Gisela Marziotta ha hecho un camino que tiene una larga tradición en la política argentina, recorrió el sendero que puede llevar del periodismo a la política. Ella ceba ahora un mate que circulará durante la entrevista, que se hace en una oficina del centro cultural Caras y Caretas, con el sol entrando por el vidrio de la ventana de madera antigua.

Marziotta fue candidata a diputada nacional por Unidad Porteña en 2017 y hoy –se sabe– es compañera de fórmula de Matías Lammens para disputar la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir: es parte del proyecto que se propone derrotar al macrismo en su nave nodriza, en el distrito desde el cual Mauricio Macri construyó la conquista de la presidencia. Esta apuesta podía parecer una hazaña casi inalcanzable antes de las PASO. Hoy resulta un poco más palpable, aunque sigue siendo compleja.   

–¿De dónde pueden venir los votos que necesita el Frente de Todos para ganar la elección porteña, sea en octubre o noviembre?

–Vienen de la realidad que se impone en la Ciudad a partir de una política económica nacional que empeora la calidad de vida de los porteños todos los días. Y un Ejecutivo local que no hace nada para, al menos, contener las consecuencias de estas políticas. Tiene que ver con un orden de prioridades alejado de la realidad. En la Ciudad hicimos una buena elección en las PASO y ahora, recorriendo, sentimos que representamos a la mayor cantidad de porteños y porteñas que están en esta situación de sentir que no hay un gobierno local que los contenga.

–(Horacio) Rodríguez Larreta hace un gran esfuerzo por diferenciarse de las políticas nacionales…   

–Es cierto, hay un intento muy fuerte por disociar la figura de Rodríguez Larreta de la de Macri. Es un nuevo de engaño, una estafa al vecino y la vecina. Larreta es Macri y siempre lo fue. Hace 12 años que está en la Ciudad. Es cómplice de las políticas del macrismo. Es fundador del PRO. No hay forma de separarlo. Hoy sigue siendo parte de la mesa chica de Macri a nivel nacional, de la que toma de decisiones. Nada de lo que hizo Macri en el país es ajeno a Rodríguez Larreta. Son lo mismo hace muchos años.

El macrismo logró construir una hegemonía política en la Ciudad, ¿a qué lo atribuye?

–Hay algunas cosas que se hicieron bien. Pero lo central es lo siguiente: cuando hay cuestiones más básicas resueltas, tener mayor acceso al trabajo, tener cierta mejoría social, que se ponga una maceta, que se arregle la misma vereda tres veces, puede satisfacer. No hace falta que el gobierno local se ocupe de cuestiones más estructurales. Con embellecer la Ciudad alcanza, lo que no está mal. El tema es cuando se necesita que el Estado porteño contenga una situación de pérdida de empleo, de pérdida de poder adquisitivo, cuando ya no se puede pagar el alquiler. O cuando se buscan vacantes en la escuela pública y hay un sistema que es una estafa porque es muy complicado y si lográs inscribirte por ahí después no te dan la vacante. Y si te dieron la vacante vas a una escuela que no tiene estufas en invierno, es decir, cuando se ven los problemas graves en cuestiones estructurales se empieza a necesitar un gobierno con prioridades diferentes. En estos 12 años no hicieron nada por mejorar la educación y la salud públicas. Y hoy que mucha gente necesita esos servicios porque ya no les alcanza para pagarlos de manera privada, hace falta un Estado que entienda las prioridades. Lo mismo ocurre con la seguridad. En casi todos los barrios la gente tiene miedo de salir a la calle después de cierta hora.

–El tema seguridad siempre es complejo de abordar desde la óptica progresista. ¿Qué habría que hacer?

–Es un tema central. Hay que pensar la seguridad como un derecho humano porque tiene que ver con la libertad. Cuando recorrés los barrios de la zona Sur, que es donde la gente tiene más miedo a los delitos con violencia, cuando oscurece ya nadie quiere salir de la casa. Eso es pérdida de libertad. Hay que recuperar a la policía con un sentido de pertenencia. La unificación (de la Policía Federal con la porteña) era lo que había que hacer. Pero en ese traspaso lo que le terminó pasando a los policías es que se perdió el sentido de identidad y pertenencia. Eso hay que reconstruirlo. Es importante que la policía no esté asociada en la cabeza de la gente a la represión, que la fuerza inspire confianza. Hay vecinos que tienen miedo aunque haya un policía en la esquina. Eso es un problema. Hay que profesionalizar la fuerza. Nuestro compromiso es trabajar en estas reformas estructurales en las que no se trabajó durante los últimos 12 años.

–Hay una idea muy extendida en el imaginario nacional-popular y es que el electorado porteño tiene una mayoría antiperonista inconmovible, como si fuera un hecho cultural consolidado. ¿Comparte esa lectura?

–No creo que sea así. Es un reduccionismo. Es plantearse que es así para renunciar a la disputa política. Si pensara eso no sería candidata. Y no estaría segura de que vamos ganar en la segunda vuelta. Nadie está mejor hoy en su vida que en 2015, en el país y en la Ciudad. Y nadie puede sentir que el gobierno porteño lo contuvo. Lo que no se hizo en 12 años no se va a hacer ahora. Al que no le importó la educación pública en 12 años no le va a importar ahora. No es un tema partidario. Es de sentido común, de sensibilidad. Mis hijos van a una escuela de gestión pública que logra funcionar porque hay una cooperadora y una comunidad de padres y docentes muy comprometidos. Pero en las escuelas en las que las familias no tienen recursos para ayudar, la mantención de la institución se complica muchísimo. Todo eso tiene que cambiar. 

–¿El periodismo y la política le resultan dos pasiones igual de intensas?

–Yo no siento que abandoné el periodismo. Es una forma de vivir. Y ahora hago cosas que hacía antes: ocuparme de los temas de la Ciudad, ir a los lugares, hablar con los vecinos. Antes con eso hacía notas, intentaba visibilizar el problema. Lo que cambia ahora, y creo que esto sí es algo que necesitaba, es escuchar el problema, darle visibilidad y proponer una solución. Y lo que nos falta ahora es ejecutar la solución. Para eso queremos ganar las elecciones. «