Desde los 11 hasta los 15 años, Rubén Darío Insua pasó las tardes planchadas de febrero en un garaje de Parque Chacabuco. Cubría a su padre cuando dormía la siesta. Pero no tanto, porque se escapaba al lado, al Club Telégrafo y Crisol Unidos, a jugar al metegol y a las cartas. Ahora, cuenta el entrenador de San Lorenzo, en plena pretemporada en Uruguay, va al club a cenar los jueves con un grupo de amigos.

A los 62 años, Insua, que a los nueve entró en las infantiles de San Lorenzo, dirigirá al club de su vida por primera vez en la Copa Libertadores, después de que pusiera paños fríos y enderezara el rumbo en 2023. Campeón como mediocampista en la B, en la vuelta a Primera en 1982, y como DT de la Sudamericana 2002, a Insua no se le mueve un pelo, aunque sí cuando el viento sopla fuerte. Este lunes, desde las 22:15, San Lorenzo jugará su primer amistoso de 2024, ante Gimnasia La Plata, en el Parque Central de Montevideo.

-“El deporte que reglamentariamente más se acerca al fútbol es el boxeo: podés dominar once rounds, pero perder por un golpe”, dijo Juanma Lillo, entrenador asistente de Pep Guardiola. Vos quisiste ser boxeador.

-Hay ciertas coincidencias porque en el fútbol y en el boxeo, para practicarlos y para ganar, hay que desarrollar y saber el arte del ataque y la defensa, todo el tiempo. Generalmente, a los futboleros nos gusta el boxeo y a los que les gusta el boxeo, les gusta el fútbol. Pero el fútbol es un juego colectivo y el boxeo, un deporte individual. Generalmente, el que hace mejor las cosas a lo largo de la pelea y el que mejor juega durante el partido termina ganando. Después, puede haber una mano que cambie la ecuación, como cuando le ganó el título mundial el Roña Castro a Jackson. Pero son excepciones a la regla. En el fútbol hay una fantástica dosis de lógica, que estudio y analizo: el que mejor hace las cosas, a la larga y en la mayoría de los casos, es el que gana. En los Mundiales, casi siempre salen campeones los mismos. Son ocho selecciones. En los últimos 24 años, Francia ganó dos Mundiales y llegó a dos finales.

-¿Cómo se forma a un futbolista?

-De muy chiquito, aprende en su casa. Antes era en el potrero y en las calles. Ahora son las escuelitas de fútbol. Hasta que ingresan en los clubes y empiezan el período de aprendizaje con entrenadores y con competición. A los 14 arrancan en AFA y, cuando llegan a Primera, tienen que seguir aprendiendo la exigencia que da el profesionalismo y la alta competencia. El entrenador debe hacer docencia, enseñar todo el tiempo cómo se debe encarar la profesión, el cuidado personal, en la resolución del juego, en el aprendizaje para entender cómo jugar con millones de ojos mirándote. Las ganas de jugar, el placer, son innatas, están hasta que llega el retiro. Argentina es una potencia mundial porque surgen jugadores todos los años, en cantidad y calidad. Históricamente San Lorenzo tuvo buenas inferiores. Es bueno nutrir al plantel profesional de jugadores formados en las inferiores. Mejora el sentido de pertenencia, el patrimonio propio, el estímulo y la química entre el equipo y el público, porque a la gente de San Lorenzo le gusta mucho que jueguen en Primera jugadores formados en el club.

-¿Por qué «lo principal en el fútbol es la técnica y el carácter»?

-La fortaleza mental te sirve para toda la alta competencia deportiva. Y en el fútbol la técnica es lo más importante porque los que lo inventaron, que dicen que son los ingleses, pusieron una cosa redonda que va para todos lados, que es la pelota, y que tiene que hacerle caso al futbolista. Por lo tanto, lo más importante es la técnica. Lo táctico, físico y estratégico es un valor agregado. Nada de eso tiene importancia si no tenés técnica. Hoy hay menos tiempo para pensar y menos espacio para maniobrar. Eso determina que la técnica sea cada vez más importante. Es difícil comparar, porque antes se corría menor cantidad de metros y había más espacios. Pero los grandes jugadores podrían jugar 40 o 50 años atrás, y los que jugaban hace 40 o 50 años, también ahora. Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Zidane. La esencia del juego es la misma: once contra once, un árbitro, dos jueces de línea, la pelota; las medidas del campo de juego y los arcos son iguales. Cambiaron algunos aspectos puntuales del reglamento, pero no mucho más que eso.

-A veces pareciera que, en el fútbol, lo secundario se vuelve lo principal.

-Se hace mucho hincapié en lo numérico, en los porcentajes de pases, tenencia de pelota, cuánto se corre. Son factores secundarios. No es algo determinante ni en el desarrollo del juego ni en el resultado. Es un modismo actual. El ojo del entrenador es el que está ahí cerca. No sólo en el fútbol: en la vida lo más importante es el ser humano. Creció la ciencia y la tecnología, pero a través del talento del ser humano. La cabeza del jugador y el ojo del entrenador van reuniendo mayor caudal de información a través del conocimiento, del ensayo, de la ejercitación, del estudio, de la repetición de secuencias, porque en el fútbol son muy comunes. En los partidos hay dos cosas que pasan siempre en distintas cantidades desde que se mueve la pelota hasta que terminan: lo que tenés que hacer cuando agarrás la pelota y lo que tenés que hacer cuando la agarra el rival. Eso pasa siempre. Después pueden haber más faltas o menos tiros libres. El jugador, cuando se retira, sabe hacer mayor cantidad de cosas que el día que debutó. Lo primero que se contrata en el fútbol es la cabeza, el talento y el ingenio. El hecho de entender el juego te lleva a afinar la visión de lo que pasa.

-¿Qué pasa en el fútbol?

-Pongamos un número: hay diez millones de entrenadores en el mundo. Cada uno no sabe lo que está haciendo el otro en este momento, ni cómo trabaja, ni cómo piensa, ni cómo ensaya. Entonces tenés que interpretar para entender el pensamiento ajeno. La capacidad de sorpresa se ha ido aminorando porque la cantidad de información es muy amplia. Ya no existe la sorpresa táctica. En general, ganan los que se imponen sobre el rival en mayor cantidad de tiempo. El que gana más minutos prevalece en las secuencias del juego. Podés dominar 15 minutos, no convertir, el rival domina diez y convierte dos goles, y después va cambiando, vos tenés que ir a atacar para levantar el resultado, se te reduce el margen de maniobra, tenés que tener más técnica en espacios reducidos… El fútbol tiene una multiplicidad de facetas que muchas veces no son analizadas porque se resuelven con las estadísticas. Argentina fue superior durante 80 minutos en la final contra Francia y en un minuto y medio cambió todo porque jugaba Mbappé. Bueno, eso es el fútbol. Si no hubiese estado Mbappé, la final terminaba 2 a 0.

-¿El fútbol del futuro está en el pasado?

El futuro se construye mirando hacia atrás, en el fútbol y en la vida. Lo que hiciste hace diez minutos ya no lo podés cambiar pero lo que viene, sí. Y lo que construís mirando hacia adelante lo hacés pensando en lo que pasó. Hace ya dos o tres años se juega 4-3-3, como se jugaba en la década del 70. Así Argentina fue campeona del mundo en el 78, como juega ahora el Manchester City. Hay que investigar, tener memoria, para después debatir con argumentos. No es nuevo. Estudiantes de La Plata, en el 68, fue campeón de la Libertadores y después del mundo contra el Manchester United. Jugaba 4-3-3. Entonces Osvaldo Zubeldía, en la distribución en la cancha, jugaba igual que Menotti. Después, cada equipo jugaba a su manera. Son gustos y es la materia prima, las características de los jugadores para hacer lo que te gusta. En el fútbol pocas veces se puede hacer lo que a uno le gusta. Hoy lo pueden hacer los técnicos de las selecciones y de los clubes que pueden contratar a los jugadores, que son muy pocos en el mundo. Los demás tienen que adaptarse a las características de los jugadores que dirigen. Como en la vida, uno no juega como quiere: juega como puede. Es sentido común. ¿Te gustaría ir ahora a tomar un café a la Quinta Avenida en Nueva York? ¿Sí o no? Sí, ¿no? ¿Podés hacerlo ahora? Los futbolistas que tienen más técnica, ingenio y talento son los que valen más caro. Y los compran esos clubes que tienen más dinero.

-“La argentina es una de las cinco mejores ligas del mundo”, dijiste. ¿Incluso con 28 clubes y cambios de reglamentos en plena disputa de los campeonatos?

-La cantidad de equipos me gusta: federaliza el fútbol argentino, sirve para que en las provincias, en el interior, crezca y mejore la infraestructura para que salgan más y mejores jugadores. Muchas veces se dice que en las ligas de Europa o Brasil hay 20 equipos. Claro, pero tienen repartidos los equipos en todo el país, y acá en la Argentina no pasó, porque la inmensa mayoría son de Capital y Gran Buenos Aires. Hay una gran diferencia. Pongamos España: en Madrid hay dos o tres equipos, en Barcelona dos equipos, en País Vasco dos equipos. El fútbol argentino estaba muy centralizado. Que haya gran cantidad de equipos del interior hizo que haya grandes estadios. En Santiago del Estero, en La Rioja, en San Luis, en San Juan. Antes no había. Y esos clubes obligatoriamente tienen que tener inferiores. Entonces mejora la formación. Sé que hay pocos que piensan como yo. Y después, en nivel de juego, hay partidos buenos y regulares. El fútbol argentino tiene un grado de exigencia superior al de otras grandes ligas. En el roce, en los duelos individuales, en carácter, en escenarios con muchos hinchas adversos porque hace bastante tiempo en la Argentina se juega sin visitantes.

-“A San Lorenzo hay que defenderlo todos los días, todo el tiempo y en todos los ámbitos”, dijiste. En Argentina, el gobierno de Javier Milei pretende que los clubes puedan convertirse en sociedades anónimas deportivas.

-Esa frase la decía mi padre, que ya falleció y que fue socio vitalicio de San Lorenzo. El fútbol argentino, siendo los clubes asociaciones civiles sin fines de lucro, es uno de los mejores del mundo, mal no le ha ido, ¿no? Y aparte en la Argentina los clubes tienen un rol social diferente. San Lorenzo, aparte de fútbol, tiene básquet, hockey, tenis, piscina para divertirse en verano, muchos espacios para compartir, para aprender a vivir en comunidad y con salud. El fútbol en Argentina, igual que los clubes de barrio, donde los chicos expanden la alegría, cumple un rol muy amplio que no sucede en otros países porque no tienen ese tipo de obligaciones. No creo que en el Chelsea pase eso, porque en Inglaterra los clubes son diferentes. Compran los clubes para invertir y competir y nada más que eso. Escucho la frase: “Esto es un negocio”. ¿Qué significa “esto”? Hay que preguntarle a quien lo dice qué significa “esto”. Es abstracto, no está claro. El que vende café en Constitución, ¿para qué lo hace? Con fin de lucro, también. Si “esto” hay que explicarlo muchas veces es porque no debe funcionar bien. El fútbol es pasión, es el juego número uno, el que más atrae al gusto popular argentino.

-Como alguien al que le encanta vivir donde vive y ama a su país, ¿cómo ves a la Argentina?

-Soy un optimista natural de la Argentina. Siempre creo que va a salir adelante. Hay una reserva moral, de talento humano, que le ha permitido a través de su historia salir de situaciones complejas y esta no va a ser la excepción, espero que vuelva a suceder lo mismo. Cuando me fui de San Lorenzo a Las Palmas de España recuerdo que leí el Nunca más en el vuelo. Era 1985. Recién volvía la democracia y era joven, no tenía demasiado conocimiento del pasado. Cuando llegué la primera vez como técnico a San Lorenzo, el 5 de junio de 2002, seis meses antes había sido la crisis de 2001, y el país se estaba recomponiendo, se cobraba en pesos y patacones.

-“Pase lo que pase, mañana voy a desayunar en el lugar de siempre. No creo en las presiones. Es todo mentira. Perder no me mueve un pelo: el fútbol no es un drama”, dijiste.

-Vivo de la misma manera que hace 10, 20, 30, 40 años. Con mi mujer, mis hijos, mi familia, mis amigos, mi casa en el barrio y con eso soy feliz. No aspiro a muchas cosas fuera de lo “normal”, esté dirigiendo o no, ganemos un partido o no: hago lo que a mí me gusta, lo que me da placer. Como dijo un entrenador histórico del Liverpool: “En definitiva, el fútbol no es de vida o muerte: es mucho más que eso”. Marca exactamente lo que es el fútbol en la Argentina, lo que representa sociológicamente para nosotros, y que marca la diferencia. Pero hay temas más complejos que perder un partido. Te ponés triste pero al otro día, a laburar.

-¿Por qué para saber de fútbol hay que escuchar a los mozos y a los taxistas?

-Porque están en contacto con una gran cantidad de gente todos los días. ¿De qué hablan? De fútbol, de política, de caballos, del clima que se está volviendo loco. Conocen el pensamiento de la gente. Saben. Aunque ahora un poco más que antes dicen lo que escuchan en los medios de comunicación y en las redes sociales. Se repite mucho. Actúan lo que ven. Quedan pocos, cada vez menos, los que no. Pero me gusta hablar de fútbol, ahí intercambio con cualquiera.