El gobierno celebró haber cumplido las metas de déficit primario para 2018 pactadas con el Fondo Monetario Internacional. Y lo hizo con un buen margen por encima de lo previsto: el desequilibrio fue de 2,4% del PBI, tres décimas menos de lo prometido ante el organismo y bastante por debajo del 3,8% con que había terminado el año anterior.

Según el cuadro que presentó el viernes el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el déficit primario (ingresos menos gastos) fue de $ 338.987 millones, un 16,1% menor en términos nominales que el de 2017. La clave fue el diferencial de ocho puntos en la proporción en que creció la recaudación (30,2%) con relación a los gastos (22,4%). Las dos cifras están claramente por debajo del 47,6% de inflación con que cerró el año, lo que grafica con elocuencia de qué manera el gobierno se ajustó el cinturón para cumplir con su objetivo.

«Hemos sido muy disciplinados con el gasto», se jactó Dujovne al anunciar que en términos reales, el total de erogaciones descendió a los niveles de 2012 y que los gastos de funcionamiento (excluyendo las prestaciones sociales) bajaron hasta ser comparables con los de 2009. También se anunció una reducción de la deuda flotante (la que se arrastra de un ejercicio contable a otro) cercana a los $ 10 mil millones.

Para el futuro inmediato, el equipo económico redobló la apuesta: prometió que el rojo desaparecerá en 2019, paso previo a un superávit para 2020. Para lograrlo espera que los recursos crezcan este año un 42%, basados en los derechos de exportación, estimados en $ 440 mil millones. Será un desafío: desde septiembre, cuando se reimplantó ese impuesto para casi todos los bienes (la soja y sus derivados no habían dejado de pagarlos), sólo se recaudaron $ 96 mil millones.

Plata para afuera

Los avances que anunció el titular de Hacienda se vieron opacados por el peso que los intereses de la deuda pública adquirieron en el cuadro general de la administración: se pagaron $ 388.940 millones, con un alza de 72,9% con relación a 2017. Dicho de otra manera, la suba de $ 164 mil millones en ese rubro más que duplicó los $ 65 mil millones en que el gobierno mejoró su resultado primario. Por eso el déficit financiero (primario más intereses) fue de $ 727.927 millones, equivalentes al 5,2% del PBI.

Dujovne recurrió a su proverbial dialéctica para disminuir la importancia de ese número, la verdadera brecha entre entradas y salidas de dinero durante el año. «Los intereses son el resultado de acciones que fueron tomadas en el pasado. Por eso Argentina tiene que pagar una cuenta más alta de lo que hacía la administración anterior», señaló. En su argumentación, el ministro cuenta a su favor con una particular mirada del FMI sobre el panorama fiscal. El organismo es muy riguroso en materia de déficit primario, pero no pone límites para los gastos de intereses de la deuda, lo que (no casualmente) asegura el flujo de fondos hacia los acreedores, sin importar el resultado global para el Estado.

Plata para adentro

Con la planilla de Excel sobre la mesa, el gobierno espera confiado la visita de la misión del FMI que vendrá a mediados de febrero. La mirada oficial sostiene que están cumplidos todos los requisitos exigidos al 31 de diciembre. Los principales son el cumplimiento del déficit primario acordado, la reducción de la deuda flotante, el fortalecimiento de las reservas del Banco Central y la publicación de una estrategia para emitir títulos de deuda a plazos cada vez más largos. Con eso, quedaría despejado el camino para que el organismo abone el 15 de marzo los U$S 10.800 millones correspondientes a un nuevo tramo del préstamo stand by, vitales para evitar sobresaltos en el frente externo antes de las elecciones de octubre. «