Entre la tierra y el cielo, dicen los creyentes, hay hilos invisibles. Se jala de ellos con la fe íntima de las plegarias, y también con la música, ese conjuro colectivo que desborda hacia afuera. La escala siempre es humana: acá abajo se necesitan voces, cuerpos y sentimiento para golpear las puertas de allá arriba. Los Espíritus, cuentan ellos, se llaman así por casualidad. Con el tiempo, aclaran, el nombre se fue llenando de sentido. Primero, llegó el sonido: una fascinación por el blues de raíz, el rock primal, la psicodelia, y el entrevero de todo aquello con los ritmos latinos. Experimentaciones lejanas en el tiempo para el grupo formado en 2010, curtido en una escena generacionalmente más cercana a las bandas alternativas y al indie local que a Vox Dei, Manal o Pappo. Pero se dejaron guiar por esas tradiciones que hoy hicieron suyas, y dotaron con gamas de acordes y grooves a un universo poético donde la soledad y la indiferencia de la ciudad dialogan con una especie de fervoroso panteísmo. Por sus letras pasan trenes, avenidas y ferias; hay alienación y postales de cemento. Pero también circulan perros del inframundo, gatos negros, noches de luna llena, mares, jazmines y galaxias desconocidas.

Con esa fórmula que hoy los distingue, el grupo formado por Maxi Prietto (voz y guitarra), Migue Mactas (guitarra), Martín Ferbat (bajo), Pipe Correa (batería y percusiones) y Luciano Scalera (conga, bongó y percusiones) celebra el lanzamiento de La Montaña, su sexto disco de estudio. Una travesía ascendente a la que le pondrán banderín este viernes 1 de diciembre, cuando presenten el disco en el Microestadio Ferrocarril Oeste. Se trata de un álbum producido junto a Mario Breuer, quien si bien ya venía colaborando con Los Espíritus, esta vez tuvo un rol más decisivo. “Con Mario habíamos trabajado, pero siempre en la masterización. El disco en el que más había participado hasta ahora es Agua Ardiente, al que le dio una mezcla final en la que metió mucha mano. Pero en este caso fue distinto: después de lanzar Sancocho estéreo (2021), decidimos que lo queríamos a él como productor”, explica Prietto.

De las propuestas que surgieron en ese intercambio con el legendario ingeniero de sonido, una resultó en eje ordenador. “Mario nos insistía en planear bien el disco, porque nosotros a veces hacemos las cosas muy a las corridas. También nos propuso grabar a la banda en vivo, para mostrar ese sonido que nos caracteriza, es decir, tocar casi como en el rock de los inicios, sin secuencias, sin clics, sin atarnos a nada. Él quería buscar la mejor de varias tomas, la más visceral”. Para la mezcla del disco, Breuer convocó nada menos que a Joe Blaney, el neoyorquino que estuvo a cargo, entre otros, de álbumes de Keith Richards, The Clash, Ramones, Charly García, Andrés Calamaro y Los Ratones Paranoicos. Y en las canciones se sumaron, además, invitados tan especiales como Marc Ribot, guitarrista de Tom Waits, que tocó guitarras eléctricas y tres cubano; Dana Colley, saxofonista del poderoso y ecléctico trío Morphine; y Juanse, cowboy criollo del rocanrol.

De izq. a der.: Maxi Prietto, Pipe Correa y Martín Ferbat, de Los Espíritus.
Foto: Diego Díaz

Como una especie de flamante carnet de identidad, La Montaña es un disco inequívocamente “espirituoso”, pero donde las experimentaciones ponen bajo otra luz, descomponen en otro prisma los colores y texturas de esa piedra angular que es el sonido blusero, psicodélico y expansivo del grupo. Hay novedades, como los saxos barítonos de Colley, una incorporación que es otra forma de homenajear -cuenta Prietto- al afrobeat que siempre gravita en sus composiciones; también unas armonías corales refinadas, distintas a las segundas voces más crudas que suelen escucharse en sus temas; por su lado, Juanse le da otro poder a un nuevo boogie, “Avenida Calchaquí”, con su guitarra y su voz. Uno de los cortes más sutiles y cadenciosos, “Calles rotas”, se convirtió en un místico videoclip protagonizado por Peter Lanzani, purificándose en agua cristalina (“Me vi a mí mismo bailando/ Por calles rotas/ Besando mi cicatriz”).

“Yo creo que además de ser un disco más trabajado, que tuvo más tiempo de ensayo, es el que mejor suena”, aporta el bajista Martín Ferbat. “Tanto la forma en que grabó Mario como la masterización hicieron una diferencia sustancial. La Montaña es un disco más maduro, hecho a fuego lento. Puede ser también que haya un resumen de todo lo que son Los Espíritus: la mezcla entre la ciudad y la naturaleza en las letras. De alguna forma, hay una síntesis ahí también”. Vale aclarar que la banda contó, como en veces anteriores, con la colaboración de Melingo, que aportó clarinetes y saxo barítono.


Nuevas y viejas olas

Inscriptos en el rock, un género musical que se desplegó lo suficiente como para albergar heterodoxias y permanentes operaciones nostálgicas, Los Espíritus podrían representar una paradoja. Es que la banda pegó por volver a un sonido que marcó el grado cero de la tradición rockera nacional, pero sin caer en la imitación o la mueca, sino logrando algo genuino, y que como tal, en un punto resultó nuevo. “En mi casa teníamos el cassette de Artaud, de Pescado Rabioso, y recuerdo a mi hermano más grande escuchando Pappo’s Blues”, comenta Prietto. “También, por supuesto, crecí con cosas que salían en ese momento, como Los Cadillacs, Soda Stereo, Charly García. Después, en los primeros dosmiles, entre todo lo que surgía acá y afuera, pude apreciar mejor a Vox Dei o Manal”, dice el guitarrista. “Era algo que se había dejado de hacer y que estaba buenísimo. Esa simpleza, esa crudeza, nos llevó hacia el blues y el rock de raíz, en vez de hacia el indie, que era más contemporáneo a nosotros”. 

No es que el músico haya sido ajeno a su época, y prueba de eso es su proyecto Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, que empezó por esos años. Tampoco la originalidad quita el homenaje, y ahí está la versión junto a Carca de “Jeremías Pies de Plomo”, de Vox Dei, incluida en en Sancocho Stéreo, donde tambien coverearon a Bob Dylan (“Todo Bien”) y convocaron a Gustavo Santaolalla, otro de sus referentes, para hacer “Lagunas Blancas”. Quizás, esa frescura que trajeron Los Espíritus radique en el momento en que surgieron, donde el rock y sus derivados empezaron a ser desafiados por el género urbano, tanto en términos de representación de las juventudes como en su inevitable correlato comercial. “Nunca hicimos música que apostara al éxito”, aclara el frontman de la banda. “Creo que el éxito está más sobrevalorado ahora que en otros tiempos, donde la onda era encerrarte en una sala de ensayo, disfrutar de improvisar con amigos y crear algo ahí. Nosotros siempre hicimos eso. Ahora entendemos que está el auge de -por ejemplo- el trap, pero yo no siento que eso nos toque eso en algún aspecto, porque siempre estuvimos revolviendo y utilizando músicas que habían quedado en el pasado”. 

El proyecto que logró crecer a paso sostenido, casi naufraga en marzo de 2019. Fue cuando la formación original de Los Espíritus se rompió, a partir de las denuncias anónimas de abuso sexual que recayeron sobre Prietto. Las acusaciones por hechos que supuestamente habrían ocurrido en 2008, fueron publicadas en Internet, y la primera reacción del grupo fue apartar al cantante y guitarrista. En su momento, Prietto hizo un descargo a través de Instagram, en el que pedía perdón, reconocía que se veía “reflejado en parte de los testimonios”, si bien señalaba que éstos no coincidían “fielmente a los hechos» e informaba que se ponía a disposición. Finalmente, algunos integrantes dieron marcha atrás con esa desvinculación, pero Santiago Moraes, hasta entonces también vocalista y guitarrista de la banda, y el percusionista Francisco Paz, decidieron no seguir. 

-A cuatro años de las denuncias anónimas que recibiste, ¿qué tenés para decir hoy?

Maxi Prietto: Entiendo que fue en el contexto de un momento social. Conocí a varias personas que pasaron por este tipo de situaciones en esos días. No estoy de acuerdo con las formas, ni con las cosas que dijeron, pero fue en el marco de una revolución que tuvo una gran fuerza porque durante mucho tiempo fue invisibilizada.

-¿Qué significó para el grupo y cómo encararon lo que siguió? ¿Y qué reflexión hacés, desde el presente, sobre todo aquello?

M.P.: -Fue un golpe doloroso, pero a pesar de eso, tomamos una actitud positiva. Aprendimos a valorar nuestro trabajo. Sabíamos que el público o la prensa no podía entender lo que sucedía verdaderamente. Decidimos continuar trabajando con la confianza de que las cosas se iban a aclarar con el tiempo. Creo que nadie escapa a las preguntas que trajo esta época. Tenemos la oportunidad de reflexionar de qué forma nos relacionamos y tratar de cambiar lo que nos toque a cada uno, para sentar nuevos rumbos. Creo que las nuevas generaciones ya vienen con otra visión

Ampliando el tema hacia los cambios que impulsaron no sólo los  feminismos, sino también las nuevas generaciones, dentro de la cultura del género, surge la pregunta de si se ha modificado (o no) el paradigma del rock. “En la Argentina, había una escena hace 10 o 15 años y ahora, me pregunto: ¿Es otra? ¿Es distinta? No sé. Yo escuché a mucha gente hablar del rock peyorativamente, como anunciando una caída”, dice el músico y menciona cierto desdén de artistas provenientes del hip-hop o el trap respecto a la representatividad o el valor artístico del rock. “Para mí, culturalmente, el rocanrol cambió la historia del mundo. Yo no puedo subestimar ni a Woodstock, ni a Jimi Hendrix, ni a Pink Floyd, ni a la apertura que generaron. Yo no veo al rocanrol como una expresión vana, sino todo lo contrario. Me abrió la cabeza completamente. La idea de que el rockero es una persona que solamente quiere andar en un yate, llenarse de plata, para mí es una construcción. Que existe, puede ser, pero no me parece que represente al movimiento. Me parece que es una caricatura. O sea, rocanrol también es la letra de ‘Los dinosaurios’ de Charly García”. 



Hermanos latinoamericanos

Los Espíritus recién regresan de otra gira que los llevó por el continente: México, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Uruguay y Chile; lugares donde en algunos casos, casi juegan de locales, como sucedió históricamente con muchas bandas argentinas. “Creo que la música que hacemos tiene más influencia de esos países que la de otros grupos a los que les fue bien allá. Por ejemplo, al blues lo cargamos de percusiones, quizás por escuchar a Tom Waits, o por notar que el blues de raíz, al principio, era sólo un tambor y voces. Nosotros tuvimos tanta suerte que nuestro baterista, que además de percusionista, es colombiano”, cuenta Prietto. “Él nos introduce a un montón de músicas, de ritmos, que con los años nos fueron empapando. Tocamos en su pueblo, recorrimos Medellín, Bogotá y también Cuba, donde vimos orquestas y a Henry Fiol”. Ferbat agrega. “La gente disfruta mucho de las letras, las compara con cosas que ven. En todas las ciudades de Latnoamérica se dan más o menos las mismas condiciones, siempre hay explotadores y explotados, pibes en la calle. Eso también forma parte de la identidad del sonido de Los Espíritus y eso es lo que muchas veces reconocen en esos países”. 


Show y despedida del año

En algunos días, la Los Espíritus coronan 2023 con un concierto para celebrar formalmente el nuevo material. “Vamos a presentar La Montaña con invitados, pero vamos a armar una lista que también recorra todos los otros discos de Los Espíritus”, cuenta Ferbat. “Es decir, vamos a integrar el disco a todo lo que ya tenemos grabado, con una puesta que va a estar muy buena también, a cargo de Pedro Pampín”. Habrá más cosas en el show que tendrá a los Hermanos Gutierrez de teloneros. “Van a ihaber invtados, pero es una sorpresa”, sigue el bajista y adelanta planes para 2024.“Vamos que presentar el disco por otros lugares del país. Iremos a Córdoba, a Santa Fe, y a distintas ciudades del Norte y del Sur, como siempre hacemos”. 


Los Espíritus

Presentan en vivo La Montaña, su último disco. Virnes 1 de diciembre a las 20 en el Microestadio Ferro, Av. Avellaneda 1240.