La Cumbre de Celac realizada en Buenos Aires tiene una importancia extraordinaria a raíz de los objetivos planteados, la amplia concurrencia y el protagonismo que adquirió Argentina. Dicho protagonismo no solamente es relevante en términos de integración regional, sino en términos globales en el mundo que nos toca vivir.

En la década del 2000, se experimentó otra etapa de integración, la más importante en la historia de América Latina, y tuvo que ver con el acceso a los gobiernos de los movimientos populares y la articulación posterior de esos gobiernos en una integración que fue notoriamente virtuosa, dando lugar a un momento particularmente positivo de América Latina.

Posteriormente, la contraofensiva conservadora de la derecha buscó desmembrar la región, la que había estado signada por un proceso previo de grandes éxitos: la ampliación del MERCOSUR (con la incorporación de Venezuela), la creación de la UNASUR y la gestación de la Celac. Estos foros y organismos, debido a su génesis y su destacado rol, sufrieron ataques constantes de una derecha y de aquellos que no querían que nuestra región se agrupara. Pese a los golpes de estado, el lawfare y el permanente acoso a los gobiernos populares, la contraofensiva conservadora no pudo perdurar por mucho tiempo.

Esa incapacidad del neoliberalismo de tener éxitos electorales llevó a que la derecha apelara a medios antidemocráticos. Frente al nuevo avance de gobiernos populares y su correlato en la integración regional, la derecha está adoptando características fascistas.

La cumbre de la Celac en Buenos Aires fue, sin dudas, histórica, porque era un foro que estuvo prácticamente congelado desde 2015 y se reactivó con toda su fuerza. Fue la Cumbre de México la que volvió a darle impulso a la Celac y se propuso la tarea de restablecer su funcionamiento y darle nuevamente un rol crucial. La Cumbre de Buenos Aires, bajo la presidencia Pro Témpore de Alberto Fernández, continúa aquella tarea.

El éxito fue notorio: contó con la presencia de los 33 países de la región, incluyendo varios presidentes y primeros ministros. La vuelta de Brasil a la Celac, y justamente en la presencia de Lula, le da un nuevo vigor. Lula es la insignia de los logros de la década de los 2000, de la persecución que tuvieron los líderes populares en la contraofensiva conservadora. Brasil retorna a la Celac con un Lula que estuvo 580 días preso siendo inocente. Entre los diversos planteos en el marco de la Cumbre de Buenos Aires, está presente el restablecimiento de la UNASUR, y la ampliación del MERCOSUR con el regreso de Venezuela y con el ingreso de Bolivia.

Este resurgimiento de la Celac se acrecienta con Brasil presidiendo los BRICS, con Argentina presidiendo el MERCOSUR, y con San Vicente y Las Granadinas presidiendo la Celac.

Finalmente, está presente la voluntad expresada por todos, pero especialmente por el presidente del Brasil, de recomponer la UNASUR, la que fue desmembrada por el retiro de muchos países, por lo cual la tarea es que los mismos reingresen y que la UNASUR esté nuevamente en funcionamiento.

Cabe señalar que, aunque la integración regional está teniendo un nuevo auge, este es un momento diferente a la década de los 2000. Los gobiernos populares que han alcanzado el gobierno en esta etapa tienen mayores matices y la etapa está signada por una mayor heterogeneidad en la composición de los gobiernos que la articulan. A raíz de esta heterogeneidad mayor, en esta fase se requiere una comprensión potenciada de cada uno de los procesos nacionales, y un respaldo y solidaridad más amplios.

En mi opinión, para la integración regional no tiene que haber un acuerdo ideológico, sino político. Este acuerdo político debe centrarse en mantener a América Latina y el Caribe como una zona de paz, ya que es uno de los pocos lugares en el mundo que puede tener ese privilegio. Debe tratarse de un acuerdo político donde la democracia sea la forma de saldar las diferencias de proyectos y de candidaturas. Asimismo, esta integración regional debe ser en múltiples niveles: comercial, ciudadana, migratoria, de articulación y defensa de los recursos naturales, y de protección ambiental, entre otros aspectos.

Nuevamente la Patria Grande se reorganiza: el encuentro de la Celac así lo demostró y ese es nuestro destino.