La película que estaba faltando, esa que sobresaliera por sobre una selección de pareja para abajo en sus primeros seis días de proyecciones, según los estándares de Cannes, llegó ayer a la noche con la premiere mundial de «Crímenes del futuro» una fascinante puesta en escena de pesadillas futuristas bajo un cierto tono de filme noir, que el realizador canadiense David Cronenberg presentó en la Croisette.

El filme de Cronenberg venía sonando en las charlas del Palais del Festival por el peso específico de su filmografía, el elenco que traía consigo: Viggo Mortensen, la francesa Lea Seydoux y la estadounidense Kristen Stewart y por ciertas pistas de la temática que el realizador había entregado a cuentagotas sobre el filme con el que regresó a Cannes después de ocho años, cuando presentó «Polvo de estrellas», con el que Julianne Moore ganó el premio a la Mejor Actriz.

«Crímenes del futuro», reproduce un título que Cronenberg utilizó en 1970 pero no es una remake, se trata de un filme sobre un horizonte distópico donde la forma de vida y la aniquilación del medio ambiente va generando una mutación genética en algunos seres humanos en los que comienzan a aparecer nuevos órganos, una suerte de línea paralela evolutiva ante las consecuencias del cambio climático.

Rodada en plena pandemia en Grecia con un guión escrito 20 años atrás, «Crímenes del futuro» propone un entorno absolutamente inventado por precioso ojo cinematográfico de Cronenberg, en un filme que revive en su iluminación y algo de su desarrollo las mejores proyecciones del filme noire en clave distópica, con un supuesto Registro Nacional de Organos, que aún se mantiene fuera de la ley pero es el encargado de catalogar y estudiar las nuevas vísceras, tejidos , tumores y miembros que surgen al interior de algunos humanos y un policía a cargo de esa oficina que aspira a desbaratar una organización radical que se propone crear comida plástica para sustituirla por la natural.

Junto a estos elementos, Cronenberg recurre a la performance acaso como el arte más propio de estos tiempos en su capacidad de ruptura vanguardista y laxitud admitida.

En el centro de la historia están Viggo Mortensen como Saúl Tender, un sujeto que atraviesa estos cambios de órganos y que vive junto a Caprice (Lea Seydoux) una performer.

  • Enviado especial de Télam.