La administración del presidente norteamericano Joe Biden dará este viernes otra señal del interés que tiene por la relación con Argentina por encima del vínculo con Brasil. Será con la llegada a Buenos Aires del secretario de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, el tercer funcionario estadounidense de primer nivel que visita el país desde que asumió el sucesor de Donald Trump a fines de enero.

Sullivan es el jefe del director del CSN para América del Sur, Juan Sebastián González, que estuvo en Buenos Aires a mediados de abril. Fue luego de la visita del almirante Craig Faller, por entonces jefe del Comando Sur del Pentágono, que concretó una de sus últimas giras una semana antes. Luego fue reemplazado por la teniente general Laura Richardson, pero confirmó que entre la administración de Trump y la de Biden existe una continuidad en determinados temas clave. González no visitó Brasil cuando realizó su minigira y tampoco Faller, en una serie de gestos políticos y militares de Biden hacia el gobierno del excapitán de Ejército y líder ultraderechista Jair Bolsonaro. El primero de la era Biden que pasará por el Planalto será Sullivan.

Fieles a mantener la gira en reserva, las fuentes diplomáticas norteamericanas habían apuntado que Sullivan llegaría a Brasil luego de pasar por la Argentina. Lo hizo antes. Este jueves compartió una reunión cerrada con Bolsonaro donde le habría propuesto el ingreso brasileño a la OTAN a cambio de que impida en ese país el desarrollo de la tecnología 5G desarrollada por la empresa china Huawei. Es posible que el tema también resuene en Buenos Aires.

La gira se enfoca en los dos socios «extra OTAN» de Estados Unidos, en un momento donde Washington refuerza su interés por el Atlántico Sur, en el marco de la disputa estratégica que mantiene con China y ahora apunta a perseguir a su flota pesquera que opera en aguas internacionales. La considera una hipótesis de conflicto potencial para los próximos años, a pesar de los esfuerzos argentinos por penalizar la pesca ilegal.

El nuevo enviado llegará este jueves acompañado por González y por el director de la Oficina para el Hemisferio Osccidental del Departamento de Estado, Ricardo Zúñiga. Las reuniones se concretarán el viernes. La comitiva será recibida por el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Béliz, y el canciller, Felipe Solá, aunque en el Palacio San Martín no descartan que se concrete una reunión de primer nivel con el presidente Alberto Fernández, que ya mantuvo un almuerzo virtual en abril con González durante su primer paso por Buenos Aires como director para América del Sur del CSN. El presidente estaba cursando la covid-19 y estaba aislado en la residencia de Olivos pero igualmente participó de un encuentro virtual. Esta vez concluyó su aislamiento este miércoles luego de viajar a Perú y es posible que reciba a Sullivan en la Casa Rosada junto a Béliz y Solá.

Entre los encuentros anteriores y la agenda de trabajo de este viernes hay algunos temas que ya fueron medianamente despejados. Uno de ellos tiene que ver con la compra de vacunas fabricadas en Estados Unidos, luego del fracaso de las negociaciones con el laboratorio Pfizer, que llevó adelante en Argentina una de las fases de prueba más importantes de todo el mundo y la provisión inicial quedó trunca. Se concretará en septiembre con 20 millones de dosis, pero luego de un largo proceso que implicó cambios específicos en la legislación aprobada por el Congreso para facilitar la adquisición del fármaco.

Además de la obsesión por China, la administración de Biden está definiendo su esquema de alianzas en el continente y hasta ahora no ha cambiado las presiones sobre Venezuela y Cuba. Aunque hay una serie de acercamientos entre el gobierno de Nicolás Maduro y la Casa Blanca, la agenda de Estados Unidos por ahora no ha cambiado, aunque la Casa Rosada apunta a que Fernández juegue un rol de interlocutor confiable en la región con la posibilidad de mediar en la interlocución internacional con Venezuela.

En septiembre Fernández podría ser designado como presidente pro témpore de la Comunidad de Estados Lationoamericamos y del Caribe (CELAC) y suceder a su par mexicano Andrés Manuel López Obrador, que actualmente conduce el único organismo que reúne a todos los países al sur de Estados Unidos. A pesar de las dudas, cada vez es más claro el interés argentino por liderar la CELAC para abrir otras instancias de mediación regional luego del fracaso del Grupo de Lima, integrado por un puñado de países del subcontinente convocados por la OEA para presionar a Venezuela.

El canciller Solá ha definido  como «tóxico» el asunto venezolano, pero el tema formará parte de la interlocución con Sullivan. Desde que Trump dejó el poder, Argentina concretó su salida del Grupo de Lima y también se retiró, junto a México, de una denuncia ante la Corte Penal Internacional contra el gobierno de Maduro. En julio ambos gobiernos se negaron a sumarse a una resolución de la OEA para repudiar la detención de opositores políticos en Nicaragua por parte del gobierno del presidente Daniel Ortega.

El rechazo estuvo concentrado en la iniciativa promovida por el titular de la OEA, Luis Almagro, porque ambos países llamaron a sus embajadores en consulta para manifestarle su malestar a Managua. A ese conflicto se sumaron las movilizaciones en Cuba que fueron reprimidas por el gobierno revolucionario y que dieron pie a nuevas presiones de Estados Unidos, que sigue sin frenar un embargo económico contra la isla. El punto no será ajeno a los planteos de los funcionarios de la Casa Blanca, aunque en el Departamento de Estado anticiparon que no habrá información hasta que se concrete toda la agenda en Buenos Aires.

En la Casa Rosada la agenda no es sólo regional. La atención está puesta en la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional y los pedidos de respaldo de Argentina. Esa agenda está en manos del ministro de Economía, Martín Guzmán, en una serie de contactos en pleno desarrollo que incluyeron una reunión con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y el exdirector ante el FMI, David Lipton, que apoyó la decisión del organismo de darle un crédito extraordinario de 50.000 millones de dólares a la administración del entonces presidente Mauricio Macri.

El desenlace de esa negociación definirá el futuro de la relación comercial entre ambos países. Podría cerrarse a mediados del año que viene, bien lejos de las elecciones de noviembre, pero en la Cancillería admiten que su desenlace será clave para otras negociaciones, como las gestiones que lleva adelante el gobierno para lograr que la secretaría de Comercio estadounidense levante los aranceles del 160% que frenaron el ingreso de biocombustibles argentinos a partir de 2017.

Otro punto de interés argentino tiene que ver con la renovación del equipamiento militar. Fue uno de los temas que el exministro de Defensa, Agustín Rossi, le planteó a Faller en abril, cuando le aportó detalles del flamante Fondo Nacional para la Defensa (FoNDef), que implicará una inversión de 400 millones de pesos para este año y desembolsos similares en los próximos años para el reequipamiento militar. Argentina además, reclama “terminar con los inconvenientes para la compra de material bélico cada vez que hay un componente británico, cuando más del 50 % del gasto argentino en equipamiento militar proviene de Estados Unidos”.