Estoy siendo testigo de la celebración del Sixty Tour, la gira de los 60 años de la banda más grande de todos los tiempos, que debutó un 12 de julio pero de 1962, justamente en la calle por la que voy caminando mientras ordeno estos sentimientos, la Oxford St.

Fue un jueves de un verano caluroso en Inglaterra. Con esta gira, 60 años después y con el duro golpe que vivimos los fans de todo el planeta por la pérdida del irremplazable y amado Charlie Watts, algunos se enojaron y se preguntaron si pese a esto seguían siendo los Rolling Stones. Creo que ahí está una parte clave de los sentimientos, motivaciones y sensaciones de lo que está ocurriendo en el presente. Esas sensaciones que nosotros siempre estamos avizorando como un miedo al eventual final de la banda. Porque el tiempo no espera a nadie y queda a la vista en Keith y en Ronnie. Quizás al extraterrestre de Mick se le note mucho menos debido a su increíble estado atlético y vocal. Pero el tiempo pasa para todos y el final no puede estar muy lejos.

Pero, ¿qué hacer con la ausencia de Charlie Watts? ¿Cómo reaccionar como fan? Hace unos días pensaba, en la almohada: ¿cuántos fans habrán dicho, luego del 3 de julio de 1969, que sin Brian Jones no iba a haber más Rolling Stones? Es que justamente el miembro fundador, el que le puso el nombre a la banda gracias a la canción de Muddy Watters, el que los invitó a hacer los covers de Jimmy Reed, más allá de su presencia nerviosa y de su pérdida de protagonismo dentro de la construcción de la banda, estuvo en el principio y fue una imagen vital para los Rolling Stones. No estaba más Brian Jones y los Rolling Stones siguieron y fueron más grandes.

Entró un chico de 20 años, justamente en Hyde Park, a pocas cuadras de donde estoy, y debutó para 500.000 personas. Era un virtuoso de la guitarra, de la escuela de John Mayall, enamoró a todos con su estilo y por ser parte invaluable de la llamada época dorada, la de discos como Let It Bleed, Sticky Fingers, (La Biblia) Exile On Main St. y el cada vez más valorado Goats Head Soup. Pero este chico no aguantó vivir entre los Rolling Stones y se fue. Muchos dijeron que la banda no iba a volver a sonar como sonaba. Algunos se habrán enojado. ¿Los habrán abandonado? Pero los Rolling Stones siguieron. Y entró Ronnie Wood y siguieron siendo cada vez más grandes.

En 1993 abandonó Bill Wyman, parte del ritmo y de la base inalterable de los Rolling Stones. Un músico de excepción. Una imagen caníbal arriba del escenario. Se fue. Ahí habrán dicho que ya no eran cinco, que ya no se parecían a los Rolling Stones. Pero siguieron siendo la banda más grande del mundo e hicieron giras apoteósicas como la de Voodoo Lounge o como la de Bridges To Babylon.

A los que justamente empezamos ahí, a los que nos sumamos a la historia en la época en que Bill dejaba la banda, nos tocó uno de los golpes más duros: ver llegar a nuestro héroe, a nuestro Charlie Watts, a los 80 años y enterarnos por los diarios o por las redes sociales de que había fallecido. ¿Cómo seguir ahora? Otra vez. Pero ellos siguieron.

Tenemos que darnos cuenta, con las cosas que vivimos en carne propia y con lo que quedó escrito en la historia que lo que manda no son nuestros sentimientos. Mandan los Rolling Stones y van a seguir hasta que los renegados de Dartford digan basta. Son la banda más grande de todos los tiempos, están cumpliendo 60 años y si alguien está llorando en uno de sus conciertos es de alegría, como nos pasó a cada uno de los que estuvimos presentes en esta gira Sixty.

Tuve el inmenso placer de verlos en Madrid, en Liverpool, en Milán, en ambos shows de Hyde Park y cerré la gira personal con un affair en Bruselas. Son los Rolling Stones, la historia no terminó y los estamos esperando en casa una vez más.

* We Love You Fan Club