Desazón y turbulencia, son las sensaciones de quienes recorren los pasillos de Casa Rosada, cuya gestión pos trauma quedó en manos de Santiago Cafiero porque el presidente se fue a México en visita oficial. Los errores políticos y administrativos se contaban con la cabeza gacha porque saben que en año electoral los escándalos se pagan doble. «Masividad y equidad en la distribución de la vacuna es la solución», sintentizó el jefe de Gabinete este martes en declaraciones a El Destape Radio. 

La metáfora que se usaba este lunes en Rosada era sanitaria: “Que salga todo el pus afuera”, decían, mientras se viralizaba el listado difundido por el Hospital Posadas, que daba cuenta de una treintena de vacunados a partir del “requerimiento del Ministerio de Salud”. La apuesta fue dar a conocer esa lista para aplacar los ánimos, sin embargo, los nombres desvinculados a la gestión como los de la familia Duhalde o Lorenzo Pepe, indignaban cada vez más.

Otra de las equivocaciones es que los vacunados fueron anotados como personal de salud en el Registro Federal de Vacunación Nominalizado (NOMIVAC), desde el Presidente, hasta Carlos Zanini, procurador del Tesoro. El Registro Federal de Vacunación Nominalizado (NOMIVAC) gestiona desde el Sistema Integrado de Información Argentina (SISA) las coberturas de vacunación de todo el país. La gestión del módulo permite registrar cada aplicación de una vacuna que recibe una persona, detallando la fecha, dosis, lote y establecimiento, entre otros datos relevantes. Con esta mecánica, se apunta a mantener actualizadas y disponibles todas las aplicaciones recibidas por cada ciudadano.

Pero por lo bajo, todos admitían que no era tan discutible la vacunación prioritaria para ciertos funcionarios en sí, sino la falta de transparencia en la aplicación. “Si todo se hubiera hecho y justificado de manera pública, no habría pasado nada”, se lamentaban este lunes. Es que en el listado figuran el ministro de Economía Martín Guzmán y gran parte de su equipo, también Daniel Scioli, embajador en Brasil, todos funcionarios con altas responsabilidades, pero cuya aplicación de la vacuna no fue comunicada en su momento y saltó en medio de este escándalo.

“No hay un vacunatorio vip, fue una situación puntual, no hay una instalación y la gente va en forma permanente, fue una situación puntual que el presidente calificó como inaceptable, no hay 3000 vacunas en manos del Ministerio de Salud”, explicaba este lunes a la noche Carla Vizzotti en C5N. En paralelo, caía el primer allanamiento al ministerio ordenado por el fiscal federal Eduardo Taiano, quien imputó al exministro Ginés González García en el marco de la causa en la que se investiga si se cometieron irregularidades con el suministro de la vacuna contra el coronavirus a personas que supuestamente no cumplían con los criterios de prioridad epidemiológicos. La acusación pesa también sobre el sobrino del exfuncionario, el exjefe de gabinete de esa cartera, Lisandro Emilio Bonelli, aunque no se descarta que haya más personas involucradas. La causa recayó en el juzgado de María Eugenia Capuchetti.

El ala política de jefatura de Gabinete quedó al frente de la conducción de la sede de Gobierno en medio de la tormenta. Tras recibir a Vizzotti, Cafiero tomó la decisión de exigir y comunicar el listado. La decisión la informó Vizzotti en el patio de las Palmeras a los periodistas acreditados. La lista, que iba a incomodar a muchos, estallaba por la tarde. La decisión fue mover hacia adelante aunque haya más “pus”. La estrategia se selló desde el momento en el que se le pidió la renuncia a Ginés. Cafiero fue uno de los que más insistió ante Alberto Fernández para que hiciera algo que le dolía a nivel personal al presidente, quien tiene cada vez menos compañeros de ruta en su gabinete.

El efecto negativo se agigantaba en contraste con el objetivo que tenía planificado para esta semana. Es que la bomba cayó mientras se desarrollaba la ceremonia de presentación del Consejo Económico y Social, al que Alberto apostaba todas sus fichas con entusiasmo ya que fue suya la idea de retomar el histórico escenario peronista de concertación, y además, ubicar allí a Gustavo Béliz, un hombre al que convocó especialmente a formar parte de su gobierno y todavía no había encontrado una función formal. Esa ceremonia era la coronación de la semana de reuniones con los distintos sectores, sindicalistas, empresarios y ruralistas, en las que por lo menos, se lograron compromisos y se hicieron promesas. También sucede en medio del viaje de Alberto a México, en donde visitó la fábrica donde se produce la vacuna de AtraZéneca, apuesta especial del presidente entre todas las opciones que quedaron en en el medio de la disputa geopolítica.