Su padre, Fernando Redondo, brilló en la Selección y el Real Madrid en los ’90. Fernando, su hermano, jugó en Tigre. Su abuelo materno es Jorge «el Indio» Solari, emblema de Newell’s. Santiago Solari, su tío, fue futbolista de River y el Real Madrid. Y su primo, Augusto Solari, es jugador del Celta de Vigo. «Vivir en mi familia es vivir alrededor de una pelota», dice Federico Redondo, que nació en 2003 en Madrid y, tras haber llegado a los 5 años al país, a los 9 empezó a jugar en las inferiores del club en el que se formó su papá, Argentinos Juniors. Ya con 20 años, ocupa su misma posición de volante central y de a poco suma partidos en la Primera del Bicho como parte de una tradición: un Redondo en el mediocampo de Argentinos.

–Tu abuelo, tu papá, tu hermano, tu tío, tu primo. ¿Cómo es la dinámica de vida en ese contexto familiar?

–Es formar parte de una mesa donde el fútbol se transforma en una conversación. Es la tele prendida y ver la Primera, el ascenso, las ligas europeas, todo. Era ir, con 5 años, a Renato Cesarini –club que hizo realidad mi abuelo– y jugar al fútbol con mis primos desde que nos levantábamos hasta que terminaba el día. Era tener una pelota adelante y no poder contenerse.

–¿Tiene algo de incontenible jugar a la pelota?

–Tiene algo de adictivo. Incluso hoy en día me cuesta ver a mis amigos jugar al fútbol, porque te dan ganas de jugar. Pero te quedás sentado porque hay que cuidarse. 

–En ese entorno, ¿cómo es la relación con tu padre?

–Mi papá nunca me obligó a jugar al fútbol. Me dijo que sea feliz con lo que haga. Que me divierta. Lo que sí me dijo también es que, haga lo que haga, lo realice al 100 por 100. En el fútbol, sin esfuerzo, no hay recompensa. Trato de no detenerme en las comparaciones. Tengo en claro que mi carrera es la de Federico y no la de Fernando. Claro que me apoyo mucho en él cuando tengo una duda, porque compartimos puesto y fue el mejor cinco de la historia. 

–¿Qué importancia tiene el Baby Fútbol? Empezaste en Estrella de Maldonado.

–Para mí es vital que un futbolista tenga años de Baby porque te permite mejorar el gesto técnico. Convivís con espacios cortos y debés tomar decisiones rápido. Te acostumbras a usar la suela y distintas superficies del pie, a colocar el cuerpo para que no te quiten la pelota.

–¿Qué cambió al llegar a Argentinos, un club con una forma de jugar definida?

–Empecé a sentir en Novena que todo se emparejaba. Ante eso, Argentinos tiene una respuesta: insistir en que juegues bien al fútbol. En no tirar pelotazos porque sí, si no que todo tenga un por qué. Si salís jugando o si salteas una línea, que tenga un sentido. No tirarse atrás, revolearle un pelotazo al nueve y ver qué sale. Desde que soy chiquito, todos los técnicos que tuve me inculcaron ser protagonista. Que no es fácil. Hay que tener personalidad en todas las canchas y con los grandes rivales. Argentinos es una filosofía de juego.

–¿Esa forma de jugar facilita el sentido de pertenencia?

–Claro. Los jugadores que pasan por el club tienen el sello de Argentinos. Uno cuando es chico lo que quiere es tener y tratar bien la pelota. Eso es lo que busca inculcar este club. Por eso el cariño del jugador. En mi caso, el sentido de pertenencia está potenciado porque mi papá hizo inferiores en Argentinos y porque es el club con el cual me siento identificado desde chiquito. Es el club que me dio y me enseñó todo.

–Desde tu posición de número cinco, ¿qué valor tiene el pase como recurso?

–Yo tengo un leitmotiv que es intentar mantener unida la defensa con el ataque. Esa es mi función. Intento hacer ese pase que quiebra líneas hacía adelante y que acelera el juego. Uso mucho el pase corto para atraer a los rivales y después dar el pase filtrado. Al final, el objetivo de cualquier jugada es el gol. Si lo podés hacer en tres toques, mejor. Pero si hay que hacer 100 toques, hay que hacer 100.

–Esa cantidad de toques, ¿tiene consecuencias positivas en tu juego?

–Sí. Facilita a que me posicione de mitad de cancha para adelante, con la defensa alta y con el objetivo de generar juego, abrir espacios y atacar. Esa posición a mí me sirve mucho, porque tenés al equipo en campo rival para volver a recuperar. También entiendo que el fútbol son momentos. Hay situaciones del partido donde te posicionas hacia atrás y hay que tener equilibrio defensivo.

–¿Cómo reaccionás a esos diferentes posicionamientos en la cancha?

–La mayoría de las decisiones que tomo son por intuición. Si te ponés a pensar, al ritmo que se juega hoy, te comen. Esto se da, por ejemplo, en el ámbito defensivo. Cuando intercepto un pase lo hago por instinto. Lo más importante es la rapidez mental. Tal vez no sea el jugador más rápido, entonces decidir y ejecutar antes es fundamental para mí. La velocidad  no creo que sea sólo por una cuestión física o correr más rápido. La velocidad que realmente importa viene de lo mental y lo técnico. Decidir a un toque, resolver en espacios chicos.

–Fuiste entrenado por Javier Mascherano en tu paso por la Selección Sub 20 y sos dirigido por Gabriel Milito en Argentinos. ¿Qué asimilaste?

–Con Mascherano fue la primera vez que oí hablar sobre el juego de posición. Fui citado a la Sub 20 antes de subir a Primera con Argentinos. Gaby Milito va por la misma línea. Es una forma diferente de ver el fútbol, donde jugás mediante el pase, en función del compañero y el rival y, a la hora de defender, se intenta subir al equipo y controlar el ataque del contrario. Ahí supe lo fundamental de la frase «Se juega como se entrena». El entrenamiento como espacio para aumentar tus chances de ganar.

–Argentinos jugará la Liga Profesional (el viernes debutó con una derrota 0-1 ante Central en Rosario), la Copa Argentina y la Libertadores. ¿Cuáles son tus expectativas?

–A corto plazo es ir asentándome en el plantel de Primera. Sumar minutos. Eso en lo individual. En lo grupal, queremos sumar una estrella en el escudo. Hace mucho la estamos buscando. Siempre estuvo muy cerca. Tanto en la semifinal con Boca de la Copa Argentina 2021, como en la semifinal con Tigre de la Copa de la Liga 2022. Es una espina. Queremos sacárnosla.

–¿Y la Libertadores? El club la ganó en 1985.

–La Libertadores es un sueño que todo jugador quiere alcanzar. Me tiraste un disparador para hablar en la cena, que es saber más sobre la Libertadores de 1985. Sé poco, porque tampoco pregunté. Será un tema de conversación con mi papá en la mesa. «