A fines de febrero del año pasado, antes de que el maldito virus detuviera todo, Horacio Zeballos sumó su título número 15 como doblista. Le faltaba uno para alcanzar a Guillermo Vilas, tenista argentino con más títulos en esta modalidad. Fue solo una pausa, una cuestión de tiempo para alcanzar –y superar– el récord que empezó a construir Zeballos en 2010, cuando ganó su primer campeonato. Después del freno por la pandemia, en septiembre de 2020, se coronó en Roma junto con el español Marcel Granollers para igualar a Vilas. Ya acumula 18 torneos. A los 36 años, está en el pico de su carrera: Tokio fue su primera vez en un Juego Olímpico, es el cuarto mejor doblista del circuito, un especialista en la disciplina, acaso el mejor de la historia entre las raquetas nacionales. “No miro números ni récords. Intento mejorar cada vez más y disfrutar el día a día”, dice desde Estados Unidos, donde llegó a cuartos de final del US Open junto con Granollers.

Zurdo como sus ídolos de la infancia Goran Ivanisevic y Thomas Muster, de 188 centímetros de altura y apasionado por el ajedrez, Zeballos integra el top ten de una disciplina subvalorada. «El singles vende más que el dobles –evalúa– porque es más entretenido, tiene puntos más largos, hay mucha más plata y prestigio. Es lógico que se destinen más fondos. Me gustaría que no se desprestigie el dobles porque es una disciplina muy compleja. Es difícil estar ahí arriba». Los números son gráficos: las y los ganadores individuales del US Open embolsan 2,5 millones de dólares; las y los doblistas se llevan 660 mil. 

–¿Cuáles son las claves para competir en duplas? 

–Se necesita disciplina y amor por el deporte. Aplica para ambas modalidades, porque te tiene que gustar. Es como ir al trabajo: cada día tenés que mejorar, buscar la perfección en el juego y entrenar. Y es fundamental ser positivo. Desde el aspecto táctico, ser ofensivo e ir para adelante, sacar fuerte y pegar firme son las principales armas. 

–Jugar acompañado, ¿descomprime? 

–La presión y la responsabilidad son las mismas. Siempre me dediqué a dar todo en cada disciplina. Cuando estaba a full jugando en singles, sentía presiones. Al estar en ambas disciplinas tal vez sí me pasaba que jugaba un poco más suelto en el dobles. Pero ahora, al ser lo único que disputo, siento esa misma presión. 

Zeballos también busca mantenerse alineado con la filosofía que lo llevó a ganar 18 títulos y entrar más de 600 veces a la cancha. Solo se trata de estar mejor. “No miro números ni récords. Intento mejorar cada vez más y disfrutar el día, el juego con mi compañero e intentar viajar con mi familia cuando puedo. Son mis prioridades porque inconscientemente sé que eso me lleva a jugar y rendir mejor”, dice. Ni siquiera haber superado en una instancia a Vilas, marplatense y zurdo como él, lo corre del eje que lo acompaña desde que pisó el circuito en 2004, a los 19 años. “Es un privilegio. Más allá de que no era doblista, fue el mayor jugador de la historia argentina y haberlo alcanzado me llena de orgullo. Y me pone muy contento”, cuenta, sin levantar el perfil. 

–¿Cómo fue estar por primera vez en los Juegos Olímpicos a los 36 años? 

–Fue una experiencia hermosa. Es un claro signo de que nunca es tarde para alcanzar lo que uno se propone. Siempre hay tiempo para empezar o terminar lo que sea. Estar en los Juegos fue uno de mis sueños. Tuve la oportunidad de vivirlo. Obviamente, esperaba mejores resultados, pero dejé todo en la cancha. Fue un regalito el hecho de poder representar a la Argentina después del esfuerzo de tantos años. 

Zeballos volvió a viajar por el mundo desde el año pasado, retomó un ritmo que antes parecía natural y que ahora resulta exótico. “El primero fue difícil. Tenía muchos más miedos que ahora. Pero necesitaba volver a trabajar”, recuerda. Desde entonces, se movió por distintos continentes y restricciones. El viaje que sigue es regresar a Argentina para enfrentar el fin de semana a Belarús en la serie de reclasificación para el Grupo Mundial de la Copa Davis. Será su 11a participación: “Es una semana especial: nos toca jugar en el país, con público y en el Lawn Tenis”