El mundo editorial sigue en estado de alerta. Esta vez, corren peligro las traducciones de autores argentinos en idioma extranjero. El Programa Sur, dependiente de Asuntos Culturales de la Cancillería, es un dispositivo que financia a través de subsidios a las editoriales para que puedan realizar traducciones de obras de escritores argentinos que una editorial extranjera desea publicar.

“El programa no tiene presupuesto aprobado y corre riesgo de desaparecer. Su inversión para el año en curso se encuentra en proceso de revisión y puede que ni siquiera llegue a aprobarse con un monto que lo haga viable”, advierten desde la Unión de Escritores y Escritoras (UEE).

Desde hace dos meses, todos los editores que se comunican con el Programa Sur reciben la información de que aún no hay presupuesto aprobado para las traducciones. Esto impide que las editoriales puedan continuar con la producción y el ritmo de trabajo, y a la vez imposibilita la planificación a largo plazo.

“Los planes editoriales requieren de una cierta anticipación. Además, hay un tiempo que demanda el jurado de selección de las traducciones. Ya estamos en marzo, ya se encuentra avanzado el primer semestre del año y no tenemos ni siquiera noticias. Perdimos dos meses, imaginémonos todas las traducciones que se podrían haber hecho”, dice a Tiempo el escritor Oche Califa.

Programa Sur, su trayectoria y sus logros

El Programa ha tenido un promedio de 135 aprobaciones por año desde su fundación, en 2009. En sus catorce años de vida apoyó la edición en el exterior de casi 1700 obras, en 56 idiomas y en general de autoras o autores vivos. Su tope de inversión individual es de 3.200 dólares.

El catálogo de libros traducidos ha sido siempre variado. Sin ir más lejos, el año pasado se tradujeron desde clásicos de la literatura argentina como Los siete locos, de Roberto Arlt, Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo, Zama, de Antonio Di Benedetto,y Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, hasta libros de autores contemporáneos como Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enriquez, Lumbre, de Hernán Ronsino, Una ofrenda musical, de Luis Sagasti, y Las malas, de Camila Sosa Villada.

De esta manera, las letras de Argentina pueden leerse en múltiples idiomas: serbio, rumano, turco, indonesio, griego, checo, búlgaro, azerbaiyano, árabe, amárico, italiano, chino, coreano, francés, portugués, inglés, ucraniano, macedonio, albanés, noruego, danés, yoruba, lituano, marathi y alemán, entre muchos otros. 

El programa facilita la posibilidad de que un libro de autor argentino pueda ingresar a un país extranjero a través de otro idioma. Si dejara de funcionar sería mucho más difícil. Tenemos, por supuesto, países donde hay mayor posibilidad de ingreso, pero si uno revisa el listado del año pasado va a encontrar que se aprobaron traducciones a idiomas que de otra manera seguramente sería prácticamente imposible acceder”, dice Califa.


Y agrega: “Por otro lado, si bien se traducen algunos clásicos, el altísimo porcentaje de libros traducidos son de escritores vivos. Esto quiere decir que si este año no hubiera Programa habría más de 100 autores argentinos que se quedarían sin la posibilidad de ser traducidos y de penetrar en el mercado extranjero. Dejarían de cobrar esos derechos autorales. Y además, esto implicaría reducir la circulación de nuestra literatura en el mundo”. 


Se trata de un programa reconocido en el mundo entero. En la Feria Internacional del libro de Frankfurt, en Alemania, ha sido distinguido por las autoridades y se lo ha colocado como ejemplo para otros países. Desde la Unión de Escritoras y Escritores, lanzaron un comunicado de alerta sobre esta situación “que se suma a otras en el campo del libro y la cultura en general -cierre de Télam, despidos en radio Nacional e INCAA- y que manifiestan, por si faltara mayor elocuencia, una combinación de desinterés y hostilidad del gobierno con los intereses argentinos, la cultura y el arte y sus industrias y creadores”.