El 1° de agosto Nadia Podoroska dio el primer indicio de que se vendrían cosas importantes. Tras un largo parate por el coronavirus, fue la primera tenista del planeta en ganar un partido oficial, con una victoria ante la húngara Reka Luca Jani en la qualy del WTA de Palermo. Dos meses después, en el segundo Grand Slam que disputa en su carrera, parece decidida a hacer historia: tras vencer a Yulia Putinsteva en tres sets se metió en la tercera ronda de Roland Garros, donde no aparecía una tenista argentina desde 2014, cuando lo logró Paula Ormaechea. El viernes, en octavos, se medirá con la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova (161), quien sorprendió a la bielorrusa Victoria Azarenka (14), reciente finalista del US Open.

La rosarina de 23 años consiguió el primer triunfo de su carrera ante una top 30 y se posicionó 102 en el ranking. Si logra meterse en la segunda semana estará entre las 100 mejores, lo que allana su camino a los Juegos Olímpicos de Tokio, donde clasificó tras ser campeona panamericana pero debe garantizar un ránking mínimo en la WTA. Para una tenista que hasta el año debía pensar en lo económico para sostener su carrera, el quinto triunfo consecutivo en Roland Garros sobre todo valió 126 mil euros.  «Estoy en una situación muy delicada. Me fui a España porque allá gastas menos, puedes viajar más fácil a torneos. Voy a estar casi un año sin volver a Argentina. Es algo que pocas chicas pueden aguantar», contaba Podoroska a comienzos del año pasado. 


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(Foto: Mariano Martino)


Su situación desnuda el escaso apoyo que arrastra el tenis femenino en la Argentina.  «No es que seamos menos las mujeres, sino que nos faltan oportunidades. Se necesita desde zapatillas, raquetas, viajar por el mundo”, aseguraba en 2019, cuando más de 50 integrantes del grupo de tenistas profesionales se unieron para generar una salida colectiva que incluya más desarrollo y equidad. Reclamaban que había  21 torneos masculinos organizados en el país contra cero femeninos. 

Podoroska cambió Rosario por Alicante, España. Se instaló ahí por motivos económicos, para estar más cerca de los torneos y gastar menos plata en pasajes. El oro en Lima 2019, nada menos que el tercero para el tenis femenino después del de Mary Terán de Weiss en Buenos Aires 1951 y el de Florencia Labat en Mar del Plata 1995, fue la primera muestra de que había sido una buena decisión. Su histórica actuación en Roland Garros parece la confirmación. “Estoy contenta del apoyo que recibo desde Argentina. Es bueno que el tenis argentino femenino tenga visibilidad y que todas podamos conseguir más apoyo para seguir compitiendo», declaró en la rueda de prensa tras su triunfo de este miércoles. Gabriela Sabatini, el mayor ícono de la raqueta femenina en el país, se sumó a las felicitaciones.  



La gran aparición de la rosarina fue en 2016, cuando pasó del 336 en el ranking a 192. Pero en 2017 sufrió varias lesiones, incluso una en la muñeca que la alejó de las canchas por ocho meses. La tenista que a los nueve años había logrado detectar que se “había quemado” para dejar de entrar por algunos meses, decidió entonces cambiar nada menos que de entrenador y de sede. La pandemia se interpuso en su crecimiento, cuando venía de conseguir títulos en W25 de Malibu, Estados Unidos y Petit-Bourg, Isla de Guadalupe. “Aproveché el tiempo de parate. Hice muchos ejercicios de flexibilidad, estiramientos. Y también concentración y meditación. Sirvió para trabajar esos aspectos que en competencia o con la vorágine del circuito son más difíciles llevar adelante”, contó en una entrevista para El Ciudadano. 

En ese trabajo mental, acaso, esté también la explicación. Antes de Roland Garros levantó el título en el torneo W60 de Saint-Malo, en el norte de Francia, el título individual más importante de su carrera hasta ahora. “Empecé a trabajar con Pedro Merani, que es un entrenador mental. Es un aspecto que yo no había trabajado antes; no es psicología sino entrenamiento mental para la competencia», contó en París, mientras mantiene vivo el sueño de meterse entre las 16 mejores. Porque el 2020 aún puede traer más sorpresas para Podoroska.