Se vienen los Emmy y todos tienen sus favoritos, y hasta en algunos casos sus apuestas. Algo a lo que este diario no escapa, al menos en su preferidas, esas por las que el domingo próximo desde las 20 por TNT, estará cinchando por su triunfo. Eso en cuanto a los espectadores. Los productores, inversores y demás actores relacionados con la parte más industrial del universo televisivo, estarán viendo la gran batalla de fondo. HBO vs Netflix. Una pelea que no define -ni redefine- nada en lo inmediato, pero que indica tendencia: si el audiovisual va derecho, sin escalas ni mezclas al streaming, o mantiene formas compuestas de televisión tradicional con nuevas plataformas. La cinchada es antes cultural que de negocios: será la primera la que señale el camino, y de ahí la importancia de estos premios.

Sin Game of Thrones en el medio, HBO sin embargo se las arregló para pelear el título de la noche (por decirlo de alguna manera): la mayor cantidad de premios (luego viene el recuento fino que indica qué premios son más relevantes). No fue una decisión deliberada como para mostrar que pese a no jugar con su “Messi” igual podía dar batalla y ganar. Más bien respondió a una necesidad de privilegiar el respaldo artístico que tiene la serie y postergar su rodaje para una época con más nieve, ya que el invierno de la historia era inminente (el winter is coming) y la batalla final se avecinaba. Así que se dejó de lado las fechas calendario a las que les había impuesto una tradición (los fans y no tanto esperan cada abril a la llegada de una nueva temporada de GoT) y se privilegió la veta artística, precisamente la que tantos premios y prestigio le dieron a la serie y a la cadena. De esta forma, el canal demuestra que lo suyo no es sólo GoT y que tiene resto para pelear en cantidad y calidad de premios.

Detrás de HBO, el cuco: Netflix. La cada vez más masiva migración de espectadores al streaming tiene a la plataforma como uno de sus principales responsables. Y en una estrategia empresarial y cultural que seguirá dando libros y papers, sabiendo que los grandes y tradicionales jugadores del mercado no le harían un lugar, y si se lo hacían, no se lo harían fácil, se puso a producir. En ese camino está Stranger Things, su niña mimada, una gran jugada para esto de los premios. De ellos, de los premios, suele decirse que sólo interesan a la industria, que son una puesta en escena para el público fanático, adular las veleidades de la gente del espectáculo para mantenerlos contento. Sin desmerecer ninguna de esas lecturas, también funciona, y acaso más, como una caja de resonancia entre propios y ajenos, una forma de obtener crédito de parte de los financistas. Si un crédito hipotecario exige ciertos requisitos de solvencia de pago, uno para llevar adelante un audiovisual requiere de dos básicos: premios y taquilla (audiencia); se puede tener sólo uno u otro (y en ese caso el monto y tipo de crédito variará), pero no se puede renegar de los dos.

Así las cosas Netflix comenzó su carrera de largo aliento: la producción de contenidos originales (que por lo general no son tales, más bien responden a asociaciones puntuales a la manera que estilan las distribuidoras de cine con productos que no son propios: garantizan la distribución -eso es una buena parte del presupuesto de cualquier producción- a cambio de cierta intromisión en los asuntos artísticos, en especial los relacionados con el impacto impacto, ese truco de marketing que sirve para posicionar el producto al principio). Y si a muchos sorprendió su primera temporada de House of Cards y sus nominaciones, a muchos más asusta su actualidad peleando cabeza a cabeza con una cadena hecha y derecha como HBO, que pese a todas sus modernizaciones, proviene de “la vieja escuela”.

Por eso la pelea del próximo domingo es entre HBO y Netflix, con una contienda central: Westworld vs Stranger Things. Con 111 nominaciones la primera y 91 la segunda, serán las cadenas estrellas de la noche. La una apostando a la ciencia ficción distópica con todas sus hipótesis sobre el inmediato e incierto futuro; la otra poniendo todas sus fichas en la ciencia ficción fantástica de conexión de mundos para captar nuevas generaciones y producir una nueva generación “Harry Potter” (aunque en este caso de Stranger Things) Para da una idea más acabada de lo que significa esta lucha, la tercera en nominaciones es la NBC, con 9 (cinco de ellas por Saturday Night Live, que no es ficción, aunque a veces lo parezca).

El domingo pasado, en un adelanto de los premios, en especial a los rubros técnicos, el primer test match fue empate: cinco para Westworld y Stranger Things, respectivamente. Los otros nombres que parecen serán los que oficiarán de partners de envergadura, son: The Crown, The Handmaid’s Tale y This is Us. En cuanto a la no ficción, ahí también Netflix se anotó en esta oportunidad, con el fabuloso ’13th’, de Ava DuVernay, que cuenta cómo una interpretación de esa enmienda de la constitución de Estados Unidos dio lugar al andamiaje legal para la segregación de los negros, primero, y luego para hacer lo mismo en la guerra contra la drogas, y así, en definitiva, emprenderla siempre contra los pobres.

El domingo seguramente habrá picos más que importantes de audiencia. No es para menos, todos quieren tener algún indicio de hacia dónde ir.