El Fondo Monetario Internacional condicionó la reanudación de las negociaciones con Argentina a la presentación de un plan económico integral por parte de las autoridades electas. Como en un movimiento de pinzas, la maniobra fue llevada a cabo por la directora gerente de la entidad, Kristalina Georgieva, y también por Alejandro Werner, el director del Departamento para el Hemisferio Occidental.

La instalación de la necesidad de un plan se produjo casi en simultáneo con el diálogo telefónico entre Georgieva y Alberto Fernández. En la conversación, de acuerdo a la versión de ambas partes, volvió a quedar de manifiesto la diferencia de opiniones sobre la validez del ajuste fiscal como herramienta para salir de la crisis.

“Necesitamos ver un plan concreto, en su integridad. Es muy difícil hablar del gasto del gobierno, de los impuestos, del nivel de deuda, si no se coloca todo junto”, dijo Werner en un reportaje concedido al canal de noticias Bloomberg TV. Y ejemplificó con la deuda pública: “Se ha incrementado mucho y por eso es muy difícil y hay grandes conversaciones sobre el tema. Pero vamos a esperar a ver el plan completo, si en realidad es consistente, si la política fiscal es consistente con los niveles de deuda”.

La nueva tónica en las relaciones luce bastante distinta de la contemplación que tuvo la anterior directora gerente del organismo, Christine Lagarde, cuando recibió el pedido de auxilio de Mauricio Macri en mayo de 2018. En aquella ocasión, Lagarde se allanó al diálogo con estos términos: “Argentina es un valioso miembro del Fondo Monetario Internacional. Espero con interés continuar nuestra colaboración. Se han iniciado discusiones sobre cómo podemos trabajar juntos para fortalecer la economía argentina y llevaremos estas conversaciones a cabo en breve”. Al mismo tiempo, el entonces ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, confirmaba que las reuniones se harían con discreción: “Hasta tanto logremos cerrar el acuerdo, nos hemos comprometido a no hablar de cifras o modalidades”.

Esta vez, en cambio, Georgieva no sólo exigió casi con altavoces un plan económico sino que esbozó sus principales características. “Esperamos ver una fuerte atención a la protección social. Por supuesto, deberá llevar esto (la deuda) a niveles sustentables para poder retornar a los mercados. Por último, pero no menos importante, el gobierno debe ver la manera de vivir dentro de los límites presupuestarios que existen y para eso deben continuar trabajando en ver cuáles son los gastos que no son valiosos para el país. Deben ser más cuidadosos”, dijo en un reportaje a Bloomberg TV.

Las diferencias con la complacencia de Lagarde vuelven a quedar a la vista: en el acuerdo inicial de junio de 2018, el Fondo había tolerado un déficit de 2,7% para ese año y de 1,3% para 2019. Y más tarde aceptó todos los cambios que el gobierno de Macri fue implementando sobre la marcha (dejar el dinero como precautorio y luego cobrarlo, bandas cambiarias y su posterior eliminación, reservas indisponibles). Ahora, Georgieva no se baja del déficit cero.

Juegan las blancas

Como en una partida de ajedrez, el FMI (que interrumpió su programa de asistencia al país luego de haber aportado U$S 44 mil millones, casi el 80% del paquete prometido) se arrogó el derecho de las blancas a jugar primero y ocupar el centro del tablero. Lo hace en el momento en que Fernández y sus equipos técnicos evalúan cómo lograr mejores condiciones en el repago de la deuda, habida cuenta de la concentración de vencimientos del año que viene. Una de las cuestiones a definir es si dará o no un rol privilegiado al Fondo en esa negociación.

En ese sentido, fue significativa la diferencia que se planteó en la conversación entre Fernández y Georgieva, unas horas después de que esta exigiera recortar el gasto público. “Entiendo la relevancia de la viabilidad fiscal, no me tiene que convencer de eso. Pero no podemos hacer más ajustes porque la situación es de una complejidad enorme, el nivel de ajustes en la era de Macri ha sido tremendo”, contestó el presidente electo, según contaron sus voceros.

Por estas horas, la receta de Fernández para reactivar la economía está más cerca de una expansión de dinero, con emisión, créditos y subas de salarios (incluso públicos), que las restricciones al circulante impuestas mientras duró la alianza Macri-Lagarde. Y en su lista de interlocutores para reestructurar la deuda, el FMI está recién al final. «

Lacunza: “Hay reservas para más de cuatro meses”

El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, sostuvo que las reservas internacionales alcanzan a cubrir los pagos a los acreedores “para más de cuatro meses”. El dato permitiría elaborar una estrategia para el tema, ya que “una negociación normal de la deuda no tiene que llevar más de tres meses”.
Las declaraciones formuladas a la radio AM 750 van en la dirección del reperfilamiento de la deuda pública que el propio Lacunza viene propiciando desde que asumió en su cargo, en agosto de este año, en reemplazo del renunciante Nicolás Dujovne. También agregó que el volumen de compromisos del país equivale al 75% del Producto Bruto Interno. “No es impagable”, dijo.
Por otra parte, ante los rumores de que el nuevo gobierno dispondría un aumento generalizado de salarios que incluiría el sector público y las jubilaciones, Lacunza sostuvo que “será importante la prudencia fiscal” que muestren las nuevas autoridades.