Desde La Pedrera, Villa Mercedes, San Luis.

El clima social que recorre buena parte del país –la demanda de construir una alternativa opositora que sea competitiva y que pueda ganarle a Cambiemos- encontró su expresión en el Encuentro de la Militancia Nacional que se realiza en esta ciudad. “Hay 2019”, es la consigna central de la convocatoria que hizo posible que miles de simpatizantes del peronismo, y también dirigentes, llegaran hasta la provincia puntana bajo una ola de calor cercana a los 30 grados. La apertura de las actividades consistió en un acto realizado en el estadio cubierto ARENA, que en general se utiliza para peleas de boxeo.

Anfitrión en su terruño, el gobernador Alberto Rodríguez Saá se encargó de abrir la jornada. A su alrededor lo escuchaban el presidente del PJ a nivel nacional, el diputado y ex gobernador sanjuanino José Luis Gioja; los gremialistas Hugo Moyano y Hugo Yasky; el intendente de Resistencia Jorge Capitanich; el jefe del bloque del FpV-PJ en la Cámara Baja, Agustín Rossi; el economista y también diputado Axel Kicillof; el titular del PJ bonaerense, Gustavo “Tano” Menéndez, entre muchas otras caras conocidas.

“El peronismo les dice a todos los hermanos peronistas, a todos los luchadores sociales, que sí hay 2019. Sabemos que tenemos buenos candidatos pero por ahora los mantenemos in péctore. Alguien dijo que necesitaba un peronismo dividido en tres, y nosotros fuimos tan zonzos que se lo facilitamos. Ahora necesitamos un peronismo unido, y construir un gran frente patriótico de toda la oposición”, fueron las primeras definiciones de Rodríguez Saá.

“Un día todos nosotros depositamos nuestros sueños en el peronismo. Por eso, no somos nadie para decidir que el peronismo abandona la lucha. ¡Un carajo abandona la lucha!”, agregó el gobernador. El grito salía al cruce de las visiones pesimistas, derrotistas, que circularon en el conglomerado del PJ hasta que rebrotó el entusiasmo con la discusión parlamentaria de la Reforma Previsional.

Aparte de entusiasmo, el encuentro en La Pedrera volvió a mostrar señales de que el espacio nac-pop quiere actualizarse e incorporar innovaciones, incluso en los detalles. La disposición del escenario fue diferente a cualquier presentación tradicional del justicialismo. Los oradores hablaron a la misma altura que los asistentes. Se turnaron en el micrófono desde el centro de un espacio vacío en el medio del “cuadrilátero”, según palabras del locutor. Era una suerte de palco 360° a ras del piso. El polideportivo cerrado mostraba las cuatro tribunas llenas y, además, gente sentada en cómodas sillas de plástico negras.

Tras las palabras de Rodríguez Saá, el micrófono recayó en manos de Yasky. El secretario general de la CTA de los Trabajadores hizo un discurso encendido. Sus palabras incluyeron una mención a las gestiones que -desde las sombras y con muchos recursos para la seducción o la extorsión- realizó la Casa Rosada para intentar ‘vaciar’ el encuentro. “Hubo que bancarse muchos aprietes, y esto demuestra que hay voluntad de pelea”, valoró.

Uno de los temas de conversación en el inicio del encuentro fue la constatación que, por diversas razones, algunas esgrimidas en público y otras no, ciertos dirigentes que venían asistiendo a los foros por la unidad finalmente no viajaron a San Luis.

En la lista de los faltazos hubo que anotar a Felipe Solá, Daniel Arroyo, Fernando “Chino” Navarro y Alberto Fernández, socios en el autodenominado espacio ‘UMET’. También al resto de los gobernadores. Algunos, sin embargo, enviaron representantes directos, como el caso del formoseño Gildo Insfrán. Formosa estuvo representada por el diputado nacional Luis Basterra. Una presencia esperada era la de Sergio Uñac, pero el mandatario sanjuanino no asistió.

Quien pronunció las palabras más duras para referirse a las ausencias fue Capitanich. El intendente de Resistencia se había involucrado bastante en la organización del encuentro, casi a la par del anfitrión. “Estamos cansados de los cobardes y de los que se dejan apretar”, fue su declaración más resonante en ese sentido: una frase que prometía rebote inmediato en los medios.

Rossi, otro de los oradores de la jornada, también se refirió a las presiones detrás de bambalinas que ejerce el macrismo. “Este gobierno extorsiona a gobernadores y dirigentes sindicales. Tiene las peores prácticas”, cargó el rosarino.

Varones y mujeres

La tanda de discursos tuvo una proporción equitativa entre mujeres y varones. Por la rama femenina hablaron la diputada nacional Cristina Álvarez Rodríguez; la jefa del bloque de Unidad Ciudadana en el Senado bonaerense, Teresa García; la senadora nacional por Mendoza Anabel Fernández Sagasti, quien además integra La Cámpora; la dirigente de La Corriente Federal de los Trabajadores Vanesa Silley, también diputada.

“Sin justicia social no hay feminismo posible”, señaló Álvarez Rodríguez. García recordó una carta de Evita en la que planteaba que el peronismo era imparable si lograba reunir “militantes fieles y dirigentes heroicos”. “Y nosotros tenemos conductores y conductoras que son muy valientes”, subrayó.

Los sentidos de la unidad

En algunos discursos se colaron planteos sobre cuáles deberían ser los alcances y objetivos de una eventual unidad. Rossi, por ejemplo, remarcó que “la responsabilidad histórica de construir una alternativa política” debe derivar en “una unidad que no sea para cualquier cosa”. “Unidad para defender a los trabajadores”, delimitó.

A su turno, Fernández Sagasti planteó que los debates del espacio nac-pop deben incluir la discusión sobre el contenido que tendrá el nuevo proyecto político en el gobierno. Siempre que Cambiemos sea derrotado en 2019. “Tenemos que discutir, no sobre lo que hay, sino sobre lo que viene. Y lo que viene, para el peronismo, tiene que ser antagónico al neoliberalismo que está gobernando”, exhortó.

Cuando le llegó el turno, Moyano se levantó de su asiento entre gritos de aliento y cantitos con su nombre de pila. Dijo que coincidía con todos los oradores que habían hablado antes que él. Enseguida deslizó una frase dirigida a los gremialistas que acuerdan paritarias a la baja o recortes en los convenios colectivos. “Ser peronista no es tener el retrato más grande de Perón en la cocina sino defender a los trabajadores”, acicateó. Luego habló largamente de la necesidad de unirse, más allá de las afinidades o broncas personales. “Uno a veces tiene que ir a lugares donde no le tienen tanta simpatía pero hay que hacer todo el esfuerzo que sea necesario para unirnos”, remarcó.

Antes de dejar el micrófono, Moyano repitió su promesa de que “nunca” firmará algo en contra de los trabajadores y que está dispuesto a ir preso. “Que me llamen por teléfono y yo me presento solo”, desafió.

El llamado a no dejar a nadie afuera, sin exclusiones de ningún sector, fue otra de las claves. Capitanich aseguró que son las bases (“el pueblo peronista”) las que reclaman la unidad de los dirigentes, más allá de las diferencias del pasado reciente. “Que nadie se sienta excluido. Hasta el pelo más delgado hace sombra en el suelo”, graficó el chaqueño apelando a un dicho campero.

Las palabras de los oradores eran seguidas con aplausos, algunos gritos, palmeadas de los más cercanos a modo de felicitación. En las sillas más cercanas estaban los dirigentes y los invitados especiales. Desde personalidades del mundo de los medios, el Derecho y la cultura, como el periodista Roberto Navarro, el actor Gerardo Romano, el músico Manu Quieto (La Mancha de Rolando), el cineasta Jorge Coscia, los abogados Graciana Peñafort y Eduardo Barcesat, el encuestador Artemio López y el pintor Daniel Santoro, hasta representantes de corrientes disímiles del peronismo, como Fernando Galmarini, suegro de Sergio Massa, y el empresario de la carne Alberto Samid.

Por ese sector también se pudo ver a Andrés Larroque, Martín Sabbatella, Edgardo Depetri, Amado Boudou –quien recibió cientos de saludos y pedidos de fotos-, el gremialista Daniel Catalano (ATE Capital) y Aníbal Fernández, entre muchos rostros conocidos.

Tras los discursos llegó el tiempo del almuerzo. El menú: choripán, empanadas, agua mineral o gaseosa. Las carpas blancas permitían sobrellevar un poco el sol. La temperatura que orillaba los 30 grados. Un rato después, en plena digestión, los acreditados al encuentro –las instalaciones estuvieron llenas- se dirigieron hacia el estadio único La Pedrera, con capacidad para 28 mil personas sentadas, tribunas techadas, pantallas gigantes LED y una fisonomía moderna para una cancha argentina. Comenzaba el trabajo en comisiones, con discusiones temáticas.