Con crecientes producciones de ficciones pero también de documentales, realities y programación en vivo local y regional, las señales y plataformas internacionales multiplican su participación en las pantallas de la Argentina y de la región. HBO, Turner-TNT y Netflix –que prefieren llamarse empresas globales antes que internacionales– figuran a la cabeza de los proyectos que en los años por venir mostrarán una nueva realidad a nivel televisivo: una especie de neo aldea global, en la que los países son los barrios, y las regiones, sus espacios más concurridos y comerciales.

La tendencia que llegó para quedarse (y crecer, según estiman los protagonistas tanto de la producción como de la creatividad) guarda poca relación con criterios que primaban en otras épocas, como solía ser el de economizar costos. Por el contrario, si se tiene en cuenta que una producción de la calidad de La fragilidad de los cuerpos (TNT-Telefe), El hipnotizador (HBO) o la proyectada Edha (Netflix) no baja de los 200 mil dólares por capítulo. Eso está muy lejos de los 10 millones de la misma moneda que lleva un capítulo de Game of Thrones, pero acerca a la producción local a estándares internacionales, algo que la televisión local difícilmente podría lograr. Por eso la apuesta por la producción original local de las compañías globales responde a cuestiones más relacionadas con las nuevas formas de consumo audiovisual.

«Me parece que es una necesidad de relevancia local. Siempre hay un debate entre lo local y lo global, y creo que a lo que estamos arribando es a un convencimiento de la necesidad de marcas globales que actúan localmente», afirma Mariano Cesar, VP & Channel Manager Latin America para TNT, TNT Series, TNT Sports, TBS, truTV, Much Music, HTV and Glitz. Suena parecido –aunque no igual– a lo que recientemente dijo el director ejecutivo de contenidos de Netflix, Ted Sarandos, en su reciente visita al país. «A los argentinos les encanta el contenido local en Netflix». Y, en el estilo que le gusta cultivar a al denominado gigante mundial del streaming, agregó: «Esta es una de las razones por las que estamos tan entusiasmados de trabajar con los mejores de la industria, como Daniel Burman y Sebastián Mellino, para crear los mejores contenidos locales en todos los géneros» (ver recuadro). Y completó, sin incursionar en el terreno económico, que «nunca antes se vivieron la televisión y el cine con tanta pasión como ahora», y que por eso están orgullosos de «poder invertir constantemente en producciones locales para que sigan elevando la larga tradición artística de historias innovadoras».

En ese sentido, la actriz y guionista Marta Betoldi (Ciega a citas, Socias, entre otras) está convencida de que se trata de «una tendencia absolutamente globalizada», que forma parte de la adaptación que imponen las nuevas formas de consumir televisión. «La gente elige ver lo que quiere en cualquier lugar, entonces podés ver una serie mientras viajás en el subte o cuando estás esperando en el médico; en momentos libres podés ver una ficción en tu propio teléfono».

Todo esto no quiere decir que las iniciativas respondan al amor al arte. La búsqueda del beneficio económico –igual de legítimo que las aspiraciones creativas– tiene otra lógica: antes que temer por los costos de producción actuales, le preocupan los riesgos de perder terreno a futuro. En palabras de Cesar: «El nuevo escenario que plantean las nuevas formas de consumo hace que las marcas tengan que actuar localmente para ser relevantes a futuro. Es lo que nos impulsa a reinventarnos, porque lo que nos convirtió en exitosos hasta ahora no es necesariamente lo que nos va a convertir en exitosos en el futuro».

En sintonía en lo que respecta a la creación, el director Bruno Stagnaro, creador junto con Sebastián Ortega de la reciente y exitosa Un gallo para Esculapio (de la que también fue director y guionista), señala: «El tema de las series más vinculadas a una factura cinematográfica creo que es un fenómeno que se viene dando desde hace un par de años. Tal vez lo impulsa gente está yendo menos al cine y eso hace que muchos de los que antes se dedicaban a esa industria ahora se vuelquen a esta». En ese sentido, Stagnaro también remarca el empeño de la gente de TNT por evitar el español neutro, lo mismo que para garantizar la singularidad de una historia local: «Desde el primer momento ellos pusieron la mirada en tratar de hacerlo bien local para captar una atmósfera singular».

Por eso no es casual que sea TNT –básicamente en sociedad con Telefé–, y por su parte HBO, las marcas que vienen apostando fuerte a las historias locales desde hace unos años.

«Es una tendencia que le da mucha fuerza a nuestra creación audiovisual –dice Betoldi–. Nos permite ponernos a la altura de la producción del resto del mundo y genera la posibilidad de alianzas internacionales que quizás partiendo sólo desde la Argentina serían mucho más difíciles de conseguir». Desde el mismo lugar creativo, Stagnaro coincide: «En la medida en que el cambio de paradigma en el modo de ver tele lleve a las series y películas al on demand y a los canales cada vez más hacia programación en directo, más que competir con las producciones locales supongo que esto va a permitir que la TV de ficción siga existiendo, por un tema de costos y de tiempos de desarrollo».

En ese sentido las compañías que producen contenido reconocen encontrar en la Argentina y la región un talento más que suficiente para que sus marcas penetren en otros mercados. «Presentamos Netflix en América Latina hace seis años y hoy es la región más grande e importante para la plataforma fuera de los Estados Unidos», dijo hace poco a la prensa un entusiasta Sarandos. «La producción brasileña 3% y la mexicana Ingobernable han cautivado audiencias a nivel global, con seguidores en Corea del Sur, Italia, Turquía y Australia», completó.

A diferencia del puñado de certezas que gobernaban el mundo que vio nacer a la TV, allá por mediados del siglo XX, en la actualidad manda la incertidumbre, tendencia que lejos de apaciguarse, crecerá. Por eso tanto Netflix y TNT también apuestan por lo directo, mientras que HBO con Fantasmagorías incursiona en un rubro poco transitado por la televisiva argentina: los cortos de animación de terror fantástico. Estas apuestas heterogéneas y diversificadas suceden, según Cesar para el caso de TNT, porque «todo lo que es en vivo a canales como los nuestros los protege: los Oscar, Grammy, Choice Awards, Critics Award y otros siguen siendo tal día y a tal hora, son imperdibles y nuclean la conversación social». Lo que dice Cesar remite a los orígenes de la televisión, aunque a diferencia de aquel entonces, ahora se hace «con el teléfono en la mano y tuiteando».

Así, parece haber consenso en que la tendencia de producciones local de marcas globales seguirá creciendo, y que eso está lejos de significar el fin de la televisión local. Acaso sea, desde la televisión, el modo que corresponde a una globalización que ya no viene por oleadas, sino que adoptó una forma permanente que no sólo modifica hábitos de consumo, sino también de criterios y formas de producción. «

Algunos de los proyectos más importantes

La marca que más crecerá el año próximo es Netflix, pero eso se debe a que 2018 también será el año de su debut en producciones locales argentinas. También será la que tendrá producciones más diversificadas. Las planificadas son: Go! Vive a tu manera, una novela musical para adolescentes sobre una huérfana que recibe una beca en una prestigiosa academia de baile, creada por Sebastián Mellino; Boca Juniors: La pretemporada, de los creadores de Boca Juniors 3D, documental de cuatro episodios que muestra toda la intimidad del vestuario, los entrenamientos y las familias; Fangio: El hombre que domaba las máquinas, documental en una sola entrega de 75 minutos sobre el mítico piloto argentino; Edha, serie dirigida por Daniel Burman; y seis especiales de comedia con Sebastián Wainraich, Malena Pichot, Lucas Lauriente, Fernando Sanjiao, Luciano Mellera y Agustín Aristarán (Radagast).

Entre 2017 y 2018, HBO programó la siguiente producción local y regional: El Hipnotizador (Uruguay, de Pablo De Santis y Juan Sáenz Valiente); El Jardín de bronce (Argentina, con Joaquín Furriel y Julieta Zylberberg); La vida secreta de las parejas (Brasil, creada por Bruna Lombardi y Kim Riccelli); Sr. Ávila (México, cuarta temporada; la serie recientemente ganó el Emmy Internacional); El Negocio (Brasil, cuarta temporada en 2018); Magnífica 70 (Brasil, tercera temporada en 2018); y Fantasmagorías (nuevos capítulos).

Por su parte, TNT (asociado con Telefe y El Trece) este año tuvo La fragilidad de los cuerpos, Un gallo para Esculapio y aún está en el aire El Maestro (el miércoles 29 de noviembre la serie protagonizada por Julio Chávez e Inés Estévez llega a su final) y se encuentra en tratativas para cerrar nuevas producciones.

TV glocal: ser y parecer. Por Aleja Páez

La expansión de las formas de distribución de la TV genera efectos más allá de la obvia multiplicación de los dispositivos de consumo y alcanza el ámbito de la producción. Antes, la ecuación era simple: de un lado estaban las señales internacionales con sus producciones foráneas y, del otro, los canales locales con su oferta vernácula.

Si bien el liderazgo de las cadenas mundiales posiciona en primer lugar a los contenidos estadounidenses, paradójicamente, la globalización de la TV dio paso a la segmentación por origen de los contenidos. En un contexto de sobreproducción y presupuestos exorbitantes por parte de las cadenas líderes, desde hace más de una década crece la estrategia de la glocalización. Este fenómeno consiste en la generación de productos sobre temas locales con narrativas y cualidades técnicas sofisticadas. En el caso latinoamericano, cadenas como HBO y FOX cuentan con varios años de experiencia en ese ámbito. Mientras que, en la oferta online, Netflix lidera esta estrategia con series oriundas de México, Brasil, Colombia y, próximamente, Argentina.

Se trata de un fenómeno que desafía los estándares de producción regionales, con montajes de calidad hollywoodense, y se vale actores destacados en cada latitud. Pese a la sofisticación, su impacto no deja de ser marginal en las audiencias locales, para quienes todavía parece primar la diferencia entre ser y parecer. «