Mientras se aguarda el dato del aumento de precios minoristas de mayo, que el Indec publicará el miércoles (y que se prevé que rondará el 3,5%), ya se avizora como inevitable que la inflación anual de 2021 será mucho más alta de lo que se suponía. El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado por el Banco Central a fin del mes pasado entre consultoras, centros de estudio y bancos concluyó que el acumulado a fin de año será del 48%, un punto más de lo que se esperaba a fin de abril y muy por encima del 29% que había augurado el Ministerio de Economía para todo 2021.

El mercado lo sabe y busca protegerse con instrumentos que no pierdan la carrera con los precios. En la última semana, de los $ 159 mil millones que recaudó la Secretaría de Finanzas por la emisión de títulos de deuda, el 76% correspondió a Letras del Tesoro ajustadas por el coeficiente CER, ligado a la inflación. De la misma manera, el Informe Monetario Mensual del BCRA señala que los depósitos bancarios ajustados por UVA (Unidad de Valor Adquisitivo) crecieron un 20,6% en mayo y ya duplican el volumen de diciembre pasado.

Lo curioso es que la mayoría de los factores que suelen citarse como causa de la inflación están relativamente controlados o al menos crecen a un ritmo reducido, que no se condice con el incremento de precios esperado. El tipo de cambio luce adormecido: subió un 13% en lo que va del año y por sexta vez consecutiva los participantes del REM corrigieron a la baja su pronóstico (lo situaron en $ 110 para diciembre); el Central mantiene un firme cepo sobre el mercado de divisas y además sus reservas subieron por sexto mes seguido, lo que dificulta cualquier intento de corrida especulativa; el déficit fiscal primario del primer cuatrimestre se contrajo a apenas un 0,2% del PBI; y la base monetaria se mantiene en $ 2,53 billones, consagrando una reducción del 24% en términos reales en los últimos 12 meses.

Además, los términos de intercambio comercial siguen mejorando de la mano del alza de la soja; las tarifas están virtualmente congeladas o con ajustes de un solo dígito y los salarios reales acumulan su cuarto año consecutivo de retroceso, lo que redunda en un menor costo para las empresas.

¡A remarcar!

Tal divorcio entre el fenómeno y sus supuestas causas alientan las teorías de quienes creen que la fuerte suba de precios de los últimos meses es resultado de una puja distributiva. Un reciente estudio del CEPA (Centro de Economía Política Argentina) al que accedió Tiempo certifica el poder formador de precios con que cuentan algunas compañías. Según ese trabajo, apenas 20 empresas son responsables del 74% de la facturación en los supermercados. Un caso concreto es el de los fideos: Molinos Río de la Plata tiene seis marcas (Matarazzo, Lucchetti, Don Vicente, Favorita, Lucchettinis y Manera) que acaparan el 79,4% del mercado de dicho rubro.

El director del CEPA, Hernán Letcher, pone el foco en la conducta de eso grupos. «Están remarcando porque tienen margen para hacerlo. Yo me pongo en la cabeza de un empresario y me imagino que se está preguntando: ‘¿Y por qué no voy a remarcar si no hay razón para que yo modere mis aumentos?’. Ellos saben que se está por poner plata en la calle, que hay un escenario favorable a partir de programas de asistencia por la pandemia, que se están negociando paritarias y que todo eso va a ayudar a que la gente tenga más dinero en el bolsillo. Entonces, todo el mundo imagina que esos sectores formadores de precios van a remarcar», razona.

Para Letcher, la cuestión es más política que económica y por eso «las anclas históricas para contener la inflación no están funcionando. La realidad marca que los salarios y las tarifas no influyen, los combustibles ya no van a subir en lo que queda del año y la apreciación cambiaria no va a resolver el problema», evalúa.

Dinero en la calle

En cambio, otros observadores creen que la economía todavía está pagando las consecuencias de la fuerte emisión monetaria en que se incurrió el año pasado para conjurar los efectos de la pandemia. Así lo sostiene Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de la consultora OJF & Asociados. «Los efectos de la mayor emisión se sienten con un rezago de algunos meses, que es cuando esa masa de dinero termina de entrar en el circuito de la economía. En Argentina, ese ciclo es de 12 meses. Los picos de emisión se dieron en abril y mayo del año pasado, entonces es lógico que ahora se estén dando estos mayores índices de inflación», explica en diálogo con Tiempo.

El economista relativiza que los pronósticos alcistas signifiquen una mayor inflación para los próximos meses. «Si uno se fija bien, el REM mantiene las previsiones en torno al 3% mensual. Lo que pasa es que el total de 2021 se incrementa porque los meses anteriores fueron más altos de lo esperado», detalla. Tampoco se muestra partidario de los controles de precios porque «en algún momento se terminan» y es entonces cuando las correcciones son más abruptas. De todas maneras, acepta como posible que «algunas empresas de alimentos estén aprovechando el aumento de las commodities a nivel internacional para recomponer sus márgenes de ganancias».

Sin embargo, el directivo de OJF prioriza el rol de otro protagonista gravitante: el Banco Central. De acuerdo con su último informe oficial, la entidad tiene un stock de $ 3,6 billones en pases y Leliq, que superan en un 45% la base monetaria y además generan intereses en favor de los bancos, que poseen esos títulos en su cartera. «Ese déficit cuasifical equivale al 70% del rojo primario del Estado. Es una promesa de emisión futura. La pregunta del millón es en qué momento esa masa se convierte en emisión neta», conjeturó.

Relativos

Un aspecto adicional es que las diferentes categorías en que se divide el índice de precios al consumidor que elabora el Indec se están moviendo más o menos en la misma magnitud, según un análisis hecho por la consultora Ecolatina. Esto implica que las expectativas están primando sobre factores puntuales como devaluaciones o incrementos tarifarios que podrían impactar más en algunos sectores que en otros, como ocurrió en 2016, 2018 y 2019.

«Si los precios libres se mueven más o menos en la misma magnitud, se dificulta la recomposición de precios relativos. No hay una causa y, por lo tanto, controlar el proceso inflacionario y retornarlo a valores más cercanos al 2% mensual es una tarea más compleja», señala el paper. «