La detonación de un explosivo casero en el Cementerio de la Recoleta provocó heridas a una mujer de 33 años, que se halla internada en el Hospital Fernández, con quemaduras y la pérdida de tres falanges y lesiones importantes en  la cabeza. Sería, de acuerdo a las primeras versiones, una de las dos personas que manipulaba el artefacto.

El episodio se dio en un lugar y un día precisos: en la tumba del coronel Ramón L. Falcón, el 14 de noviembre, a 109 años exactos de la muerte de quien en 1909 era jefe de Policía de la Capital, a manos del anarquista Simón Radowitzky.

En el lugar, de acuerdo a la versión policial, quedaron las pelucas con las que iban disfrazadas las dos personas que habrían manipulado el explosivo. Sobre la bóveda de Falcón quedaron pintadas de inspiración anarquista y restos metálicos de la deflagración.

Falcón se destacó en la represión de movilizaciones obreras de principios del siglo XX, en particular durante la llamada Semana Roja. El 1° de mayo de 1909, ordenó reprimir la manifestación convocada por la FORA anarquista en Plaza Lorea (hoy parte de Plaza Congreso), dejando once muertos y más de un centenar de heridos, y al día siguiente, mandó dispersar a tiros las columnas que llevaban a la Chacarita los féretros de los obreros asesinados.

Seis meses más tarde, Radowitzky, un joven anarquista de 17 años recién llegado de Ucrania, mató a Falcón con una bomba de fabricación de casera, en la esquina de Quintana y Callao. El monumento al policía erigido allí suele mostrar en su pedestal el mensaje “Simón vive”, escrito con aerosol. Radowitzky pasó 21 años preso en el penal de Ushuaia, donde fue torturado y vejado.