El pasado jueves en el programa de Fabián Doman, Bien de mañana, realizaron una nota al paso en la línea D de subte a dos referentes de la comunidad originaria Ayllu Mayu Wasi de Villa Martelli. Kantuta Killa y Wari Rimachi, tal sus nombres,  forman parte del Tercer Malón de la Paz, una movilización en reclamo por la situación de los pueblos originarios en la Argentina. Se trata de una nuva iniciativa que une distintas comunidades realizaron en otras oportunidades, marchando por largos kilómetros hasta converger en la Ciudad de Buenos Aires.

La forma en que la movilera Maggie Vigil abordó a la pareja que se encontraban viajando fue agresiva, despectiva y fuertemente segregacionista. El hecho de que estuvieran vestidos a la usanza de su pueblo se convirtió en objeto de burla para la notera primero, y para Doman y algunos de sus panelistas, después. En principio y como se pudo ver en vivo, la cronista comenzó a mofarse del modo de hablar de su entrevistado; no hay lugar para suponer que fue algo que “se le fue de las manos”, ni que se haya producido nada inesperado que justfique el exabrupto. Es más: Vigil nunca escuchó ni le prestó atención a lo que le contestaban. La entrevistada, que además aclaró que era abogada, percibió mejor que a su compañero le estaban tomando el pelo (hay que tener presente que ellos no tenían la posibilidad de escuchar lo que decían desde el estudio de televisión) respondió de manera más firme y áspera, como módico acto de resistencia ante la canchereada porteña de Doman y compañía.

Pero este no es un caso aislado. Desde hace unos cuantos años el periodismo de derecha y referentes políticos del PRO lanzaron un ataque contra pueblos los originarios, sus referentes, sus símbolos y sus manifestaciones públicas. La instancia de emergencia de ese proceso fue la desaparición y muerte en contexto de represión de Santiago Maldonado, aún inesclarecida, ocurrida en 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri y con la actuación de Patricia Bullrich como ministra de seguridad. Desde entonces, se han escuchado y visto estigmatizaciones de todo tipo, desde la reivindicación del 12 de octubre con la consiguiente negación del genocidio español en América y también de la llamada “Campaña del Desierto” y la figura de Julio A. Roca – que tuvo un nuevo episodio recientemente –, entre otras acciones tendientes a construir una falsa idea de unidad nacional a partir de segregar a las comunidades. Comunicadores como Eduardo Feinmann, Jorge Lanata y dirigentes como Patricia Bullrich y Victoria Villarruel son los personajes salientes de esta movida.

En este caso, sin embargo, algo inesperado ocurrió: las redes comenzaron a compartir el fragmento del programa y a condenar la obvia acción de segregación. Incluso personas que están lejos de la reivindicación de estos pueblos reaccionaron ante un evidente acto de injusticia que era imposible de bancar. En su programa nocturno, Ángel de Brito condenó la nota y hasta contó con el destacadísimo comentario de Yanina Latorre.

Este lunes, tras un largo fin de semana de réplicas y condenas múltiples y con escasas o ninguna voz en favor del paso de tragedia, Fabián Doman decidió salir a decir algo. Como suele pasar en muchos de estos casos, la disculpa empeora la situación: un monólogo breve y mal leído depositó sobre las víctimas el peso de los acontecimientos. “Si alguien se sintió incómodo, le pido disculpas” no es pedir disculpas, es lanzar unas palabras que no se sienten ni se piensan realmente para sacarse un problema de encima. Como furcio extremo de su torpe disculpa, Doman afirmó que las personas se sintieron “incómodas e incomunicadas” y citó sin quererlo a Pierre Bourdieu: el problema de los pueblos originarios y de las subalternidades en general es que no tienen voz legitimada en los medios de comunicación y siempre son hablados por otros. Si esos otros, para colmo, exhiben su torpeza sin pudor, como Doman, la discriminación es doble.

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) recibió a Kantuta Killa y Wari Rimachi y abrió un expediente para abordar el caso de discriminación por motivos raciales. En momentos en que dos de los tres candidatos que aspiran a la presidencia piensan cerrar el INADI no está mal tener presente que es el organismo estatal que vela por esta clase de abusos en un país que está lejos de estar libre de racismo. Si bien el fondo de la cuestión no resultó novedoso, dado que los pueblos originarios suelen ser discriminados y calumniados en la prensa de derecha, el episodio en cuestión fue lo suficientemente burdo y torpe como para despertar la condena generalizada y terminar generando lo opuesto a lo buscado: las personas de las que quisieron burlarse resultaron fortalecidas, y pudieron canalizar esa indignación hacia la difusión de sus demandas y valores.