Es casi desconocido en nuestro medio, a pesar de que tres de sus novelas han sido traducidas al español. Según lo informa El País de España la más reciente y que aún puede conseguirse en las librerías españolas es En la orilla (2003), publicada por la editorial Poliedro. En ella Gurnah cuenta la historia de dos refugiados africanos, Saleh Omar y Latif Mahmut, que han salido de Zanzíbar –ciudad natal del autor- para vivir en el Reino Unido. Las otras dos son Precario silencio (1998) y Paraíso (1997). Ambas fueron publicadas por El Aleph, pero están descatalogadas y, por lo tanto, son inconseguibles.  Seguramente, como suele suceder con quienes obtienen el Nobel, habrá nuevas ediciones y reimpresiones de sus obras.

Gurnah es el quinto africano en recibir el máximo galardón de literatura desde se instituyó el premio en el año 1901. Lo precedieron Wole Soyinka (1986), Naguib Mahfouz (1998), Nadine Gordimer (1991) y John Maxwell Coetzee (2003).

Su conocimiento del drama de los refugiados, un tema dominante en su obra, es de primera mano, ya que él mismo estuvo en esa situación. En efecto, en 1960, cuando terminó la escuela, emigró como refugiado al Reino Unido luego de que Zanzíbar adhirió a Tanzania, un país entonces de reciente formación, cuyo presidente, Abeid Karume, llevó a cabo una sistemática persecución de las minorías de origen árabe a las que pertenecen Gurnah y su familia.

El escritor ha sido consecuente con sus ideas sobre el colonialismo y los refugiados que hoy le han valido el Nobel y el reconocimiento mundial. En 1997, cuando presentó en España su novela Paraíso mantuvo una entrevista con el periódico ABC en la que dijo: “Lo que me interesa es cómo se cuenta la historia del colonialismo. Lo ocurrido no se puede negar. Pero sí puede mediatizarse la forma de contarlo y eso es lo que ha sucedido hasta ahora. Durante siglos, en el este de África han convivido distintas culturas y en cierta forma trataban de negociar una estabilidad cultural hasta la llegada del colonialismo, que no tiene en cuenta la cultura, e ignoró todas las anteriores y trató de imponer sus intereses. Nosotros no acabamos de entender esa falta de respeto. Simplemente dijeron: `Hasta ahora han pensado así y a partir de ahora deben pensar como nosotros`. Es decir, tuvimos la sensación de perder el control”.

Y agregó: “Mis escritos no intentan ser políticos o sociales. El tema de mis novelas es sentirse extranjero. Esa sensación de sentirse desplazado no sólo en cuanto al espacio físico sino desde un punto de vista cultural. Ese es el verdadero tema de mi novela Paraíso. El protagonista tiene que desarrollarse en un medio no sólo hostil, sino que no reconoce sus valores ancestrales.”

La novela mencionada narra la historia de un chico nacido en una ciudad ficticia de Tanzania a principios del siglo XX que, para salvar la deuda que contrajo s padre, comienza a trabajar como sirviente para un comerciante. De este modo, el protagonista debe enfrentarse a las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y descubrir diferentes lugares de África y de sí mismo.

Según se informa en el sitio oficial de la Academia Sueca, al recibir por teléfono la noticia de que era el ganador del Premio Nobel 2021, Gurnah se mostró muy sorprendido. «Estaba pensando quién lo recibiría'», dijo. Y cuando le anunciaron que el ganador era él, expresó: «Pensé que era una broma, de verdad».

También los apostadores deben haberse sorprendido,  ya que el nombre del ganador no era mencionado como favorito. No menos sorprendidos deben de haberse sentido quienes se interesan por  los elegidos de la Academia Sueca. Aunque lo inesperado ya casi se ha hecho costumbre respecto del Nobel, no deja de resultar sorprendente. De todos modos, en el otorgamiento del galardón hay una constante: lo que se evalúa no es solo la calidad literaria de los autores. Más allá de los méritos específicos de los elegidos, lo político tiene  un peso innegable. El drama de los refugiados suele ocupar la primera plana de diarios impresos y sitios web, aunque en un mundo injusto, el problema parece estar lejos de resolverse.

La editora de la obra de Gurnah para Bloomsbury, Alexandra Pringle, según informa The Guardian, dijo al enterarse de la noticia: “Es uno de los más grandes escritores africanos vivos y nadie lo ha notado. Eso me ha matado. Hice un podcast la semana pasada y allí mencioné que él había sido una de las personas que han sido ignoradas. Él ha sido ignorado. Y ahora pasa esto”. Quizá, ante la falta de justicia, la Academia Sueca en esta ocasión haya decidido impartir la única justicia que no claudica,  la justicia poética.