En el renovado Centro Cultural Borges, la música contemporánea tendrá un lugar destacado a partir de este domingo 19, con la realización del concierto inaugural del ciclo Industria Nacional.

En dicho ciclo, en el que se realizará un concierto cada mes, participarán la Compañía Oblicua; la soprano Graciela Oddone, la mezzosoprano Virginia Correa Dupuy y la pianista Silvia Dabul; el cuarteto de guitarras Nuntempe Ensamble; el cuarteto de percusión Tambor Fantasma; y la pianista Haydée Schvartz con  el violinista Elías Gurevich.

El curador de Industria Nacional es el destacado compositor Marcelo Delgado quien, al frente de la Compañía Oblicua, agrupación que lo tiene como director, será el encargado del primer concierto de esta temporada.

Delgado dialogó con Tiempo Argentino sobre diversos aspectos referidos a este emprendimiento y a las características de la música contemporánea en Argentina.

– ¿Cómo fue que surgió la idea de realizar este ciclo dentro del renovado espacio del Borges?

– Para comenzar, creo que fue una gran decisión de política cultural por parte del Ministerio de Cultura de la Nación recuperar este espacio que estaba muy relegado. Y es importante también que se haya designado a una persona con valiosos antecedentes como Ezequiel Grimson para ocuparse de la dirección del Centro Cultural Borges. Cuando en enero Ezequiel me invitó para visitar las obras, ver cómo estaban actualizando el auditorio y todas las salas de exposiciones, me di cuenta de la seriedad con la que se encaró el proyecto de puesta en valor de un espacio que estaba invisibilizado. Es un lugar realmente bellísimo desde lo arquitectónico y con mucho potencial desde la programación que se propone. Ezequiel me dijo que quería tener una programación muy fuerte en tango, folklore y jazz y me propuso diseñar un ciclo de música contemporánea. Tanto él como yo hemos sido muy amigos de Gerardo Gandini y, sabiendo que yo había sido el encargado de los conciertos de celebración de los 50 años del Instituto Di Tella en este lugar, me hizo esta propuesta que hemos llamado Industria Nacional. Serán seis conciertos que se llevarán a cabo el tercer domingo de cada mes a las 18, un horario muy amable para el público. La entrada será libre y gratuita. Empieza este domingo y seguirá hasta noviembre.

– ¿Cuáles fueron las premisas para organizar este ciclo?

– La primera idea que sugerí desde la propuesta curatorial fue que se hicieran obras de compositoras y compositores argentinos, en lo posible en actividad, interpretadas por músicos argentinos. Por este motivo es que el ciclo se llama Industria Nacional. Convoqué a agrupaciones y solistas que tienen una absoluta vigencia en el panorama musical actual. El ciclo iba a empezar en mayo con un concierto a cargo de la pianista Haydée Schvartz y el violinista Elías Gurevich. Pero como en ese momento empezó a crecer la cantidad de contagios por Covid, debimos suspender esa primera jornada. Así que el primer concierto será este domingo y estará a cargo de la Compañía Oblicua, de la cual formo parte y dirijo, y que originalmente iba a ser el segundo concierto del ciclo.

– ¿Cómo fue la elección de los intérpretes y qué criterio se utilizó para la selección de las obras?

– Cada agrupación o intérprete tuvo la total libertad de elegir el repertorio que quería interpretar. Y llamativamente, para mi grata sorpresa, la gran mayoría de las obras que se van a escuchar en este ciclo fueron compuestas en el siglo XXI. Habrá algunas obras de Marta Lambertini o Gerardo Gandini de los años noventa, que son referentes ineludibles de la música de las últimas décadas del siglo pasado. Pero lo que me sorprendió gratamente es que todos hayan apostado por una producción de los últimos años, lo cual habla de la vitalidad que tiene el campo de la música contemporánea en nuestro país.

-¿Cuál es el repertorio que interpretará el próximo domingo la Compañía Oblicua?

– Nuestro programa ha sido pensado estrictamente en términos de contrastes expresivos. La obra de Mariano Rocca, Plano, se caracteriza por un estatismo dinámico para definirlo en términos de oxímoron. Luego pasamos a Tankas, una serie de bellas canciones de Marta Lambertini basadas en textos de Jorge Luis Borges. Haremos el estreno mundial de Metatrón, una obra de Eva Lopszyc, una de las más notables compositoras de este momento que propone una estética muy “gestual”, por definirla de alguna manera. Seguimos con Tenue brillantez de otra notable creadora, Patricia Martínez y cerraremos el concierto  con Caminos del espejo, compuesta por el cordobés José Halac con textos de Alejandra Pizarnik.

– ¿Cómo percibís el panorama de la llamada música contemporánea en Argentina?

– Creo que si pensáramos la música como un país, la música contemporánea en Argentina representaría una pequeña provincia, porque tiene un público que no es masivo, pero que sí le es fiel y muy fervoroso. Por otra parte, tiene una gran cantidad de compositores muy comprometidos con la mirada actual sobre la música. Por este motivo es que el nombre de Industria Nacional para el ciclo es una apuesta a una cuestión identitaria muy fuerte y a la vez muy diversa. Afortunadamente, la música que se crea en la actualidad en la Argentina no va en un solo camino. Y esto se va a ver claramente reflejado en los programas de cada uno de los conciertos que forman parte del ciclo. En los 80 todavía teníamos que mirar para atrás para abrevar en la música contemporánea argentina. Pero desde hace un poco más de una década, la producción musical en nuestro país se ha multiplicado. Hay muchos centros muy importantes en Córdoba, Bahía Blanca, Rosario, Mar del Plata, Mendoza y Salta, para citar solo algunos, en los que, afortunadamente, el empuje de los músicos de cada lugar genera polos creativos de gran vitalidad y de diversas estéticas en consonancia con las características de cada región.

– En estos momentos hay una suerte de discusión acerca de la definición  “música contemporánea”, porque esta expresión remite, en realidad, a una estética que proviene de antes de la mitad del siglo XX. ¿Cuál es tu posición?

– Es cierto. El término contemporáneo está un poco en discusión en estos momentos, porque en el sentido literal se refiere a lo que se produce hoy. En términos históricos se puede hablar de los últimos 20 o 30 años. Pero en términos estéticos se sigue pensando que la contemporaneidad empieza con Arnold Schöenberg, Anton Webern o Alban Berg, y esto ya tiene 114 años porque las “Tres piezas para piano, Opus 11” de Schöenberg, que son consideradas las primeras obras atonales de la historia, fueron compuestas en 1908. Por eso es que prefiero hablar de músicas actuales, si bien el término actualidad se refiere al ahora, tiene una vigencia menos extendida y evita tirar los lazos tan hacia atrás en el pasado.

¿Qué relación tiene el oyente de este tipo de música respecto al de otras estéticas académicas más frecuentadas, como la música clásica decimonónica, por ejemplo?

Mauricio Kagel decía que la música del siglo XX obliga al oyente a trabajar, es decir a ponerse a disposición con todos sus sentidos, su percepción y su campo emotivo de una música que, a priori, ofrece resistencia, porque no tiene las melodías de la música clásica, no se puede seguir el ritmo con el pie o no se la puede silbar, como decía Schöenberg. Y acá hago hincapié en algo importante: yo le pedí a cada uno de los artistas que en sus conciertos presenten las obras y que lo hagan de modo amable, que establezcan un diálogo con el público. Mucha de la gente que va a este tipo de conciertos está en sintonía con esta música y sus expectativas están puestas ahí. Pero si pretendemos acercar a un nuevo público, es necesario abrir una puerta amable hacia el oyente que viene sin ningún tipo de presupuesto o contacto previo con esta estética como para decirle, “mire, esto no es Mozart, pero puede resultarle interesante por determinados motivos”. Hace un tiempo con la Compañía Oblicua hicimos un ciclo en el CCK que se llamó “Quién le teme a la música contemporánea”, en el que presentábamos a las obras de manera coloquial, explicando procesos de composición o características que el público podía encontrar en las obras que interpretábamos. Y mucha gente se acercaba para agradecernos, porque se daba cuenta de que la música contemporánea no era el cuco con el que se la suele representar. Esto mismo es lo que hago desde hace 14 años en mi programa de Radio Nacional. Por todo esto creo que este tipo de ciclos permite que muchas personas descubran riquezas que no preveía que pudieran estar en un discurso sonoro de este tipo. Y esto es lo mejor que nos puede pasar, porque nos permite enriquecernos simbólica y espiritualmente. Para aquel  que pueda sentir la chispa de algo nuevo que nunca había experimentado es una ganancia individual. Si logramos esto, cumplimos con nuestro objetivo.

Industria Nacional

Ciclo de Compositores e Intérpretes de Argentina.

Concierto 1: domingo 19 a las 18.

Compañía Oblicua. Integrantes: Sergio Catalán, flautas; Griselda Giannini, clarinetes; Elena Buchbinder, violín; Fabio Loverso, violoncello; Diego Ruiz, piano; Gonzalo Pérez, percusión; Lucía Lalanne, soprano; Marcelo Delgado, dirección.

Centro Cultural Borges, Auditorio Ástor Piazzolla.

Viamonte 525, CABA.

Entrada gratuita con reserva previa en https://linktr.ee/reservas.ccborges