Leonel Maciel atraviesa los días previos a su cuarto Mundial de handball acompañado de Samantha Schweblin, Mariana Enriquez y Antonio Escohotado. Pájaros en la boca, Nuestra parte de noche e Historia general de las drogas son los libros que lee en su kindle antes del comienzo de la competencia en Polonia y Suecia. «Voy mezclando entre novelas y libros teóricos que también me parten la cabeza», dice el deportista de 34 años y 191 centímetros de altura. La lectura es uno de sus múltiples amores, como el fútbol, dibujar y la meditación. Como atajar, que le permitió ser el segundo argentino en ganar la Champions League de handball como jugador del Barcelona en 2022. El otro es Diego Simonet, la figura de los Gladiadores.

–¿Cómo nace el vínculo con la lectura?

–En mi familia nadie practicaba deportes. Yo me repartía entre jugar a la pelota y molestar porque la casa era chiquita o agarrar un libro para quedarme tranquilo. Fue parte de mi infancia. Es un hábito que me encanta. Desde chico empecé con Asterix y Óbelix, después seguí con J.R.R Tolkien, Edgar Allan Poe y cosas que me abrieron mucho la cabeza. Los libros son lugares de abstracción. Suelo llevar dos libros que leo en simultáneo.

Maciel es uno de los 19 deportistas que intentará superar la vara de Egipto 2021, cuando la Selección quedó undécima y coronó su mejor Mundial. En el banco, Guillermo Milano reemplazó a Manolo Cadenas y el equipo también se renovó. «A nivel mundial estamos lejos de los primeros puestos, pero cada paso es importante para el futuro. El primer objetivo es pasar de ronda», cuenta el arquero desde España, la escala previa a los partidos ante Países Bajos (viernes), Noruega (domingo) y Macedonia (martes 17) por la zona F.

–¿Llegar a cuartos de final sería el gran paso?

–Sí, pero es difícil. En caso de pasar, tenés que jugar otros tres partidos de gran exigencia y, de ese nuevo grupo, sólo pasan dos de seis equipos a cuartos. Lo bueno es que el cuco es Noruega, pero tampoco es un equipo super top. Está por encima pero no lo vemos tan afilado como Francia o Dinamarca, rivales en otros mundiales. Macedonia y Países Bajos están a nuestra altura.

–¿Te viste representado con alguna atajada de Emiliano Martinez en Qatar?

–La última con Francia, la de Kolo Muani, es una pelota de handball porque saca la pierna abajo. No es una respuesta común en el fútbol. Fue increíble. Es un reflejo muy de espacio reducidos. A nosotros nos pasa que la velocidad es muy alta, no podemos ir con el cuerpo y las dos manos como si fuera un penal de fútbol. No llegamos. La idea es que el reflejo y la reacción sea lo más rápida posible. Por eso usamos las extremidades de manera diferente: los pies hacia los costados y ocupar los espacios.

¿Cómo es ser arquero de handball, deporte en el que te atacan todo el tiempo?

–Es muy difícil. La pelota va muy fuerte, direccionada y lanzada con la mano. Las expectativas de frenar son bajas, pero es un puesto muy importante porque con dos atajadas se puede cambiar el rumbo de un partido. Hay mucho trabajo de lectura. Se busca analizar al rival porque es lo que da más opciones de parar pelotas. Tiene mucha interacción: en cada ataque y cada defensa prácticamente hay un lanzamiento.

–Practicás budismo. ¿Ayudó en tu carrera?

–Soy un arquero muy mental y el budismo sirve. Pero sobre todo acompaña en la vida cotidiana, donde el deporte es lo más importante que hago. El yoga y la meditación me ayudaron a bajar revoluciones y a disfrutar el momento. El budismo me interesa como pensamiento.

–¿Qué te atrapa?

–La práctica de dejar la mente en blanco. Es casi imposible y aún así genera sensaciones especiales. Se vivencia de otras maneras, como cuando viajamos en tren y miramos por la ventana sin pensar en nada. Recuerdo momentos de soledad de chico que después encontré en esta práctica de aquietar la mente, de concentrarse solo en respirar.

–En tus redes hablás de política. ¿Es importante que el deportista se involucre?

–Es imposible disociar al ser humano de la política. Entiendo que hay momentos y lugares, pero como persona trato de manifestarme porque hay cosas que me interpelan. Tengo una línea y una elección: trato de hacerlo con honestidad y sin ofender. También hay cuestiones que me interpelan como deportista. Por ejemplo, no es lo mismo ser deportista con una Agencia o una Secretaría de Deportes. O con la formación del Enard o el recorte de presupuesto.

–¿Por qué llama la atención?

–Porque a veces hay una intención de mantener al deportista fuera de la política. Que el deportista represente valores vinculados al corazón, al amor por la patria y que se quede ahí, en la superficie, sin implicarse con la realidad. Está bueno comunicar un pensamiento sabiendo que suele haber un lineamiento.

-¿Hay forma de no estar atravesado por lo política en el deporte?

-Mucha gente considera que es apolítica, pero pienso que eso no existe. En realidad, eso expresa algo y se refleja en otras cuestiones. Posicionarse como apolítico es también reproducir un mensaje que, además, está muy instalado. «