“Hace veinticinco años que estoy en el rubro y una de las primeras charlas a las que asistí fue por el tritio, así que imaginate lo viejo que es este tema”, dice Juan Cantarelli, 51 años, gerente de la Central Nuclear Embalse, en Córdoba. El hombre, jura, no está enojado con la nota de Tiempo que publicó el análisis de un laboratorio europeo sobre las descargas radiactivas de la Central que él comanda sobre la cuenca del río Ctalamochita, aunque reconoce que las repercusiones lo obligaron a salir a contestar. “No hay contaminación radiactiva porque los valores de tritio encontrados son prácticamente insignificantes”, asegura.

La respuesta de Cantarelli está dirigida al informe difundido por Cristian Basualdo, periodista y miembro del Movimiento Antinuclear de la República Argentina (MARA) y Silvana Buján, integrante de la Red Argentina de Periodismo Científico, quienes enviaron una muestra de pescado del lago Embalse –tararira– al laboratorio de la CRIIRAD –una asociación sin fines de lucro con sede en Francia– para determinar el tritio ligado biológicamente a la muestra en cuestión. El estudio detectó 154 Bq/L (los bequerelios son la unidad de medida para la presencia de material radiactivo por litro de “agua de combustión”, que es la forma utilizada para detectar tritio ligado orgánicamente), un valor 70 veces superior al nivel natural típico. Vale recordar que el tritio es un isótopo radiactivo del hidrógeno que tiene la particularidad de hacer que el agua, la sustancia más presente en los seres vivos, se vuelva radiactiva.

“El tema es siempre el mismo –insiste Cantarelli–; se parten de datos ciertos, no cuestionamos los números, pero la interpretación es antojadiza. Ellos (en referencia a Basualdo y Buján) son antinucleares declarados por lo tanto es muy difícil moverlos de ese dogma”.

Cristian Basualdo

Más allá de sus opiniones, el gerente también aporta números. Actualmente, los niveles de tritio en el agua del lago de Embalse rondan los 300 Bq/L. Muy por debajo de los 10.000 Bq/L que es el nivel máximo de referencia postulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua de consumo. 

“Nosotros vivimos al lado del lago, no somos ajenos a la problemática que pudiera haber. Bebemos esa agua y con esa misma agua preparamos la comida que se sirve en el comedor de la Central”, remarca el gerente.

Cuestión de fondo

Cómo ya se dijo, la polémica no es novedosa. Nucleoeléctrica, la empresa estatal que opera las centrales nucleares argentinas, como la Autoridad Regulatoria Nuclear, efectúan monitoreos radiológicos que incluyen el tritio en las aguas ambientales. En 2018, esas mediciones revelaron la presencia de 23.456 Bq/L en el canal de descarga de la Central Nuclear Embalse, cifra que llevó al Movimiento Antinuclear a concluir que el río Ctalamochita “presenta las concentraciones de tritio más altas del mundo”. Cinco años antes, en 2013, Nucleoeléctrica también informó la presencia de 1.081 Bq/L en el agua de red del barrio de la Comisión Nacional de Energía Atómica, en Embalse. Ese índice superaba, por ejemplo, el valor máximo de 740 Bq/L que establece Estados Unidos para el agua de red. Más acá en el tiempo, en 2022, el agua de red de Villa Rumipal, que se abastece mediante perforaciones de la napa cercana al lago Embalse, contenía 91,4 Bq/L, casi al límite de los 100Bq/L que es el valor paramétrico de la Unión Europea (UE) para el agua de red.

Central Nuclear de Embalse

“Es un error muy grave considerar los niveles de actividad en el canal de descarga como una muestra ambiental –replica Cantarelli–. Esa medición tiene como objetivo verificar la real dilución del efluente una vez emitido, es decir, se verifica que no se mantenga constantemente en valores elevados”. Con respecto a los índices de tritio encontrados en la red de agua, el gerente argumenta que “fue una singularidad de pocos meses luego del trabajo de limpieza de los tanques de resina y que en ningún momento de la historia de la Central se superó ningún límite establecido por la normativa vigente”.

“Nos duele –concluye– que se diga que trabajamos en la oscuridad, todo lo contrario, es una actividad de las más reguladas en donde toda la información está al alcance. La nuclear es una forma de generación de energía segura, limpia y que no aporta gases de efecto invernadero. Toda industria tiene impacto en el ambiente, pero el nuestro es insignificante, el beneficio que generamos es mucho mayor”.