El sistema político volvió a apostar por sí mismo. La preservación de las élites, en este caso partidarias, es su motivación en este cierre de listas. Nada novedoso en materia programática, de candidatos y de espacios. Dos bloques de orden (uno mayoritario en términos históricos) y a sus costados una izquierda estallada que se repite y una derecha alocada (libertarios) que tiene más espacios de rating que de sentido común.

Efectivamente apostaron a lo conocido y a los conocidos (políticos tradicionales mezclados con celebridades de ocasión) para retener su monopolio en el sistema de representación.

Sistema representativo que está en crisis severa porque unifica arriba y desprecia hacia abajo. Así bloquea debates, agendas, angustias y expectativas para ejercer una repetición que degrada. La vida, cruda y dura, está ausente de esas mesas, la que sobra en las de las familias, las y los trabajadores, los jóvenes, los que quieren crecer y tener su futuro. Ejemplos sobran de resultados conservadores, facciosos o reformistas de las crisis de representación. Chile es uno de ellos. Dijimos muchas veces que la concurrencia de polarización política y desigualdades sociales bloquea y pone en peligro la democracia. Last élites, dueñas del juego, nos ponen en peligro a todos.

Desandar ese camino donde la ganancia de corto plazo orienta todo no es fácil. Nuestra vida está llena de oportunidades perdidas. Lo que debe quedar claro es que esto no mejora con estos modos y estos actores. Como todo aire viciado, intoxica,  impide  explorar la riqueza y diversidad de posibilidades que ofrece el futuro.

Los que  tenemos un inventario de defraudaciones en las espaldas no queremos seguir viéndolas en el horizonte.

La Argentina está en decadencia no da respuestas ni ideas; en este plano inclinado seguir es caer más bajo y peor. No es un destino si construimos un sentido de cuidarnos en común, de cuidar lo común. Sin dueños, ni tutores,  retomar nuestros nombres y recuperar nuestras voces.

Sobre el alto porcentaje de personas sin trabajo, el 30% de las mujeres y 25% de los varones, es entre el doble y triple que el promedio nacional. “Es mucho más alto el desempleo en los barrios populares, aún contemplado formas de empleo no tradicionales como las cooperativas de trabajo y otras formas”.