciento).

«En contraste, la producción de yerba, mate y té se incrementó un 2%y la de azúcar un 0,6%», aseguró el trabajo.

En la mirada del Ceso, que dirige el economista Andrés Asiain, «esta dinámica de los sectores productivos muestra el marcado deterioro de los ingresos de los más humildes, cuyo ingreso per cápita familiar o del hogar (IPCF) descendió un 10% en términos reales y su ingreso real por ocupación principal (IOP) un 20 por ciento».

Así las cosas, «la consecuencia del deterioro en los ingresos de los hogares más humildes es que el mate cocido vuelve a ocupar sus mesas a la hora de las comidas».

Este cambio en el hábito no responde a una «pauta cultural» sino a que las condiciones de los sectores de ingresos más bajos empeoraron a lo largo de este año. Entre el segundo trimestre de 2015 y el mismo período de 2016, la desigualdad medida por Gini se incrementó entre un 4% y un 8 por ciento. La variación depende de cómo se mida el ingreso, si se toma el ingreso per cápita familiar (IPCF) o el ingreso por ocupación principal (IOP), respectivamente.

Desde otros sectores se admite este cambio en la pauta de consumo de los hogares más pobres argentinos. Así, el Indecom, un centro de estudios de consumo masivo, indicó que ha verificado un incremento en la venta tanto de mate cocido como de yerba mate, al igual que de azúcar. Este fenómeno se produce al mismo tiempo que Indecom verifica un descenso de las ventas de alimentos y bebidas de consumo masivo, como lácteos, huevos, cereales, fideos y arroz.

Según el Ceso, entre el segundo trimestre de 2015 y el mismo período de este año, el indicador de Bienestar de Sen (por Amartya Sen, el economista indio que elaboró un indicador propio sobre el bienestar de la población) retrocedió un 1%. Pero el Ceso advirtió que esa moderada caída se debe al poco realista incremento real en el ingreso per cápita familiar promedio de los hogares informado por la Encuesta Permanente de Hogares del Indec.

Con respecto a la relación de los ingresos entre el 10% de la población que más gana y el 10% que menos gana, la desigualdad se incrementó un 16% medido en ingreso per cápita familiar y hasta un 24% si la medición se hace en función del ingreso de la ocupación principal.

El IPCF del 10% de mayor ingreso pasó de representar 16,3 veces los ingresos del 10% más humilde en 2015, a representar 19 veces en 2016. Por su parte, el IOP del decil 10 pasó de representar 16,8 veces el IOP del decil 1 en 2015, a 20,9 veces en 2016.

Visto desde la industria, esta caída del poder adquisitivo de los sectores populares se traduce en menor producción y menores ventas. Según la Copal, organización patronal que agrupa a la industria alimenticia, en octubre pasado la producción de alimentos y bebidas cayó un 5,3% en septiembre respecto del mismo mes de 2015. Y en el acumulado de los primeros nueve meses cayó un 2,6 por ciento. «