En la última encuesta de la consultora Dicen, dirigida por el politólogo Hilario Moreno, que cerró días atrás y midió el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), Cristina Fernández le saca 10 puntos de diferencia (40% a 30%) al presidente Mauricio Macri, en intención de voto para la primera vuelta de octubre de este año. Cabe aclarar que el AMBA es en un 70% el Conurbano bonaerense. Allí la expresidenta tiene uno de sus principales bastiones de respaldo. Sin embargo, la última encuesta a nivel nacional de la misma consultora, menos reciente, tiene a CFK ganando en la primera vuelta, 34% contra 30% del presidente. El dato coincide con la medición que hizo en enero Ricardo Rouvier, también  a nivel nacional. Los valores de primera vuelta le dieron una victoria de Cristina por tres puntos, 32,4 contra 29,2 de Macri.

Hay sondeos, que los encuestadores no quieren siquiera que se mencionen en off the record, que circulan por las empresas del establishment y los fondos de inversión, que corroboran las cifras nacionales que se mencionaron más arriba.

La mayoría de los análisis político-electorales de los últimos tiempos circulan siempre alrededor de los escenarios de balotaje. Es cierto que ahí se define, según los sondeos que hay ahora, el próximo mandatario. El resultado de octubre suele ser presentado como un mero trámite, la escala de un vuelo rumbo a su destino. Sin embargo, para entender el proceso político y especialmente el movimiento de los planetas en la galaxia peronista hay que mirar más las cifras de primera vuelta.

A la hora de desglosar esos números de todo el país, el dato político para remarcar es que CFK tiene un gran respaldo, además de en la provincia de Buenos Aires, en los terruños gobernados por el peronismo, con la excepción de Córdoba, que no le es tan amigable. Lo dijo el propio dirigente radical tucumano José Cano, a quien Macri  le regaló el envase vacío del Plan Belgrano: «En Tucumán Cristina mide arriba de 40 y Macri cerca de 30». No es de extrañar, entonces, el cambio de postura del gobernador Juan Manzur. Se ha transformado en uno de los principales impulsores de la unidad justicialista, luego de haber realizado en su provincia, meses atrás, el acto de lanzamiento de Alternativa Federal, con el irreductible Miguel Pichetto en primera fila. Una situación similar se da en las otras provincias del norte y en varias del sur.

En territorio bonaerense el panorama no es muy distinto. Este diario contó en su número anterior que varios –de los pocos– intendentes bonaerenses que todavía responden a Sergio Massa lo están presionando para que cierre con el kirchnerismo. El que lleva la voz cantante, paradojas de la vida, es nada más y nada menos que el  sustituto en su terruño, el jefe comunal de Tigre, Julio Zamora.

No será el amor. Son los votos. En esta suerte de guerra fría de la interna peronista, no es sólo el arrastre que la expresidenta tiene en esos distritos lo que empuja los pedidos de unidad sino el costo que puede implicar competir contra su espacio político, el daño que provoca no cerrar un acuerdo.

La primera vuelta es clave para el peronismo territorial. Los gobernadores pueden garantizar sus reelecciones desdoblando la contienda provincial de la nacional. Pero para poder meter una cuota de diputados que les respondan, tan necesarios para negociar después con el presidente, gane quien gane, precisan un armado nacional que haga una buena elección en sus provincias. No debería sorprender a nadie que en la cumbre de Alternativa Federal en Mar del Plata sobraran las caras largas y faltaran gobernadores. De aquel arranque potente con más de una docena de mandatarios bajaron a cuatro y sigue el goteo.

La unidad justicialista, que en este idioma se traduce en no enfrentar a Cristina, más allá de quien sea finalmente el candidato, es una necesidad de los mandatarios provinciales.  

La paradoja

La paradoja en todo esto es la misma desde hace varios meses. Las chances de victoria de CFK en primera vuelta aparecen en general muy potentes pero se vuelve más vidriosas en los escenarios de balotaje, aunque el sondeo de Dicen también la muestra triunfando en esa instancia. Este elemento es el único que le ha quedado en las alforjas, por ahora, a Alternativa Federal. Ninguno supera los 10 puntos, pero sostienen que en la contienda final tienen más posibilidades de reunir a todos los que quieren votar en contra de Macri, que ciertamente son más que los que quieren votar a favor de Cristina.

El dato puede ser real. Pero hay muchas dificultades en el armado. Roberto Lavagna, que semanas atrás apareció como un posible motor, capaz de aglutinar al heterogéneo campo de votantes que no quieren optar entre Cambiemos y la expresidenta, tiene su talón de Aquiles: no acepta competir en una primaria. Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey sabían perfectamente de la pretensión del exministro, presentarse como el mesías de la avenida del medio. Por eso salieron rápidamente, y juntos, a decir que no declinarían sus pretensiones presidenciales.

Eso postergó hasta junio la decisión de Lavagna, algo que ya complica su instalación. Es un candidato que necesita una campaña larga. Hay muchos votantes jóvenes que no lo recuerdan, o no vieron siquiera su paso manejando la economía de la Argentina cuando estaba en crisis terminal.

Todo indica que nada quedará claro antes de junio. «

Macri: 65% de mala imagen

Otro dato que circuló esta semana, en la encuesta de la consultora Poliarquía, que tiene afinidad con el gobierno, fue el testeo de la aprobación de la gestión. Es un dato que hace varios meses viene dándole malos resultados al oficialismo. Sin embargo, el de enero pasado está entre los más bajos de la serie.

Para Poliarquía, el 65% de la población desaprueba la gestión del presidente Mauricio Macri. Sólo un 34%, núcleo duro nada despreciable, tomando en cuenta la situación, apoya el accionar del gobierno nacional. Otra pregunta del sondeo fue: «¿Cuál de estas tres frases usted comparte más?: el gobierno no sabe resolver los problemas del país; sabe cómo resolverlos pero necesita tiempo; o los está resolviendo». Un 58% respondió que no sabe resolverlos; 35% que sabe pero necesita tiempo; y un 9% que sí los está resolviendo.