Después de varios meses, Nadia Podoroska disfruta unos días en la Argentina. Su agenda está cargada antes de volver a Alicante, España, donde decidió instalarse para fortalecer su carrera deportiva. En Buenos Aires, por caso, pasa menos de 24 horas. La estadía en la capital incluye exámenes médicos en el Cenard, un compromiso en el Parque Roca y una conferencia en el Buenos Aires Lawn Tennis. «Saco la medalla varias veces al día. Me gusta, me encanta», explica la segunda mejor tenista nacional en el ranking –está 294 y sólo la supera Paula Ormaechea– después de posar con el oro logrado en los Juegos Panamericanos. Se lo puede colgar cuando quiere. Sólo necesita buscarlo en el bolso. O en su casa. O donde decida guardarlo. Es parte de su cotidianidad. Es nada menos que el tercero para el tenis femenino después del de Mary Terán de Weiss en Buenos Aires 1951 y el de Florencia Labat en Mar del Plata 1995.

–Recién sacaste la medalla dorada del bolso como si fuera un pantalón o una raqueta. Hasta parecía un acto sencillo.

–No se gana de un día para el otro. Estos últimos dos años de mi carrera han sido muy duros, tuvo puntos altos y bajos, muchas lesiones pero este logro es producto del trabajo de cada día, de seguir entrenando y de disfrutar de lo que hago. Hoy me siento muy orgullosa y satisfecha por haber ganado esta medalla.

–¿Cuál era la expectativa cuando llegaste a Lima?

–El objetivo era como un sueño: quería clasificar a Tokio 2020. Era algo que me motivaba muchísimo. Pero no fui presionada ni con la idea de buscar algo preciso sino con ganas de disfrutar y de vivir una semana en equipo porque venía de estar mucho tiempo sola en mi circuito. Y eso es más complicado. Estar una semana en equipo con gente que conozco mucho me generaba mucha ilusión en el aspecto de compartir y vivir una experiencia nueva como un Panamericano. Para los tenistas es algo muy diferente. Nosotros pensábamos lo lindo que sería poder tener cuatro o cinco semanas al año como las que pasamos en Lima, todos juntos y de un modo muy diferente al resto del calendario.

–¿Es un deporte muy solitario?

–Depende de la personalidad de cada uno. A mí me gusta mucho compartir y quizás en el tenis tenés que ser un poco egoísta, pasar sola. Tiene su parte positiva pero cuando atravesás muchas semanas así te cansa.

–¿Qué es el tenis para vos?

–Es el medio que encontré para desarrollarme como persona. Hay un montón de cosas que he aprendido y no lo hubiese hecho sin este deporte. Todavía me quedan muchas cosas lindas por vivir. Pero la disciplina, la perseverancia y otros valores me los enseñó el tenis, y son muy importantes para la vida en general.

–¿Hay otros más?

–Lo que más me gusta y lo que vengo aprendiendo es lograr la autoconciencia adentro de la cancha. Ahí no te podés mentir: lográs un grado de conciencia extrema que es difícil de darse cuenta y de verlo cuando no estás al límite. Es lo que más me gusta: adentro de la cancha aparecen los miedos, las inseguridades, las dudas y las convicciones. Es apasionante. Pocas cosas en la vida te llevan a ese extremo y a ese lugar tan profundo.

–¿Cómo sigue una carrera después de una medalla dorada?

–Lo que más resultado me viene dando es no pensar tanto a futuro sino definir qué quiero hacer cada día sin presionarme con ranking o torneos.

–¿Cuesta controlar la autoexigencia?

–Es algo que intento manejar para estar lo más equilibrada posible. Tengo que saber que puedo tener momentos malos y buenos. No tengo que ponerme la vara muy alta cuando estoy muy arriba ni sentirme muy mal cuando vienen las malas. Cuanto más estable me pueda mantener, mejor voy a estar.

–¿Qué representa la medalla?

–Siempre la voy a recordar como un momento único en mi carrera. Fue muy especial. Ojalá que sea el inicio de algo muy bueno. Lo voy a recordar toda la vida con una enorme alegría. Me pasa lo mismo con los videos que me han enviado: me encantó ver cómo la gente se compenetraba con el partido y disfrutaba. No me canso de verlos.

–¿Fue lo que más te sorprendió?

–Sí. Me emocionó ver cómo la gente compartía el partido en las redes sociales. Hay un video donde mucha gente se filmó viendo los últimos puntos y la verdad no lo puedo creer. Es muy lindo haber generado todo eso. Es un privilegio.

–¿Ya imaginás la participación en Tokio 2020?

–Falta mucho para los Juegos Olímpicos. Los tenistas solemos organizar semana a semana y hoy Tokio está demasiado lejos. Por eso me voy a concentrar en entrenarme y seguir progresando. Estoy convencida de que si mantengo el nivel de tenis de estas últimas semanas no debería tener problemas para mantenerme entre las primeras 300 mujeres. Voy a enfocarme en seguir con el proceso que venimos trabajando con mis entrenadores Juampi Guzmán y Emil Redondi en Alicante y Juan Martín Aranguren cuando estoy en Argentina.

–¿Fue molesto tener que tomar la decisión de irte a España para seguir con tu carrera?

–De muy chica tuve claro que en Argentina iba a ser muy difícil crecer como quería en el tenis femenino. Sobre todo por las distancias y los recursos económicos. Ya lo tengo súper incorporado. No lo vivo como algo dramático o tremendo. Sí me gustaría venir más seguido al país. Tengo la convicción sobre a dónde tengo que llegar y qué tengo hacer, y para lograrlo lo mejor es estar en Europa como estoy ahora.

–¿En qué situación está el tenis femenino en la Argentina?

–En una crisis. Hace muchos años que no tenemos una referente en la élite, no hay torneos en el país, sponsors ni empresas que apoyen el deporte. Ojalá esta victoria sea un inicio para que se hable más del tenis femenino y que sea una demostración de qué talento hay.

–¿Qué falta?

–Oportunidades. Hay muchas chicas que juegan, se entrenan y tienen muchas ganas. Pero si no hay torneos y terminás compitiendo en un nivel muy diferente al del circuito todo se vuelve más complejo. Ir a Europa tiene un costo alto y difícil de mantener, pero a la vez si no estás jugando a ese nivel es muy complejo insertarte y obtener resultados en los torneos profesionales. Por eso hay que facilitar esas condiciones para que más chicas puedan lograr un nivel de tenis mediano o mínimo. Eso es lo que genera competitividad y es una especie de círculo o rueda en la que cada vez más jugadoras juegan y aumentan el nivel. Es lo que pasa con los hombres: al haber tantos varones que juegan bien va creciendo el nivel de todos.

–Este año decidieron unirse entre todas para plantear su reclamos. ¿Qué generó?

–Es la única manera de crecer y cambiar las cosas. Necesitamos estar unidas tirando para el mismo lado y teniendo contacto con la Asociación Argentina de Tenis para que, por ejemplo, se puedan desarrollar proyectos de base y a largo plazo. La unión entre jugadores es la única manera de lograr un cambio y también hay que crear nexos con la dirigencia y las empresas.