La bravata de Sergio Massa no sólo permitió marcarle la cancha al Fondo Monetario Internacional, sino que reveló en qué lugar del campo se está jugando el partido por estos días. En su triple rol de ministro de Economía, candidato a presidente por el oficialismo y estratega en la negociación con el FMI, señaló en un acto en el partido de San Martín que «no vamos a ir a rendirnos al altar del ajuste fiscal». También insistió en que la discusión con el organismo requiere «la convicción de saber cómo se fijan prioridades».

Elípticamente, Massa reconoció que lo que está trabando las conversaciones para reformular el programa de facilidades extendidas es el déficit fiscal. Ese es uno de los tres criterios cuantitativos fijados en el acuerdo cuyo cumplimiento es condición para que el Fondo siga girando divisas, no con el propósito de ayudar a crecer al país sino de asegurarse de cobrar sus propias acreencias. Los desacuerdos son tales que el promocionado viaje de una misión a Washington para cerrar el acuerdo quedó postergado sin fecha.

La reapertura de la discusión sobre el déficit es consecuencia del pacto que en abril selló Massa con Gita Gopinath, subdirectora del Fondo. Allí logró que se aceptara una recomposición integral del programa, vaciado de sentido después de que el derrumbe de la cosecha atribuido a la sequía le costara al país unos U$S 20.000 millones en exportaciones no concretadas. Si la idea del gobierno era aprovechar para pedir fondos frescos y libertad para usarlos en el mercado cambiario, el Fondo contraatacó con un exigente sendero de regreso a las metas originales.

El huevo y la gallina

Como en la figura del huevo y la gallina, los incumplimientos del programa se retroalimentan entre sí. El mayor déficit se cubre con más financiamiento del Banco Central, que en las últimas dos semanas (pago al FMI mediante) aportó al Tesoro alrededor de un billón de pesos, quebrando el límite comprometido para todo 2023. Además, por la sequía, entraron menos dólares, se afectó la recaudación tributaria y se volvió utópico que el BCRA sume reservas.

Un vistazo a los números confirma que la situación fiscal es preocupante. Según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), el déficit primario de los primeros seis meses del año es de $ 2,283 billones. La cifra (algo así como 1,5% del PBI) representa casi el 80% de los $ 2,970 billones programados para todo 2023. El trabajo destaca que lejos de despilfarrar dinero, el gobierno lleva 12 meses seguidos reduciendo el gasto en términos reales (9,8% interanual en la primera mitad de este año).

Aun con ese panorama y con la decisión argentina de postergar hasta fin de mes los vencimientos de julio por casi U$S 2700 millones, la exigencia se mantiene. Según susurran en el Palacio de Hacienda, desde Washington reclaman bajar el rojo fiscal a 1,5% del PBI. Esto significaría, en términos prácticos, déficit cero hasta diciembre. Desde el gobierno, por el contrario, pretenden subir el margen a 2,5% del PBI. Así las cosas, confirmar el 1,9% original parece una buena solución de compromiso.

La carta china

Ante el incumplimiento en las tres metas, el staff técnico se niega a girar más dinero. Por eso el gobierno terminó rascando la olla y hasta usó yuanes del swap con China para cubrir los vencimientos de junio. El recurso es válido aunque tan poco usual que sorprendió al FMI. «El uso de esta moneda está permitido y la Argentina está al día en sus obligaciones», sostuvo su portavoz, Julie Kozack.

La vocera negó también que el representante chino ante la entidad, Zhengxin Zhang, haya elevado una nota al directorio en la que daba cuenta de la autorización al gobierno argentino para usar yuanes en los próximos pagos al FMI. «No existe tal carta», dijo la funcionaria. Con o sin papel por escrito, Massa y su equipo saben que si Estados Unidos no ejerce más presión para flexibilizar la dureza del Fondo (algo que el ministro ya pidió a sus contactos en aquel país), un mayor grado de acercamiento con el gigante asiático podría ser un buen plan B para lograrlo. «

La oposición niega estar boicoteando un acuerdo

Economistas de la oposición rechazaron las acusaciones de Sergio Massa de buscar que fracasen las negociaciones con el FMI. Según el ministro, el dato se lo reveló un funcionario de ese organismo. «Hubo economistas de la oposición que en los últimos días se comunicaron y les decían ‘no les den nada’, ‘exíjanles al máximo’, ‘esto tiene que estallar'».

El incidente, que no fue ratificado por ningún funcionario del Fondo, remite a los consejos que daba públicamente Domingo Cavallo en 1989, cuando colaboraba con el entonces candidato Carlos Menem para desalojar del poder a la UCR.

Uno de los más apuntados fue Luciano Laspina. Para desligarse, el referente económico de Patricia Bullrich dijo que Massa «miente, como mintió con el gasoducto» y recordó que Juntos por el Cambio votó a favor para refrendar el acuerdo con el FMI en el Congreso.

Por su parte, Hernán Lacunza, vinculado a Horacio Rodríguez Larreta, dijo que «culpar a la oposición cuando el humo se disipa» forma parte del «manual K de política económica».