El 20 de diciembre de 2001, Rodolfo Guillermo Pregliasco se encontraba en San Carlos de Bariloche. Doctorado y licenciado en Ciencias Físicas en la UBA, Pregliasco es investigador del CONICET, director del Grupo Física Forense del Centro Atómico Bariloche y miembro del Programa Nacional Ciencia y Justicia del CONICET. Como físico forense, participó de pericias en casos como el asesinato de Teresa Rodríguez, en Neuquén, la desaparición del estudiante universitario de La Plata Miguel Bru, los asesinatos de Kosteki y Santillán en Avellaneda, los accidentes en el Cerro Catedral de 2000, 2004 y 2007, así como en la Masacre de Trelew de 1972. Incluso, una de las técnicas periciales creadas para el caso Teresa Rodríguez por el Grupo de trabajo que actualmente dirige, fue publicada en una revista internacional de ciencia forense y llamó la atención de los productores de la mítica serie policial “CSI Miami” (Crime Scene Investigation), que la incluyó en uno de sus episodios.

“En aquel entonces tenía 40 años, estaba separado y mis padres, vivos. Los diarios llegaban un día más tarde a Bariloche. Seguíamos los eventos por la radio y la televisión. Por supuesto, participábamos por la angustia del corralito que se vivía en todo el país pero, hay mucha distancia. La situación política era muy inestable y no fue una sorpresa para nadie que hubiera cierto desorden. Sí fue una sorpresa el nivel de violencia con el que respondieron las fuerzas de seguridad. Eso sí que no se veía desde 1983, que hubiera muertos en una manifestación pública… recuerdo que, en los días siguientes, subí a la montaña, al Cerro Raquel. Las montañas, acá, tienen libro de cumbres. Recuerdo que había mucho silencio, un ambiente raro y se me ocurrió consignar: ‘Acaba de renunciar el presidente’, puse a cuánto estaba el dólar, y agregué: ‘seguro que cuando baje, esto debe haber cambiado otra vez”. Pregliasco ríe al otro lado del celular, al traer de su memoria ese recuerdo del 2001.

Casi cuatro años después, el CELS contactó por primera vez al Grupo Física Forense, pero la participación plena del GFF en el caso recién se concretaría en 2012. “En 2005 consultan a Ernesto Martínez, quien fue mi mentor y la cabeza del Grupo, mientras yo actuaba como su ayudante. Desde el CELS lo convocan para datar una de las fotos (de la Masacre de Plaza de Mayo), y comentar un dataje de fotos que había hecho Gendarmería. Ahí se generó una relación con el CELS, con la idea de que sería interesante analizar el resto del material, y organizarlo. Eso quedó como una expresión de deseos, que no se concretó hasta 2012. Para ese año Ernesto Martínez había muerto, y yo estaba a cargo del Grupo. Tenía un alumno doctorado  con el que hicimos el trabajo, Lucas Micheletti”, recordó el investigador.

Organizar la evidencia

El trabajo que aguardaba a Pregliasco y Micheletti era titánico: ubicar y ordenar en tiempo y lugar la evidencia audiovisual y gráfica de los hechos ocurridos el 20 de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo y sus alrededores, a partir de los registros fílmicos y audiovisuales disponibles de la época, y sumarlos a la causa. Así, lograron ordenar unas 300 horas de material disperso, en un tiempo de visualización de 10 horas, sincronizadas de acuerdo al transcurso del día. “Fue un trabajo oficial, donde el CONICET participó para que las cosas se pudieran hacer bien. Nos llevó un año, lo entregamos en octubre de 2013. Tuvo dos partes: la primera fue juntar el material y hacer una curaduría, digamos. Organizar el material, que estaba en cientos de videos en formato VHS. Parte de ese material lo había digitalizado Gendarmería y Prefectura. Hicimos varios viajes a Buenos Aires, donde vimos el material que había, escaneamos los negativos disponibles. En aquel momento las cámaras no eran digitales, no tenían registro ni metadatos de la hora, así que tratar de ubicar en tiempo las imágenes era todo un trabajo. Organizamos el material, sin alterarlo, y lo fuimos metiendo en un disco rígido”, recordó.

 “Cuando tuvimos todo eso sincronizado, lo inscribimos en un programa que nos permitía ver en simultáneo, para una franja horaria, el material disponible. Es como un panel de videovigilancia, solo para el 20 de diciembre. Ese programa lo llamamos El Panóptico, que nos permitía ver el 20 de diciembre como nadie lo había visto, en simultáneo desde distintos lugares. Cuando tuvimos eso, lo metimos en un disco de computadora, y terminó la primera parte”, desarrolló.

“En el CONICET, convocamos a todas las partes que intervenían en el proceso, y les ofrecimos la información que teníamos. Esa era la evidencia básica con la que tenía que contar todo el mundo para hacer sus argumentaciones, y se entregó con los programas a las partes”, recordó.

El análisis de los datos

A continuación, llegó el momento de analizar el material, y describirlo. “Tener los videos te permite ver lo que pasa, pero un juicio se trata de hacer argumentos, describir hechos, y eso tiene que ser verbal. Entonces, lo que hicimos fue tratar de traducir los videos a una planilla Excel y poner, hora por hora, qué se veía en cada uno de los videos, con una descripción verbal. Parece una tarea muy tonta, pero fue muy complicada de hacer. Y fue súper útil, porque, cuando uno mira, no termina de conceptualizar lo que mira. Cuando uno lo pasa por el lenguaje, de alguna manera empieza a ver mejor los detalles, a plantear dudas sobre el tema, que se resuelven con el mismo material gráfico… llegamos a una descripción general de lo que había pasado, los horarios en que habían sido los heridos, dónde hubo postas de plomo, cuántos efectivos hubo en cada lugar, en cada momento” señaló Pregliasco.

Indicios de la represión organizada

¿Qué dejó, para la causa y la investigación de los hechos, este trabajo clave de Pregliasco y Micheletti?. El investigador da una respuesta que, a la vez, puede abrir otras puertas para ayudar esclarecer los crímenes –los asesinatos, los heridos, la represión organizada- cometidos aquel día. “Nuestro trabajo fue, simplemente, organizar la evidencia, y ése es el valor que tiene… lo cierto es que si uno mira el material del 20 de diciembre, y se acuerda de lo que pasó,¿qué te queda en la cabeza? Que fue un día de furia, violento, y casi nada más. En cambio, si empezás a mirar con detalle las imágenes, las horas, los lugares, los participantes, empezás a ver acciones que tienen un sentido, una lógica, una organización. Entonces, ése es el aporte nuestro. Poder organizar eso y ver que la violencia tenía una organización, una razón de ser, una estructura temporal. Se pueden intuir y deducir –y ése es el trabajo para los abogados- órdenes o cambios de comportamiento, motivados en instrucciones”, concluyó.