El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) trabaja hace más de 40 años en la búsqueda de los cuerpos de las personas desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar. Hasta hace unos años, su trabajo se basaba en las técnicas tradicionales de arqueología y antropología forense, a las que ahora les sumó nuevas tecnologías: los georradares y el sistema LiDAR, que se instala en aviones, que permiten escanear grandes áreas de tierra y buscar pistas para encontrar enterramientos clandestinos.

A través de esas herramientas, los especialistas trabajaron el año pasado en Campo de Mayo, Provincia de Buenos Aires; en Campo San Pedro, en Santa Fe, la Quinta de los Comandantes, en Rosario, en el delta del Paraná en Entre Ríos y en Tucumán, en las cercanías del Pozo de Vargas. En los próximos meses, los equipos del EAAF comenzarán a escanear también el excentro clandestino de detención y exterminio La Perla y el Batallón 141 del Ejército, ambos en Córdoba.

Como explica Mariella Fumagalli, coordinadora de Unidad de Búsquedas de la organización, no es una solución mágica para encontrar a las miles de personas que aún permanecen desaparecidas pero sí una gran oportunidad de poder avanzar ante el límite que se alcanzó con los métodos tradicionales.

“A partir del 2016-2017, el EAAF se empezó a empapar en el uso de nuevas tecnologías de búsqueda aplicadas al contexto forense porque transcurridos ya casi 40 años de labor del equipo, el primer obstáculo que se nos presenta justamente es el transcurso del tiempo y el agotamiento de los lugares. Fuimos agotando cementerios, lugares en donde teníamos un testigo directo de los hechos y ahora estamos frente al desafío de buscar en zonas mucho más complejos y con información mucho más difusa”, detalla la especialista, quien ingresó al equipo en 2003.

Frente a ese desafío, poco más de cuatro años atrás comenzaron a contactar a especialistas del CONICET, de la Universidad Nacional del Centro, de la Universidad Nacional de La Plata y de la UBA para que los asesoraran sobre otras técnicas utilizadas en otros campos. Así comenzaron a utilizar el georradar de onda electromagnética y a partir del año 2020 se presentó un proyecto para el uso de LiDAR, que se utiliza para escanear con un aparato con tecnología láser montado en un avión y armar como una maqueta 3D de la superficie del suelo y de esa manera poder identificar alteraciones.

Se trata de herramientas que se utilizan en otras áreas, como en vialidad, para la construcción de caminos o para la búsqueda de grandes estructuras subterráneas, como pueden ser ruinas de civilizaciones antiguas. Sin embargo, es toda una novedad aplicarlas para búsqueda forense.

Por su complejidad, también requieren de una preparación previa. Antes de realizar un vuelo con LiDAR, por ejemplo, se debe evaluar el terreno, la vegetación e incluso el clima del día que se va a realizar. Y una vez realizado el escaneo, se deben analizar esos millones de datos y cruzarlos con los testimonios y pruebas con los que se cuentan para obtener nuevas pistas.

“El procesamiento de los datos obtenidos de los vuelos conlleva varios meses de trabajo. En función de toda esta información recabada y las áreas que pueden presentar algún interés, se llega a la etapa de campo, el momento de agarrar la pala e intervenir”, explica Fumagalli y añade: “Se sigue trabajando en pos de recabar datos testimoniales e información aportada por los actores que participaron de los eventos históricos, sin eso todas estas herramientas no tienen ningún sentido, porque requieren interpretación y una aplicación con un enfoque muy específico, muy determinado. No son herramientas mágicas, tienen que estar retroalimentadas con esa metodología clásica arqueológica, porque en definitiva lo que va a permitimos ver si tenemos éxito o no es ir e intervenir en el terreno”.

Nuevos actores

Ante la complejidad de estas nuevas técnicas, se sumaron a la búsqueda nuevos especialistas que participan en la interpretación de estos datos. “Ya no se trata solo del arqueólogo, que genera una excavación, del antropólogo que analiza los restos recuperados, sino que es un trabajo de muchos más actores que requiere de la interdisciplinariedad como leitmotiv. Por ejemplo: los datos obtenidos mediante el LiDAR son analizados por un equipo de geodesia en la Universidad Nacional de La Plata y los trabajos realizados con georradar están a cargo de un doctor en geología, Santiago Perdomo. Implica la búsqueda de nuevos actores que estén empapados en estos conocimientos“, explica Fumagalli.

Dónde se aplicó

Campo de Mayo: luego de trabajos específicos realizados entre 2009 y 2011, el EAAF realizó un vuelo el año pasado con el sistema LiDAR para escanear posibles lugares de enterramientos clandestinos. Están estudiando esa información para buscar sitios de interés y realizar excavaciones.

La Perla: en los próximos meses el EAAF realizará un vuelo con LiDAR en el predio de 4000 hectáreas y en el Batallón 141 del Ejército, ambos en la provincia de Córdoba.

Santa Fe: el año pasado se realizaron vuelos con LiDAR en el Campo San Pedro, un predio militar ubicado cerca de Laguna Paiva, donde en 2010 se encontró una fosa con ocho personas desaparecidas, y en la Quinta de los Comandantes, en Rosario, que funcionó como centro clandestino de detención. En los dos lugares hay testimonios sobre posibles enterramientos.

Delta del Paraná: luego de realizar exhumaciones en un cementerio de Villa Paranacito, el EAAF trabajó en el cementerio de Ibicuy con georradar para escanear un área señalada como posible sitio de enterramiento durante la dictadura. Se están analizando los datos obtenidos.

Tucumán: se escanearon áreas cercanas al Pozo de Vargas a partir de testimonios de la existencia de un segundo pozo donde se habrían arrojado a víctimas del terrorismo de Estado.