Con un mes y días de anticipación al inicio de su mandato, el banquero Guillermo Lasso, presidente electo del Ecuador, dio su primer paso en consonancia con lo que se vislumbra como su estrategia geopolítica a partir de que ingrese al Palacio de Carondelet el próximo 24 de mayo. La visita al colombiano Iván Duque y su vocación por que su país integre como miembro pleno la Alianza del Pacífico (AP), creada en 2011, dan cuenta de una jugada en favor de conformar un bloque que sintonice con sus ideas libremercadistas, anti Estado y aliado –cuando no subordinado– al poder económico del Norte, al que más beneficia una política de intercambio comercial sin límites con el grupo de países que produce el 40% del PBI de la región. Pero toda jugada con intención en lo económico requiere de un sustento político. Y en ese sentido, el próximo presidente debe especular que su acercamiento a los gobiernos de Colombia y Chile, dos de los cuatro países socios plenos de la AP, además de México y Perú, permitirá establecer un eje conservador del Pacífico que sostenga y fomente las políticas neoliberales que él mismo intenta instaurar en el Ecuador desde que comenzó su carrera por la presidencia.

«Creemos en el libre comercio, creemos en la apertura económica y haremos todo lo necesario para que en nuestro gobierno podamos lograr esa apertura económica de Ecuador al mundo y de inversión económica del mundo hacia Ecuador», declaró Lasso al término del encuentro del martes pasado en Bogotá, cuando le pidió a Duque apoyo para ingresar definitivamente al bloque del que hoy Ecuador forma parte como Estado asociado.

Enumeró como temas centrales de su visita los acuerdos de “libre comercio, apertura económica y movilidad” y la “cooperación en materia de seguridad para luchar contra el narcotráfico y el crimen transnacional”. Aunque también mencionó la “integración de América Latina”, es de prever que haga causa común con el plan antichavista que obsesiona a la derecha regional y del que Duque es uno de los principales abanderados.

¿Cuánto puede durarle a Lasso este escenario de sintonía política? El año próximo habrá elecciones en Chile y Colombia. En este último, existe la posibilidad de que la izquierda, que arañó la victoria en 2018 de la mano de Gustavo Petro, logre capitalizar el caudal reunido como para acceder al poder. Es incierto, pero no es tan remoto como hace tan solo una década. En Chile, por otro lado, se evalúa que el proceso constituyente que reforme la Carta Magna de Pinochet pueda brindar un cambio de aire a una sociedad que, por lo demás, valora negativamente a Piñera en términos mayoritarios.

Párrafo aparte merece Perú. Seguramente Lasso se sentiría más cómodo teniendo de presidenta vecina a Keiko Fujimori, sin embargo las encuestas están diciendo que el balotaje del 6 de junio lo ganaría Pedro Castillo, representante de una izquierda bastante radical, al menos en lo discursivo.

Ese año que queda será entonces crucial para que Lasso se acomode en la región, con la mirada puesta no solo en el Pacífico, sino también en Uruguay y Brasil. A Jair Bolsonaro ya lo invitó públicamente a la asunción y le aseguró que trabajará en fortalecer la relación entre ambos países. Por otro lado, a sabiendas de que la pandemia limitará su marco de acción, se podría decir que ya empezó a ganar tiempo en términos locales. La ley de “Defensa de la Dolarización” que la Asamblea aprobó el jueves, con la oposición total del sector correísta, pero con el apoyo del bloque de Alianza País, que hoy responde al saliente Lenín Moreno, significa según quienes la critican “la destrucción del sistema cooperativista, la liberación de comisiones en servicios bancarios” y abre el camino a la “privatización del Banco Central”, algo que el propio Correa había anticipado en distintos mensajes.Mañana presentará su Gabinete y se esperan anuncios de medidas urgentes por la crisis sanitaria. Los nombres que presente también delinearán el rumbo del gobierno que se viene.