Lejos de separarse de las internas que afloran en la fauna política, el Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad (FIT-U) pone en evidencia las suyas. El espacio comprendido por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) está sumergido en una disputa para saber quién será la figura para competir en las elecciones presidenciales de este año.

A tres meses del cierre de listas, hay anotados tres precandidatos. Myriam Bregman (PTS), quien comparte fórmula con Nicolás Del Caño; Gabriel Solano (PO) junto a Romina del Plá, y Celeste Fierro (MST), secundada por Alejandro Bodart. La polémica, sin embargo, se hace carne en dos de estos binomios.

En junio de 2022, en medio de la ebullición de las internas de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, Bregman y Vilca se lanzaron como precandidatos. Con el adelantamiento de las elecciones en Jujuy se definió que el diputado compita para gobernador y sea Del Caño quien acompañe a «la Rusa». La decisión de lanzarse un año y medio antes de las elecciones y, según afirman desde los otros espacios que conforman el FIT, sin consultarlo con anterioridad, no fue bien recibida en el frente.

El legislador porteño Gabriel Solano fue el primero en exponer su descontento. En diálogo con Tiempo, el precandidato presidencial criticó la anticipación del lanzamiento del PTS y advirtió que esto respondía a un estilo de política que «sólo piensa en las elecciones». Diferenciándose, Solano sostuvo que «mientras ellos cerraban candidaturas, nosotros estábamos ocupados en acompañar la Marcha Federal de Unidad Piquetera. Esas son las peleas que nos parecen prioritarias».

En defensa de su candidata, y sin profundizar en el tiempo de la decisión, el vocero del PTS e integrante de la mesa del FIT, Christian «Chipi» Castillo sostuvo ante este diario que Bregman y Del Caño son «la mejor fórmula que tiene el Frente para combatir a las distintas variantes, tanto del oficialismo como de Juntos por el Cambio».

Para Solano, en cambio,  parte del descontento tiene como origen la falta de preaviso de las candidaturas: «El lanzamiento nos tomó por sorpresa, pero no como una sorpresa política porque desde hace tiempo que en el FIT-U tenemos notables diferencias en la forma de encarar el espacio. Desde el PO sentimos que el PTS está poniendo las bancas por sobre la lucha colectiva».

En contraparte, Castillo afirma que todos los partidos del FIT-U mantienen abierto el diálogo, incluso durante las elecciones en las que también existieron dos listas competidoras, como en 2015 y 2019. Además alerta que estos debates no responden a la lógica del espacio sino que son «exagerados por parte del PO» en el marco de las PASO. «Se están centrando más en atacar al PTS que a los partidos del régimen por mera especulación electoral», sentencia el precandidato a diputado bonaerense.

Respecto al posicionamiento de la izquierda frente a otros partidos, Solano advierte que su espacio debe ser «fuertemente independiente de todos los bloques políticos tradicionales. Si no se cumple esta norma y tendemos a dividirnos o confundirnos con el kirchnerismo, se corre un gran riesgo de convertirse en un sector que no cumple con su ideología y que, por lo tanto, termina diluyéndose en el régimen. La nuestra no puede ser una izquierda que defienda a Cristina Fernández de Kirchner», concreta.

En la otra esquina, Castillo admite que, a pesar de creer que la vicepresidenta es culpable de hechos de corrupción, aún así no duda que está siendo perseguida. «En el PTS nos oponemos a cualquier tipo de persecución política. No hay que perder de vista que este es un tribunal macrista y que publicó un fallo claramente persecutorio. Si nosotros no denunciamos la arbitrariedad judicial hoy, mañana pueden venir por cualquiera de nosotros. Cuando Gerardo Morales encarceló a Milagro Sala desde el PO se negaron a defenderla y hoy estamos viendo las consecuencias de esto», embiste.

Sobre las definiciones a futuro, Solano sostiene que el FIT-U debe realizar un congreso abierto con todos los espacios que la componen y deliberar en conjunto las candidaturas y el porvenir de su rol: «la izquierda no puede resolver todo entre cuatro paredes y en base a focus group. Estas decisiones sólo crean una casta, no una fuerza revolucionaria».

Aunque advierte que el diálogo no está cortado y las relaciones personales no están rotas, el precandidato admite que esta interna es un punto de inflexión para saber cuál será el rol que ocupará de acá en más la izquierda: «tenemos que definir si el eje de nuestro partido será ir a elecciones cada dos años y conseguir bancas en el parlamento, o si será un partido que se avoque a construir un espacio popular para construir el poder». Por su parte, Castillo le baja el tono a la disputa y afirma que, cerca de concretarse el armado de listas, «el PO siempre nos tilda de kirchneristas, estamos acostumbrados, estas afirmaciones son una más de tantas».

Ante la posible integración de otros sectores de izquierda como el de Luis Zamora o Manuela Castañeira, Solano advierte que «no moverían la aguja» porque son un grupo «de 200 personas en todo el país». Al mismo tiempo sostiene la necesidad de disputarle al peronismo, a quien el legislador define como el «histórico rival» de ese sector, los espacios en los sindicatos, la calle y el terreno social al que representa.

En la misma línea, Castillo sostiene que el FIT-U no gestionará acuerdos de gobernabilidad con sectores oficialistas porque estos ya lo hicieron con JxC y el FMI. «La izquierda llama a enfrentar la política del ajuste, no a posicionarse detrás de ella», dice.

Desde ambas fuerzas esperan poder gestionar acuerdos básicos que les permitan continuar con el FIT-U. Restará conocer si los deseos se convierten en realidad. «