La abogada penalista y especializada en violencia de género, Raquel Hermida Leyenda, reflexionó sobre el fallo del caso Mafalda Secreto, la mujer de 65 años que resultó absuelta del homicidio de su marido José Luis Arena de 57, ocurrido hace tres años atrás en la localidad bonaerense de Colón.

El juicio había empezado a principios de junio y se desarrolló en el Tribunal Oral N°1 de Pergamino, que, durante la primera semana de julio, consideró que la mujer ejerció la legítima defensa.  

En esta línea, la letrada explicó que se trata de una resolución judicial ejemplificadora dentro del derecho penal y que se usó casi cincuenta veces como jurisprudencia en distintos casos a lo largo de todo el país.

La historia del fallo que marcó un punto de inflexión

“En 2014 tuve el honor de defender a Beatriz López, una mujer que se había casado legalmente con un miembro de la Policía Federal Argentina (PFA), quien le hacía vivir un calvario”, recordó Hermida Leyenda. Según contó la abogada, el hombre “ingresó a la fuerza de seguridad por contactos, no por mérito”.

“La mantenía encerrada, le sacaba el celular, con las esposas reglamentarias la amarraba a la cama, la violaba permanentemente con el arma, con la tonfa y estaba por comprar una picana para torturarla, pero ese día no le alcanzó el dinero”, aseguró la abogada Hermida Leyenda a Tiempo“La amenazaba con matar a la hija de ambos, que en esos tiempos era recién nacida, también le decía que abusaría de la beba” agregó.

“Beatriz vivía a los golpes encerrada en una casa chiquita, de escasos metros, con las ventanas cerradas todo el tiempo. Algunas veces hasta sin poder darle de comer a su hija, porque estaba atada a una cama”, reconstruyó Hermida Leyenda. Esto ocurrió continuamente hasta que una noche “la vuelve a amenazar y le dice concretamente que abusaría de su hija. La mujer, totalmente aterrada, le disparó con el revólver reglamentario del policía”.

Un tiempo después se convirtió en la primera mujer que fue absuelta en Argentina por haber ejercido la legítima defensa. “La legítima defensa era una norma absolutamente destinada a los hombres”, señaló la letrada. Remarcó que “solo ellos tenían el derecho a defenderse”. Las mujeres que ejercían la legítima defensa “eran tildadas de locas. Pero gracias a los cuerpos médicos forenses y las asesorías periciales que empezaron a hablar de trastornos mentales transitorios, completos o incompletos, fueron creando herramientas para defender a las mujeres” enfatizó.

“Estos equipos interdisciplinarios en realidad eran los únicos que podían ayudarnos, los médicos, los psiquiatras y los psicólogos” dijo a este diario Hermida Leyenda. Así, con este fallo de Beatriz López se estableció que “la violencia de género es un delito permanente, un delito contínuo. Es decir, la situación y el contexto es parecido al de un secuestro extorsivo. Porque la violencia de género por la mañana te amenaza, al mediodía te lesionan, a la tarde te desvalija la casa o las cuentas bancarias, durante la noche te prostituye y te viola” ejemplificó la abogada penalista.

El caso de Mafalda

En el caso de Mafalda Secreto se tomó como base este fallo y se pidió la absolución de la causa en la que estaba imputada como autora penalmente responsable del homicidio de su esposo que la golpeaba, la prostituía y amenazaba con matarla. Fue un caso muy notorio porque la mujer intentó deshacerse del cuerpo cortándolo con una amoladora. En este sentido el Código Penal argentino no establece pena para quien intenta deshacerse de un cuerpo, ni penaliza como debe ser el trato a un cadáver.

En su artículo 80 el Código Penal estipula el homicidio agravado y le impone la pena más dura que es la prisión perpetua. Existe una pena grande pero no contempla analizar que se hace con un cadáver: “Por lo general esto lo hacían los jueces para hablar de la criminalidad del delincuente, lo cual no es correcto, porque va más allá del Código Penal” detalló la abogada.

Cuando se dictó la absolución de Beatriz López, el fallo se repitió 47 veces en breve tiempo a lo largo de todo el país. “Luego cuando llegamos a más de cincuenta repeticiones nosotras dejamos de contar. La absolución por legítima defensa antes de este fallo no existía para las mujeres”, explicó Hermida Leyenda. “El instituto de la defensa era masculino y aplicaban cosas como esperar el juicio en libertad, que se llama excarcelación extraordinaria, entre otras” detalló.

“Todo esto me recuerda al expresidente Mauricio Macri pidiendo la libertad de un carnicero que había asesinado a un ladrón, pero no pedía la libertad de Huigui que estaba paralelamente detenida por defenderse de una violación grupal y correctiva” se quejó Hermida Leyenda.

Mafalda Secreto vivía un delito continuado, “por la mañana su marido la drogaba, la alcoholizaba durante todo el día, no la dejaba ir a trabajar, la golpeaba con su arma reglamentaria, le metía el arma en la boca hasta hacerla vomitar” denunció la abogada. “Le pegaba en la cabeza y cuando caía al piso la pateaba en el estómago. Le arruinó los intestinos a golpes”, aseveró.

“Le robó todo su dinero, sacó préstamos a su nombre y en el de sus hijas, falsificó cheques, firmas. También drogó a su nieto y entregaba a Mafalda para que otros hombres la violaran en forma permanente” relató Hermida Leyenda. “No sabemos si les cobraba dinero a esos hombres o hacían intercambio de favores con la prostitución de Mafalda. Pero si sabemos que él no participaba en las violaciones, ya no tenía relaciones sexuales con ella” agregó.

“Su marido le decía que la iba a matar, que también mataría a sus hijas y que prostituiría a sus nietas en Paraguay donde ya las tenía ofrecidas con precio” denunció la letrada. En un momento «el violento le permite buscar comida y un vaso de agua, cuando está volviendo con el vaso de agua de la cocina, ella pasa por donde estaba la computadora y ve una foto de su nieta junto a una foto de un zapato y así entendió que era cierto que la estaba ofreciendo a los paraguayos”, reconstruyó Hermida Leyenda.

“En ese mismo momento toma un revólver calibre 38 que estaba junto a la computadora que tenía él, la que usaba durante el día y le disparó. Primero le gritó José y después le disparó”, contó la abogada. ”Ella quería terminar con todo, por eso le gritó en forma desesperada, en ese momento ella quería que él también le disparara a ella así terminaba toda la pesadilla que sufría a diario”, aseguró.

Después de esta escena, como Mafalda nunca había disparado, “entra en una crisis nerviosa y ya no recuerda nada de lo que pasó. Es decir, no sabe si llamó al hermano, si el hermano vino o no, quien estuvo en su casa no lo recuerda” describió Hermida Leyenda. Pero si hay testigos que dicen que “estuvo en una ferretería, compró una amoladora, pero que se la veía muy extraña. Es porque ella estaba muy drogada, no era la misma Mafalda de siempre”, explicó la letrada.

Finalmente, el Tribunal Oral N°1 de Pergamino, diez días atrás, “cumplió con lo que estipula el Código Penal, no inventó otros delitos como suelen hacer y la absolvió”, celebró Hermida Leyenda. “Lo hizo porque consideró que hasta el disparo de la mujer fue en legítima defensa y que la violencia de género es un delito continuado”, cerró.

En agosto de 2021, la justicia tucumana también absolvió a Jésica Vanesa Osores quien estuvo presa durante once meses por haber matado a su expareja mientras la ahorcaba.

El caso

El homicidio de José Luis Arena fue descubierto el 1° de junio de 2019 por la mañana. Los investigadores aducen que la mujer lo mató durante la noche anterior. El hecho fue advertido a las autoridades locales por el propio hermano de Mafalda Secreto. Porque ella lo llamó a él para que la ayudara a deshacerse del cadáver y de las pruebas.

Su hermano alertó a la policía y los uniformados se acercaron a la casa donde vivía la pareja y constataron los dichos del hombre. A los pocos minutos Mafalda confesó el crimen. El cadáver, al que le faltaban los miembros inferiores y un brazo, estaba en un galpón en el fondo del terreno y había sido tapado con la lona de una pileta.

La autopsia estableció que el hombre había recibido un disparo de un revólver calibre 38 en el rostro y que agonizó durante unas 12 horas. Una vez muerto, la mujer le produjo unos cortes con una amoladora que había comprado el día anterior al crimen en una ferretería cercana a su domicilio donde fue vista por algunos vecinos.