Se realizó este martes una nueva audiencia del Juicio Brigadas, en el que son juzgados represores por delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención y exterminio conocidos como el Pozo de Banfield, el de Quilmes y El Infierno. Ramón Raúl Romero, la sobreviviente Norma Leanza y la compañera de Roberto Fidel Yantorno, asesinado, prestaron testimonio.

“Toda esa gente, que tiene poder, está con prisión domiciliaria”, advirtió Ramón Raúl Romero, el primero en declarar ante el tribunal TOF N°1 de La Plata y recordó la desaparición de Jorge Julio López en plena democracia.

Ramón Raúl Romero fue secuestrado el 21 de septiembre de 1977 junto a su pareja (Elena Beatriz Abraham) en su casa de Miguel Cané al 3000 de Lanús, en la cual estaba su pequeño hijo de 2 años. Era cabo de la Policía Federal. Estuvo detenido en el Pozo de Quilmes.

Contó cómo fue su secuestro y su paso en el centro clandestino de detención, pero lo más llamativo de su testimonio fue el temor que aún hoy siente de contar lo que pasó. “Tengo miedo por la gente que estuvo en ese lugar, a los uruguayos los liberaron se fueron a Uruguay y los secuestraron devuelta, nunca más aparecieron”, mencionó y apuntó que “El pintor García acusó a Camps y desapareció”. “Toda esa gente está con prisión domiciliaria y esa gente tiene poder. En democracia hicieron desaparecer a un testigo“, apuntó en referencia a Jorge Julio López.

También contó que “torturaban a los chicos”. “A dos chicos escuché que torturaron, el olor a carne quemada me duró no se cuanto tiempo. Anduve con ese olor en el alma. Calculo que serían chicos de 8, 9 ó 10 años. Eran criaturas“, manifestó el hombre, que sufrió la “rotura del nervio auditivo central del oído derecho” durante su paso por el centro clandestino, producto de los golpes. No pudo volver a incorporarse a la fuerza y estuvo varios meses con “carpeta médica” y luego le dieron el “retiro obligatorio por exceso de carpeta médica”, a la que nunca tuvo acceso porque “había sido quemada”.

Norma Leanza fue secuestrada el 15 de octubre de 1977, primero llevada a Puesto vasco, donde permaneció hasta la primera semana de noviembre y luego trasladada al Pozo de Quilmes, donde estuvo hasta abril del 1978. Allí compartió cautiverio con María Artigas, secuestrada embarazada de dos meses y medio; y con Aida Sanz, secuestrada embarazada a término. Norma vio a Aida luego de que diera a luz a su bebé, por lo que supo que tuvo a una niña a la que llamó Carmen. Tanto la hija de María Artigas como la de Aída Sanz fueron restituidas por Abuelas de Plaza de Mayo: María Victoria Moyano Artigas fue restituida en 1988 y Carmen Gallo Sanz en 1999.

“Fuimos tres los privados de la libertad, yo, mi marido Alcides Chiesa y su padre”, contó ante el Tribunal. Su marido estuvo casi cinco años hasta recuperar la libertad, porque pasó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, tanto ella como su suegro fueron liberados. Según dijo, a su marido lo entregó Manuel Oliveira, con quien había trabajo en un film. Su pareja fue secuestrado y ella, junto a su suegro, salió a buscarlo. Cuando retornaron a la casa, los represores estaban allí y fueron secuestrados. “Nos llevan a un lugar, que con los ojos tapados pensé que era la Comisaría segunda de Bernal, y nos llevan a distintas celdas. Perdí contacto con él, no supe más nada y con el correr del tiempo me enteré que era Puesto Vasco”, precisó.

Luego, Alcides fue trasladado a la celda, donde le contó cómo lo torturaron. “Era un fin de semana, al lunes siguiente me retiran y me llevan al Pozo de Quilmes, que lo reconozco porque Alcides me había contado cómo era, cómo funcionaba y todos los secuestrados que había”, relató. Estuvo en el garage esposada al asiento de un coche y luego la suben por la escalera caracol y la dejan con los ojos tabicados en una celda. “Después de un tiempo de estar allí, con el pabellón lleno de compañeras, nos comunicamos y con el correr del tiempo empiezo a enterarme de quienes son las personas que estaban allí“, mencionó, y leyó una lista con sus nombres.

Precisó que ella no sufrió tortura con picana sino que fue psicológica, también padeció latigazos, golpes y estuvo esposada a la espalda. El 18 de abril de 1978 fue liberada. “Me sacan escondida en la parte de atrás de un automóvil tapada con una manta y empiezan a recorrer… me dejaron a 12 cuadras de mi casa, alrededor de las 12 de la noche”, relató. Su pareja -que pasó a disposición del PEN- salió en libertad el 22 de junio de 1981, luego estuvo seis meses en un régimen de libertad vigilada. Recién en febrero del 82 tuvo la libertad total.

Diana Guastavino, compañera de Roberto Fidel Yantorno, secuestrado el 5 de diciembre de 1977, y llevado al pozo de Quilmes. Diana estaba detenida cuando se llevaron a su compañero. Sufrió torturas como “simulacro de fusilamiento, golpes, picana eléctrica y submarino”, precisó respecto a su propia detención, antes de llegar a la cárcel de Devoto. Su pareja, según pudo saber, murió durante las sesiones de tortura.

“Era una persona muy divertida, cuestionador, todo lo preguntaba. Era como una esponja. Leíamos mucho, charlábamos de cuestiones relativas al conocimiento y la política”, recordó. Y cerró su testimonio reclamando justicia y verdad. “Ojalá no se lleven los datos a la tumba, los pocos que quedan ya”, dijo la mujer en relación a los represores que son juzgados. “Hemos visto a lo largo de todo este trayecto que muy poco se ha logrado”, lamentó Diana.

El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el 31 de mayo, cuando se escucharán cinco testimonios.