Un estudio sobre lactancia materna del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea) constató que 4 de cada 10 niños consumen leche de vaca antes de cumplir un año siendo que está contraindicada: su composición no es adecuada para esa etapa de la vida, genera excesos y déficit en su dieta.

Cómo se realizó el estudio

La investigación “Alimentación en niñas/os de 6 a 12 meses” fue presentada este jueves 16 de noviembre en el marco del Congreso Argentino de Nutrición que se celebra en la ciudad de Mar del Plata. Según informó Cepea en un comunicado, el estudio partió de una muestra de 1850 niñas y niños de entre 6 y 12 meses en el marco de la 2° Encuesta Nacional de Nutrición y Salud.

De esa muestra, se analizó la composición nutricional de la dieta desde que comenzaron a incorporar alimentos para conocer si cumplen o no con las recomendaciones sugeridas en la Guía de Práctica Clínica en Alimentación Complementaria elaborada por el Ministerio de Salud de la Nación.

Sergio Britos, licenciado en Nutrición y director de Cepea, expresó: “Los patrones alimentarios adecuados durante la primera infancia, además de contribuir al crecimiento saludable y al desarrollo del sistema inmunológico, son claves en la prevención de enfermedades crónicas futuras”. Es por ello, sostuvo Britos, que les pareció relevante “trazar un buen diagnóstico acerca de cómo las familias están estructurando los patrones alimentarios de los niños pequeños en tiempos en que incluso está en vigencia la Ley de los 1000 días”.

El impacto de la leche de vaca en la nutrición de menores de un año

Las guías alimentarias sugieren, para las infancias de 6 a 12 meses, complementar la lactancia materna con la incorporación progresiva de buenos alimentos. Sin embargo, del análisis de los datos de la investigación, surgió que no solo no está sucediendo sino que en la dieta se incorpora la leche de vaca. Esa combinación -con o sin lactancia materna- sumada a un patrón de alimentación complementaria inadecuado en términos de calidad nutricional, son factores determinantes de:

●   Ingesta elevada de calorías, grasas, azúcares y sodio.

●   Ingesta elevada de proteínas, que puede representar una mayor carga renal y riesgo aumentado de obesidad a largo plazo.

●   Baja ingesta de vitamina D y ácidos omega-3.

●   Baja ingesta de zinc, nutriente crítico para el desarrollo del sistema inmunológico.

Nunca se vuelve a crecer, a desarrollar la inteligencia futura, el sistema inmunológico ni a formar hábitos saludables como en los primeros dos años de vida”, manifestó Cepea en su comunicado.

La fórmula puede corregir nutrientes deficitarios

En un ejercicio teórico de simulación, se reemplazó el aporte nutricional de la ingesta de leche de vaca por el de fórmulas infantiles adecuadas para la edad, según dispone la Guía del Ministerio de Salud. Como resultado, se corrigieron cantidades y eventualmente, ingesta calórica. Es decir, ese ajuste logró llevar todos los nutrientes deficitarios a niveles adecuados (a excepción del hierro) y moderó los excesos.

leche

Para Britos, la mejor opción “es que el componente lácteo de la dieta entre los seis meses y el año continúe siendo la lactancia materna”. En caso de que no pueda continuarse, la alternativa debe ser una fórmula de seguimiento “que presenta un perfil nutricional superior a la leche de vaca y permite una mejor cobertura de las recomendaciones de las Guías, algo que no se logra con la leche de vaca, que no está indicada para esa etapa de la vida”, aseveró el profesional.

De esta manera, aseguró Cepea en su comunicado, el uso responsable de las fórmulas infantiles, guiado por profesionales, puede contribuir al equilibrio entre aportes no excesivos de energía, proteínas y sodio (además de grasas, azúcares y almidones). Asimismo, de ingestas de buena densidad nutricional en nutrientes deficitarios como omega-3, vitamina D, hierro y zinc. De igual manera, es esencial para menores de un año la ingesta y selectividad de determinados ácidos grasos poliinsaturados (araquidónico y DHA).

“Confiamos en que esta investigación sume evidencia reciente que contribuya a mejorar los patrones alimentarios de los más pequeños y puedan lograr un crecimiento saludable”, concluyó Brito.