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(Foto: AFP)

“Todavía no me han enterrado”, dijo Joe Biden este domingo y lo demostró dos días más tarde, cuando en una remontada que ningún sondeo previó, ganó en la mayoría de los estados donde se disputaron las primarias del partido Demócrata. Con el resultado a la vista, y a pesar de que el cómputo final de California, el más poblado y el que mayor cantidad de delegados aporta para la Convención, es claro que quedan solo dos contendientes con aspiraciones para enfrentar a Donald Trump en noviembre, Bernie Sanders y el vicepresidente de Barack Obama. Los grandes derrotados son el mangate Michael Bloomberg -que dilapidó más de 400 millones de dólares de su exuberante fortuna en la construcción de una candidatura que los votantes no apoyaron y que ahora lo llevaron a renunciar- y la senadora Elizbeth Warren, que le disputa el arco progresista a Sanders.

Para llegar a esta instancia con un aire ganador, Biden, que representa a la elite dominante de los demócratas, consiguió que se apartaran de la carrera al ex alcalde Pete Buttigieg y la senadora Amy Klobuchar, quienes le dieron su apoyo explícito, y que le diera su espaldarazo en Texas el excongresista Beto O´Rourke.

Lo de Bloomberg es una consecuencia de una carrera errática que buscaba competir contra Trump en base a su billetera pero sin el menor carisma y luego de un debate televisado en el que mostró graves falencias de un área que debería dominar a la perfección, como es la comunicación, ya que es dueño de un emporio que lleva su apellido. El dinero que gastó en mostrarse no le sirvió de nada, aunque 400 millones para quien tiene 64 mil millones tal vez sea un vuelto.

Precisamente en Texas, que otorga 228 delegados, fue donde Biden dio el batacazo. El estado aparecía como una plaza firme para Sanders, que tiene un perfil y un programa progresista, de tendencia socialdemócrata, lo que para los estándares de la política estadounidense de las últimas décadas suena a una irreverencia.

Allí el resultado final fue de 656,568 votos para Biden y 585,036 para Sanders, (33,6% a 30%). Esos 71532 sufragios de diferencia le cambiaron la cara al exvicepresidente. Biden, que había recibido un soplo de aire fresco en Carolina del Sur, donde el sábado se impuso por un aplastante 48,8% sobre un 19,9% de su principal competidor, triunfó en el “supermartes” en Carolina del Norte, Virginia, Alabama, Oklahoma, Tennessee, Arkansas, Minnersotta, Maine y Massachusetts, además de Texas.

Sanders quedó al frente en Vermont, el estado al que representa en el Congreso desde 1991, Utah, Colorado y estaba liderando el escrutinio en California, bastión de la izquierda, que otorga 495 delegados peor tiene un intrincado sistema de votación que podría demorar el resultado definitivo hasta un mes.

Sanders, a los 78 años, es un “old man terrible” de la política estadounidense. Defiende la educación y la salud pública, sostuvo una visión favorable a liderazgos progresistas de América Latina y se opuso tradicionalmente al ingreso de su país en las guerras en el Oriente extendido. Había logrado un empate en Ohio y ganó ampliamente en New Hampshire y Nevada.

Biden, en tanto, a los 77 años, tampoco es un niño que busca llegar a la Casa Blanca, donde fue usual invitado durante los ocho años de gobierno de Obama. Envuelto en la denuncia contra Trump que derivó en el pedido de juicio político contra el primer mandatario, es un representante del status quo no solo de su partido sino de Estados Unidos.

Por eso la postura indignada de la líder demócrata Nancy Pelosi en la cámara Baja, que impulsó el impeachment, se choca de bruces con la realidad de que el hijo de Biden hizo negocios en Ucrania aprovechando el cargo de su padre.

Como sea, lo que queda claro desde este supermartes, donde se completa la votación en primarias del 40% del electorado estadounidense, es que quedan en disputa dos formas de interpelar al electorado en la crucial elección de noviembre de 2020. Una posición más disruptiva con el esquema de tinte neoliberal que inauguró Ronald Reagan en los 80 y que ninguno de los presidentes  que los sucedieron, de cualquiera de los dos partidos, osó interrumpir. Y un programa que bien se parece al tradicional modelo distribuicionista que comenzó con Franklin Roosevelt en los años 30 y se continuó por medio siglo.

Otra cosa que queda clara es que entre los cinco postulantes dentro de ese partido, ninguno tiene menos de siete décadas sobre sus espaldas. Sanders es el mayorcito, ya que cumplió los 78 en setiembre pasado. Por unos meses, Bloomberg, que los cumplió a mediados de febrero, era el segundo. Biden tiene 77 y Warren 70. Entre los más jóvenes, Buttigieg, de 38, se retiró este fin de semana. Sigue por ahora en carrera, aunque con pocas aspiraciones, Tulsi  Gabbard también de 38. Si uno se guía por los programas que tienen en carpeta, podría decirse que esta veterana de la guerra de Irak que propugna el retiro de tropas de EEUU de todos los países del mundo y que se llegó a entrevistar con el líder sirio Bashar al Assad, debería darle su apoyo a Sanders. Lo mismo quizás debería hacer Warren. Pero en política nunca se sabe.