El peronismo bonaerense se prepara para definir la primera fase de su arquitectura legal para los comicios legislativos. El plazo para inscribir coaliciones y frentes vence este miércoles. No queda mucho tiempo. Los dirigentes con experiencia en estos oficios coinciden en que la primera disyuntiva tendrá que estar saldada mañana o, a más tardar, el martes. Como se da por descontado que será imposible conformar una lista única con el sector que encabeza Florencio Randazzo, el escenario se limita a dos opciones. La primera sería que haya PASO en un frente electoral que contenga al PJ como eje articulador. En ese caso, la candidata del kirchnerismo podría ser Cristina o, si se mantiene en su intención de no competir internamente con un excolaborador, otro nombre del mismo espacio. La segunda alternativa, que por ahora parece la más factible, sería conformar un nuevo frente electoral y que el PJ bonaerense no lo integre. Si eso sucediera, Cristina y Randazzo se presentarían en listas autónomas, tanto en las primarias como en las generales.

Algunos intendentes que acompañan a CFK advierten que si el frente electoral del kirchnerismo no contiene al PJ no se podría impedir que el exministro, que presentó avales para participar internamente, exija que se le otorgue el sello partidario, por lo que su boleta exhibiría el logo del PJ y los rostros de Perón y Evita.

Este escenario, el de una lista peronista «oficial», que cargaría con la simbología histórica, y el de otra, frentista, con participación protagónica del peronismo, pero sin identificación orgánica visible, no es novedoso para el kirchnerismo. En 2005, cuando Eduardo Duhalde controlaba el aparato partidario del peronismo bonaerense, Néstor Kirchner y Cristina Fernández se lanzaron al ruedo con la candidatura a senadora de CFK. Duhalde los enfrentó con su esposa, Hilda «Chiche» González. A pesar de lo que dijo hace unos días el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quien puso como antecedente aquella elección, en la que, según él, el PJ se habría mantenido «prescindente», lo cierto es que en 2005 sí se pronunció. Lo hizo por Chiche.

Por esa razón, en aquellos comicios, Cristina compitió con una boleta del Frente para la Victoria (lista 501). Llevaba como única imagen el logo del FpV y una bandera argentina con un sol en el medio. Por el contrario, la boleta de Chiche (identificada como la lista 505), que perdió la elección, exhibía en su parte superior los rostros de Perón, de Eva, y el emblemático escudo justicialista. El apoderado legal de esta lista, como abogado histórico del peronismo, fue Jorge Landau, que hoy reviste el mismo cargo. El apoderado de la lista de CFK, también diputado, y un pionero del kirchnerismo bonaerense, era Carlos «Cuto» Moreno.

Este antecedente reactualiza el debate en torno a la potencia electoral de la simbología partidaria y de las ventajas que aporta, o no, competir con la bendición «orgánica» del partido. Otro ejemplo de que el peronismo es mucho más que su herramienta electoral, aunque tampoco pueda desdeñarse completamente la importancia del ‘sello’. «