Para Facundo Imhoff el vóley apareció como una segunda opción. A los 9 años, el técnico del equipo de fútbol del Club Atlético Franck le dijo que mejor no vaya más a entrenar, que no tenía las condiciones para jugar. En el club de un pueblo de 5000 habitantes, la única alternativa al fútbol era el vóley. Y así arrancó. Luego llegó un estirón de 20 centímetros, que transformó lo que pintaba para un hobby en una carrera profesional. Más de 20 años después de aquella escena, Imhoff es parte de la conversación cotidiana en su pueblo natal, al oeste de la provincia de Santa Fe. No precisamente por haber ganado la medalla de oro en los Juegos Panamericanos ni porque regresó a Bolívar, el último campeón de la Liga A1. El voleibolista de 30 años decidió romper con un tabú: es el primer deportista de la élite nacional que dice abiertamente que es homosexual. «En el pueblo se enteraron todos. He estado en programas que son los típicos que se miran en el pueblo, no sólo en los deportivos. Y el debate se volvió constructivo: muchas personas se lo empezaron plantear. ‘Mirá, a este chico le pasa eso y es feliz’, dicen. Abrió muchas cabezas. Siento que la sociedad no es homofóbica sino que hay mucha ignorancia porque eso no se ve, porque el debate está nada más en las grandes ciudades. Yo, como referente deportivo del pueblo, siento que me bancaron y hubo una apertura. El mensaje que quiero dar es para eso», afirma Imhoff.

–¿Cómo llevás haberte vuelto tan mediático?

–Me parece medio bizarro. ¿Por qué me tengo que parar frente a una cámara y contar algo que para mí es tan natural como es la sexualidad? Porque entiendo que la naturalidad con la que yo tomo mi homosexualidad no es la naturalidad con la que lo toma la sociedad. Hubo una nota en los Panamericanos que disparó todo. Hay un tabú y un silencio muy grande en el ambiente del deporte y en la sociedad en general. Yo no lo conté para volverme noticia. Pero como es una problemática que está, se volvió noticia. Y a partir de ahí mucha gente me empezó a escribir pidiéndome consejos o agradeciéndome lo que digo. Entonces, no puedo mirar para un costado y hacer que no pasa nada. Hay que seguir hablándolo hasta que se naturalice.

–¿Hay gente que estaba esperando un mensaje así?

–Uno de mis mayores miedos era que ningún jugador había dicho algo así. Pensaba que me podía perjudicar en el plano laboral. Mi miedo era que no me contraten más, que no me llamen por ser gay. Me hubiera encantado tener un referente positivo pero no lo tenía. Y eso me frenaba mucho. Yo quiero sentar un precedente para los futuros deportistas que tengan la tranquilidad de que no va a pasar nada si viven su sexualidad libremente. No me suma ni me resta contarlo porque ya tengo 30 años y tengo una carrera hecha, formo parte de la Selección, juego en Bolívar, que es el último campeón argentino. Comprobé que no es algo que me perjudicó sino que potenció mi rendimiento. Quiero llegar a gente que por ahí está esperando para dar ese paso y disfruto de poder ayudarlos.

–¿Y a qué le temías?

–Vivimos en una sociedad machista. Y uno, para ser buen deportista, tiene que ser agresivo. Ser el macho, el que va al frente y pone huevo. Y si uno dice que es gay esa imagen del macho se pierde. El jugador antes de que le suceda eso prefiere mantenerse en el anonimato para no perder esa imagen. También estaba la aceptación de mis colegas pero con el paso del tiempo te das cuenta de que no te pasa nada. Yo tengo confianza con mis compañeros. Era un miedo que tenía, pero es más la fantasía que lo que sucede. Mi vínculo con los compañeros y los rivales no se modificó.

–¿Por qué decís que te potenció haber blanqueado tu sexualidad?

–Yo soy un convencido de que nuestro cuerpo expresa lo que las emociones no sanan. Es de manual. Y mi cuerpo me empezó a pasar factura, con el agravante de que es mi herramienta de trabajo. Siento que en un momento me empezó a decir: «Che, basta, ocupate de vos». Tuve lesiones raras, difíciles, que me dejaban sin entrenar ni jugar durante mucho tiempo. Realmente decidí empezar a escuchar a mi cuerpo y preguntarme por qué me estaba sucediendo. Y ese fue un puntapié inicial para asumir mi sexualidad.

–¿Creés que un futbolista podría hacer lo que elegiste hacer vos?

–El fútbol es mucho más masivo y más machista. Está muy presente la mirada del hincha, del barrabrava. Desde el cantito de te vamos a romper el culo al de qué puto que sos. Pero creo que es como todo. Tiene que haber alguien que se inmole. A mí me gusta este término porque lo pensé así: me voy a inmolar. Y después de que alguien lo haga sin duda va a marcar un precedente y lo tendrán que apoyar los grandes jugadores para que deje de ser un tema tabú. Tiene que haber un cambio de cabeza generalizado. Si sale uno solo va a recibir muchas críticas. Yo he recibido muchas críticas y si no estás fuerte tal vez te desestabiliza, porque no podés creer las cosas que te escriben en las redes.


La pelea con la Federación

La lucha por sentar un precedente para que los deportistas vivan una sexualidad libre no es lo único que ocupa a Facundo Imhoff por estos días más allá de lo que pase dentro de la cancha. El central de Bolívar Vóley además protagoniza la pelea que están dando los jugadores de la Selección contra la Federación del Vóleibol Argentino, que fijó un arancel de 4000 dólares para quienes quieran jugar en el exterior. Además, reclaman por deudas históricas y malas condiciones en viajes y concentraciones. «La Federación la manejan personas que no fueron elegidas por nadie, que no son deportistas ni exjugadores. No piensan en lo mejor para el vóley sino en quedarse con algún negocio. Ya hicimos público que el año es nuestro límite: ningún jugador va a ir a la Selección si no hay un cambio en la conducción», aseguró el campeón panamericano en Lima 2019.