Con un diagnóstico uniforme, las diferencias entre los dirigentes sindicales se han potenciado por las miradas políticas, rencores, peleas por los afiliados y apetencias personales. La cercanía de las elecciones potenció alineamientos de los distintos sectores que apoyan las distintas fórmulas. En tanto, la CGT atraviesa una calma donde, por ahora, se privilegia la convivencia de los miembros del consejo directivo. Algunos de los máximos referentes de la central obrera, como uno de los secretario generales Héctor Daer, o el titular del gremio de la Construcción (UOCRA), Gerardo Martínez, se encuentran en Suiza, en la reunión anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se estima que la semana próxima se realizará una reunión en el histórico edificio de Azopardo para delinear la estrategia de cara a los comicios, aunque se descarta que la mayoría respalde la candidatura de Alberto Fernández y Cristina Fernández.

Después de la ruptura del triunvirato tras el portazo del jefe del sindicato de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid, en CGT se acordó de “lavar los trapos sucios en casa”. Es decir, evitemos los enfrentamientos. Y más allá de las discusiones lógicas por una medida de fuerza o la postura contra el Gobierno, hasta acá caminan juntos los Gordos (como Comercio y Sanidad); los Independientes (estatales de UPCN y Construcción), los Barrionuevistas o CGT Azul y Blanca (Estacioneros, Maestranza, Carga y Descarga) y los Transportistas (Colectiveros y ferroviarios de La Fraternidad).

Por ahora, Daer expresó su adhesión a la fórmula de los Fernández sin provocar un efecto dominó en el resto de los dirigentes. Su par en la conducción, Carlos Acuña, confluirá en el mismo espacio, ya que venía trabajando con Sergio Massa. El dato no es menor, si se tiene en cuenta la estrecha relación de Acuña con Barrionuevo, quien es uno de los referentes de la candidatura de Roberto Lavagna-Juan  Manuel Urtubey. Un vocero de la Celeste y Blanca graficó: “Luis (Barronuevo) es muy generoso, dejó a la consideración de cada uno cómo jugar en las elecciones”.

Una fuente cercana a Alberto Fernández explicó que la reunión con la CGT ya estaba acordada, pero se suspendió porque la internación del candidato a presidente complicó la agenda y luego por el viaje de los sindicalistas a la OIT. Fernández tiene muy buena relación con Daer y con uno de los cuadros más interesantes del sindicalismo, Carlos West Ocampo, presiente de la Federación Argentina de Trabajadores de la Sanidad. También cultiva un estrecho vínculo con Armando Cavalieri, jefe de los mercantiles, el sindicato con más afiliados del país, lo que no es poco.

Una de las organizaciones más poderosas es la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) cuyos miembros están en CGT pero tienen juego propio. El titular de la CATT es Schimd, desencantado con el kirchnerismo, al igual que el ferroviario Omar Maturano. En la misma línea se encuentra Roberto Fernández que encabeza la Unión Tranviarios Automotor (UTA). El líder de los colectiveros de corta, media y larga distancia terminó peleado con el anterior gobierno por alentar la división (y apoyar) a los Metrodelegados.

La CATT viene reclamando por los descuentos en Ganancias que afectan el pago de los días feriados. Hasta ahora no tuvieron respuestas del Gobierno que dilató la discusión con la conformación de una Mesa de Diálogo. A regañadientes se expresarán a favor de los Fernández como ya lo hicieron otros gremios del sector como Aeronáuticos y Marítimos (SOMU y Capitanes de Pesca).

En CGT prefieren dar signos de gobernabilidad. Irán paso a paso porque la mirada no solo está puesta en las elecciones, sino en la renovación de autoridades prevista para el año próximo que, se presume, será muy dura, teniendo en cuenta que las CTA de Hugo Yasky y Pablo Michelli admitieron la necesidad de formar una central obrera que no dependa de los humores del Gobierno de turno y sea un actor a tener en cuenta a la hora de trazar políticas laborales.