Saborido siempre está y –al mismo tiempo– siempre se las arregla para estar volviendo. Desde la masividad de la tele, el cine, la radio,  los libros o el podcast, desde la resistencia más foquista de sus charlas en teatros y centros culturales de todo el país, Pedro difunde la palabra del mejor peronismo, reivindica la heterogeneidad del conurbano y propaga el legado del rock. Pero hay más. El planeta Saborido –forjado y potenciado a partir de esa alquimia inigualable con Diego Capusotto– trasciende su obra y/o presencia física. Circula a diario en nuestra cultura popular: se potencia desde una galería de personajes, es una forma de humor, pero también una cosmovisión de la Argentina, el mundo y todo lo demás. Su nueva aventura se llama Universo conurbano, el flamante ciclo que copa la pantalla de Encuentro los jueves a las 22 horas.

Universo conurbano es un recorrido por las curiosidades, obsesiones, historias y deseos de la franja de localidades más pobladas de la Argentina. No se trata de un compendio de datos estadísticos ni un despliegue enciclopédico inocuo. Propone –con innegable curiosidad y realismo– jugar a esa aventura imposible de comprender y abarcar al conurbano bonaerense. Une puntos distantes con un lápiz imaginario para darles forma a figuras impensadas. Revela historias aparentemente mínimas que –de alguna manera– explican devenires máximos. Descubre dimensiones personales, familiares y comunitarias a lo que tantos desdeñan. Con humor, sin estigmatizar ni romantizar.

 “El programa es algo que simplemente apareció y fue cuestión de darle para adelante. Estaba la propuesta de la gente de Encuentro, el aporte invalorable de los chicos de The Walking Conurban –tres amigos que retratan y difunden lugares del conurbano desde Instagram y Twitter– y mis ganas y cariño por el tema –expresado en múltiples de sus proyectos y cristalizado con mayor detenimiento en el libro Una historia del conurbano–. Solo no me hubiera animado, pero lo trabajamos con un equipo que articula un poco de todo, lo más académico, lo intuitivo y hasta diría lo afectivo. Hablar del conurbano es como hablar del peronismo o de fútbol. Son espacios abiertos a que todo se discuta, con y sin buena fe. Pero nos animamos y aquí estamos”, reflexiona Saborido en diálogo con Tiempo.

–En esa discusión se hace inevitable pensar qué es el conurbano.

–Claro. Es un impulso ineludible. En la búsqueda de identidad y/o de clasificación se simplifica o se cae en confusiones. ¿Qué es el conurbano? Si hay algo que lo define es la diversidad. Hay gente de todo el planeta y mil y una formas estéticas, muchísimas prácticas culturales y más.

Foto: Canal Encuentro

–Incluso dentro de las mismas localidades que lo componen.

–Exacto. ¿Qué es Lomas de Zamora? Temperley, Banfield, Villa Fiorito… Incluso Lomas como localidad es muy diferente a sí misma. Uno tiende a buscar identidad en la homogeneidad, busca explicar desde ahí, pero el conurbano es una apabullante muestra de diversidad. Y está en permanente cambio. Hoy al conurbano no llega gente de Italia o España, salvo alguna excepción. Vienen de China, de países limítrofes, de otras provincias del país. Todos se suman y aportan sentido, cultura, formas. Por eso también el conurbano es una mezcla de historia y presente en movimiento.

–Históricamente el conurbano fue despreciado. Pero en los últimos años también se sumó otra forma de menospreciarlo, casi como un consumo irónico. El ciclo cuenta al conurbano con una sensibilidad y cercanía genuina.

–Siempre estuvo ese desdén. Hay cierto exotismo innato en el conurbano, algo con lo que busca destacarse, que proviene de diferentes etapas históricas. Al conurbano le gusta un poco ensalzarse a sí mismo. Supongo que algo similar sucede en el gran Córdoba o Mendoza, por ejemplo. Es una manera de llevar la vida. Pero el conurbano tiene montones de cosas no pintorescas que también le son constitutivas. Sus universidades no tienen nada de pintoresco, por más que desde la Capital se las vea como exóticas. La Capital es la cápita, la cabeza y todo organismo se imagina desde la cabeza y desdeña un poco todo lo demás. En la Argentina todo se piensa desde la Capital y el resto pareciera que es menos importante.

–¿La cultura de los tanques de agua con formas de pavas, zapatos y otros objetos de alguna manera funcionaban como las fotos de Instagram del siglo XX?

–Puede ser. Pero ojo que en la Ciudad de Buenos Aires hay un chalet arriba de un edifico y nadie se espanta. Lo consideran una curiosidad digna (risas). El conurbano es más hereje, digamos. Hay cosas raras en todos lados, pero en la Ciudad se pierden porque hay una homogeneización casi histórica, creciente y hasta apabullante. Una normalidad que avanza bajo la idea del deber ser. La Capital es el superyó de la Argentina (risas).

–¿Qué otros temas van a tocar los próximos episodios?

–Hay de todo porque el conurbano es inagotable. Se vienen recorridos por sus paredes y su poesía, sus cielos y las expresiones que contienen, sus límites que van mucho más allá de tal o cual calle que aparentemente lo delimita. Creo que está muy bien que el programa se llame Universo conurbano porque en la palabra universo está lo inabarcable. El conurbano es un Big Bang que nunca termina.

–Algunas personas de la Ciudad de Buenos Aires desprecian al conurbano. ¿De dónde viene eso?

–A mí me hace acordar a Mordisquito, el personaje de (Enrique Santos) Discépolo. Él explicaba que a Perón y Evita los crearon los antiperonistas con las injusticias, las postergaciones, el ninguneo… El conurbano es un invento de la Capital. Es lo que deja afuera ese centro financiero y de consumo. La gente no viene de Salta porque le encanta. Viene para vivir. Por eso fastidian los boludos que reclaman que la gente del conurbano les usa los hospitales. Es la misma gente que viene todos los días a laburar y deja su esfuerzo, sus consumos y su plusvalía.

–¿Cómo te sentís adelante de las cámaras? Es un espacio al que usualmente le eras renuente.

–Me siento bien porque me están cuidando y sobre todo porque aparezco poco (risas). No es tan grave. El mayor laburo lo hago desde la voz en off, algo que tengo muy entrenado. Mis apariciones de cuerpo entero son acotadas.

–¿Por ende no son traumáticas?

–Claro. Porque son cortas. De otra forma me daría vergüenza.

–¿Fue algo que planteaste cuando empezaron a darle forma al proyecto?

–Les dije expresamente que no quería aparecer mucho en cámara. Me plantearon que sumaba al relato que de vez en cuando apareciera en la conducción un ser con formas humanas. Me pareció razonable y negociamos. Pero me siento más cómodo en off, como hacía en “Peter Capusotto y sus videos”. En realidad no me siento cómodo en la tele (risas).

–¿Cómo ves este momento del país, el atentado a Cristina y los discursos de odio que se multiplican y corporizan?

–Siento que hay que seguir para adelante, mejorar.

–¿No te preocupan las expresiones casi celebratorias de lo que pasó? Algunas vienen desde grandes medios de comunicación…

–Eso siempre estuvo. En la Argentina bombardearon la Plaza de Mayo, mataron a un montón de gente y muchos celebraron. No me sorprende nada. Siempre estuvo esa violencia y ese odio. Hubieron 30 mil desaparecidos durante la dictadura y a muchos no les preocupó en su momento ni ahora. Te diría que ahora la Argentina está menos heavy que en otras épocas. La crueldad, el desprecio por la vida y hasta la idiotez no son novedad. No sería razonable que recién ahora me desayune que la Argentina tiene una derecha brutal.

–¿Puede ser que hasta no hace tanto había aunque sea cierto pudor para expresar ideas antidemocráticas?

–Eso puede ser, sí. Pero siempre estuvieron esas ideas y esa gente. Muchos nos dicen a Diego (Capusotto) y a mí que el personaje de Micky Vainilla estuvo adelantado a su tiempo. ¡Para nada! El racismo, el egoísmo y el avasallamiento del otro estuvieron siempre. Desgraciadamente. Hay que tener cuidado porque muchos que no profesan esos discursos, sin darse mucha cuenta, también los comentan y difunden de forma indirecta. No hay sorpresas. Ojalá que esto que vemos no sea un anticipo de algo todavía más grave. Hay que estar muy atentos y ser severos con eso. Esos discursos crecen en gente que no encuentra espacios políticos y culturales que los contengan. Se sienten decepcionados y/o excluidos, y toman el peor camino. «


Universo conurbano

Idea: Pedro Saborido/The Walking Conurban. Conducción: Pedro Saborido. Producción general: Monteagudo (Pablo Santángelo, Federico Scigliano, Tomás Aguerre, Camila Quiroga). Dirección: Pablo Santangelo. Contenidos: The Walking Conurban (Guillermo Galeano, Ángel Lucarini y Ariel Palmiero). Estrenos: jueves a las 22. Repite los sábados a las 16:30 y los domingos a las 20:30. Por Encuentro.

Foto: Canal Encuentro

La vida en el Capitalismo

Esta semana llegará a las librerías Una historia de la vida en el Capitalismo (Planeta), el nuevo libro de Pedro Saborido. Reúne casi 30 relatos que hacen hincapié en cómo ese sistema económico y social intercede en todos los ámbitos de nuestras vidas, pero también –concuerdan los textos– destacan que la mejor resolución de los conflictos siempre es en comunidad. Saborido se transformó en un éxito editorial en los últimos cinco años y las expectativas son altas.

Mientras tanto, cada encuentro con Saborido o Capusotto exige revalidar una pregunta recurrente.

–¿Vuelve Peter Capusotto y sus videos o vamos a tener que seguir transitando el duelo?

–Es un lío porque, diga lo que diga, siempre lo van a tomar como quieran, en este caso, los lectores. Entiendo el cariño y me pone muy orgulloso. Pero hay un montón de material dando vueltas que se puede seguir disfrutando. Diego está preparando una película con Érica Rivas y Néstor Montalbano, y yo estoy con mis cosas… Vamos a ver. La idea es volver. O no. Prontamente, quizás. O no.