Alan Matturro cabalga como un caballo descarriado. Captura una pelota en la mitad de la cancha, estira las patas para pasar entre dos jugadores, relincha. Es el minuto 16 del segundo tiempo de la semifinal del Mundial Sub 20 con Israel. La mayoría de los 27.860 hinchas en el Estadio Único Diego Maradona de La Plata son uruguayos: quedan en pausa, porque Matturro patea, el arquero Tomer Tzarfati desvía la pelota, pega en el palo y, entonces sí, Anderson Duarte mete el gol.

Matturro, su apellido en una selección de Uruguay, puede entregar mucha información con solo pronunciarlo. Es su sonido. Matturro -18 años, 1,89 m, ya jugador del Genoa de Italia- nació para ser defensor y uruguayo: un gol en el 4-0 a Irak en el debut y al que le cometieron el penal ante Túnez (1-0), asistencia en octavos frente a Gambia (1-0), siempre lateral izquierdo, aunque zaguero en Defensor Sporting, se consolidó en este Mundial Sub 20 en la línea sucesoria de los defensores de Uruguay. El domingo, a las 18, será la final con Italia, que le ganó 2-1 a Corea del Sur.

Matturro metió piera fuerte hasta en el festejo del 1-0, el que llevó a la selección Sub 20 de Uruguay a su tercera final después de Malasia 1997 y Turquía 2013 (derrotas ante Argentina y Francia): se resbaló sobre una lona antes de abrazar al goleador Duarte y barrió a un fotógrafo que, ya en el piso, gesticuló como si lo hubiese lesionado. Matturro, que está en la selección uruguaya desde la Sub 15, no había jugado el Sudamericano de Colombia en enero, recién incorporado al Genoa, con el que viene de lograr el ascenso a la Serie A.

La jugada que derivó en el gol ya la habían visto unos pocos en las inferiores de Defensor Sporting, cuando en Séptima jugaba de mediocampista por izquierda (antes era enganche, y le decían “Román” por Riquelme, porque, dijo, “usaba los zapatados negros” y “jugaba simple, disfrutaba”). Nacido en Montevideo, de familia de italianos, se curtió como futbolista, sobre todo, en 2021, en el ascenso, cuando devolvió a Defensor Sporting a Primera. Matturro es lectura del juego, empuje en la salida, músculo en la marca y convicción que da seguridad.

Una de las figuras del Mundial Sub 20

“Matturro es un polifuncional -dijo Gerardo Miranda, su entrenador en las inferiores de Defensor, en diálogo con Quiero fútbol (Radio Sport 890)-. Cuando lo tuve en Séptima jugaba como volante por afuera, luego Gianni Michelini lo puso de zaguero, y ahora Marcelo Broli lo utiliza de lateral izquierdo en la Sub 20”. En la defensa de la selección lo acompaña una pareja de centrales -Sebastián Boselli y Facundo González- que le da libertad para las subidas, vendavales que también terminan con centros rasos, fuertes y al pie, de los que llegan al área.

Son altísimas las condiciones de Matturro, coinciden los scouts que siguieron el Mundial Sub 20, camuflados como espías de clubes de Europa y, sobre todo, de las franquicias de la MLS de Estados Unidos. Aunque Matturro no es una “novedad”: cuando los jugadores de la selección de Italia salieron a calentar tras el triunfo de Uruguay ante Israel en la primera semi, se acercó a saludar a Luca Lipani, compañero en el Genoa, rival este domingo.

“En la final dejaremos hasta la última gota de sudor”, dijo Matturro. “Esta selección está hecha para ganar grandes cosas”. Y, sobre el estado del campo de juego, ni se mosqueó: “La cancha en un Mundial, una vergüenza la verdad que esté así el pasto, pero ta’, cuando éramos chicos jugábamos en la tierra, jugábamos en la calle. Para Uruguay es lo mismo, jugar acá, jugar en la calle, es lo mismo. No hay excusas”.

El fotógrafo al que barrió en el festejo es Miguel Brechner, fundador en 2007 del Plan Ceibal (Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea). Es un plan de inclusión social y tecnológica a través del sistema educativo público que entrega una computadora por niño y por docente en la primaria. Matturro creció bajo el Plan Ceibal.

El Negro Roberto Fontanarrosa abre “Los nombres”, un relato incluido en Los trenes matan a los autos (1977), así: “Porque también la cosa está en los nombres, en cómo suenen, en las palabras, pero más, más en los nombres porque se puede estar transmitiendo agarrado al micrófono con las dos manos, casi pegado el fierro a la boca, y la camisa abierta, transpirada y abierta, los auriculares ciñendo las orejas y las sienes como un dolor de cabeza y ahí valen los nombres, tienen que venir de abajo, carraspeados, desde el fondo mismo del esternón, tienen que llegar como un jadeo, lastimarte, tienen que ser llenos, digamos macizos, nutridos, eso, nutridos”. Y Fontanarrosa nos recuerda a los arqueros “Marrrapodi” (Roque Marrapodi), y a “Cammaraaata” (Antonio Cammarata). Y Matturro surca el andarivel izquierdo, ahí va Matturo, Alan Ma-ttu-rro.