Alrededor de 500 productores rurales participaron, en la mañana de este martes, del acto de protesta –llamado asamblea– organizado por la Federación Agraria (FAA) y que contó con el respaldo de las otras tres entidades agrarias de la Mesa de enlace: la Sociedad Rural, Confederaciones Agrarias y Coninagro.

En el cruce de la autopista Buenos Aires-Rosario con la ruta provincial 90, cerca de Villa Constitución, en el sur de Santa Fe, Carlos Achetoni, líder de FAA, agitó a la escasa concurrencia con una orientación que a todas luces es compleja de concretar, como una movilización a la Ciudad de buenos Aires para dirigirse a la Casa de Gobierno y “patear” las puertas del Congreso.

Achetoni, único orador de hecho de la “asamblea”, planteó un discurso de confrontación que apuntó solo al gobierno nacional y no mencionó a las gobernaciones. En su alocución, le dedicó un tiempo a responder a las críticas internas que aseguran que la dirigencia de la Mesa de Enlace ha tenido una actitud permisiva con la administración del Frente de Todos. En ese punto, advirtió: “El enemigo está del otro lado” y repudió los señalamientos en su contra que lo sindican como “transero”.

El mal humor de Achetoni quizá tenga que ver con un grupo reducido pero intenso, llamado Productores Autoconvocados, que trata de marcar la agenda de las entidades agrarias. Este grupo autoconvocado ya tuvo protagonismo en el inicio de la gestión de Alberto Fernández, cuando participó de los primeros tractorazos en oposición a medidas específicas del gobierno nacional. De cara a esta protesta, hizo circular posteos por las redes sociales en los que amenazaba a productores que caracterizó como kirchneristas.

Problemas

Con todo, el problema de Achetoni es la debilidad que muestra actualmente la Mesa de Enlace producto de la división en sus filas, provocada por la posición que han adoptado los grandes pooles de siembra que dominan la producción de granos del país.

Según pudo saber este medio, en ese sector tiene fuerza la idea de que la presión sobre el gobierno debe ser lo suficientemente fuerte como para logar un nuevo dólar-soja después de abril pero sin recurrir a acciones desestabilizantes cuando arranca la campaña electoral. Eso en un cuadro en el que la tendencia muestra que el precio internacional de la soja es ascendente, no así para maíz ni trigo.

Un nuevo dólar soja podría ser la prenda de cambio de las malas cosechas que tendrán los productores, grandes y chicos, por la sequía al compensar los menores rindes con más pesos por tonelada.

De allí que un lock out o cese de comercialización, como los realizados en 2020, no tienen cabida y el propio Achetoni lo admitió: “Un paro puede complejizar al que tiene que movilizar hacienda en mal estado”, se justificó.

De todas formas, negocios son negocios y cualquier movilización a la Ciudad de Buenos Aires se haría después de la semana en la que se realiza Expoagro, la feria del sector que organiza la firma Exponenciar SA, una empresa propiedad de los grupos Clarín y La Nación.