«Creemos saber cómo somos. Nos parece que conocemos a nuestros seres queridos e incluso a los cercanos. ¿Pero es tan así? ¿Cómo reaccionaríamos nosotros y ellos ante una situación límite?». Guillermo Francella pregunta y se pregunta. Habla de Animal, el thriller psicológico de Armando Bo que protagoniza, y le brillan los ojos. Está orgulloso de la película y de su actuación. Francella recorrió un largo camino y disfruta de uno de sus mejores momentos. Nunca le faltó el éxito. Ni en teatro ni en televisión. Pero en la última década construyó una carrera en el cine a la medida de sus ambiciones. El secreto de sus ojos (2009) lo instaló en las grandes ligas, El Clan (2015) significó otro paso fundamental, y él mismo destaca que Animal le abrió las puertas a nuevas posibilidades expresivas. 

Antonio (Francella) y Susana (Carla Peterson) se despiertan y atienden a sus tres hijos con cariño y dedicación. Entre ellos se dispensan sonrisas y guiños cómplices. Viven en una casa hermosa y a Antonio lo espera un trabajo que los provee de una situación económica holgada. La cámara que los sigue casi flotando y la música clásica que enmarca la escena subrayan una sensación idílica. No durará. Antonio descubrirá que tiene un grave problema de salud que exige un trasplante. Mientras la solución se demora y el deterioro se hace más evidente, decidirá recorrer caminos alternativos que lo llevarán a una ciénaga en la que nadie será lo que parecía. Ni el propio Antonio, ni su familia, ni sus amigos, ni los personajes que se irán sumando para articular la historia. La acuarela social en la que se desarrolla Animal puede resultar ominosa y asfixiante. 

–¿Qué te convenció para participar de Animal cuando todavía era un proyecto? 

–El guión. Lo leí y me atrapó al instante. Cuando uno se encuentra con una buena historia no hay que soltarla. Pero en este caso hubo más. Porque también pasa que varios guiones que tienen buenas historias incluyen alguna escena poco clara o lapsos en los que la tensión se ameseta un poco. Es normal. Por ese tipo de cosas los guiones se van modificando, a veces incluso cuando se está muy próximo o durante la filmación. Pero acá estaba todo perfecto de principio a fin. No permitía ni imaginar tocarle una coma. 

–¿En estas situaciones confirmás que querés ser parte de la película inmediatamente o te tomás un tiempo para pensarlo con más tranquilidad?  

–En este caso fue inmediato. Armando (Bo) me dio el guión, lo leí a la noche, al otro día nos volvimos a encontrar y le confirmé que quería participar de la película. Lo vi todo muy claro. Con Armando ya había trabajado en un comercial, había visto El último Elvis (2012) y también me había gustado mucho su trabajo junto a (Alejandro González) Iñárritu en Biutiful (2010) y Birdman (2014). Por ese lado me sentía muy seguro. Y me atraían mucho las posibilidades que me daba Antonio, un personaje con un recorrido emocional muy interesante que me iba a exigir mucho. Me gusta despojarme de cualquier zona de confort o comodidad. Tomé este personaje como un desafío y me hizo sentir pleno. Es un tipo normal, casi demasiado obediente, que de a poco se va más y más lejos. 

–¿Qué le suma a Animal que la historia se desarrolle en Mar del Plata?

–Es un escenario hermoso para contar una historia. Y más con la mirada de Armando. Mar del Plata es una ciudad que amo. La conozco de niño, cuando mis papás me llevaban de vacaciones. También fue el destino de mi primer viaje con amigos. Incluso me acuerdo de que cuando me compré mi primer auto, un Fitito, a los pocos días encaré por la Ruta 2 y me fui para allá. Me fascinó la decisión de filmar en Mar del Plata y fue muy lindo hacerlo. 

–En la última década desarrollaste una gama muy amplia de registros actorales. 

–Es un trabajo que me fascina. Me parece que los personajes de El secreto de sus ojos, El clan y Animal son muy diferentes entre sí. Desde lo estético, pero también desde lo postural y las formas. Me gusta mucho eso. Lo busco. Es fundamental trabajar con buenos directores que sepan lo que quieren, te incentiven y te enriquezcan. Pero ojo: no desdeño para nada la comedia. De hecho, hace pocos días terminó la filmación de Mi obra maestra, una comedia de Gastón Duprat que hicimos con Luis Brandoni. 

–¿Sentís que el cine es tu lugar en el mundo? 

–Me encanta. Disfruto mucho haciendo cine. Pero lo tomo como parte del camino. No es un destino final. También me encanta el teatro, por eso estoy dirigiendo Perfectos desconocidos y en cualquier momento puedo sumarme a algún otro proyecto que me tenga arriba del escenario. Tampoco me olvido de la tele. Ahora hay series con un tratamiento casi cinematográfico y me atrae más todavía. Es cuestión de dar con un buen guión. 

–Desgraciadamente, hay muy poca ficción en la TV argentina.

–Sí, hay muy poca y me preocupa mucho. Un poco entiendo: una tira brasileña, colombiana o turca debe valer 500 dólares la lata. Y quizás grabar un capítulo de una ficción argentina cuesta dos millones de pesos. No estoy hablando de precios exactos porque no los conozco, trato de hacer una figura. Pero no puede ser que en la Argentina haya dos ficciones por año. Es una locura. Hay muchos actores y técnicos que necesitan trabajo. Es prioritario que se genere más ficción. Por un tema laboral y cultural. Es una industria que necesitamos que esté más activa. 

–¿Qué te preocupa más: Racing o la Selección?

–(Risas) Estoy triste por Racing. Veníamos muy bien y nos quedamos afuera de la Copa Libertadores del año que viene porque en el último partido perdimos de locales. ¡No pudimos ni empatar! Fue una lástima. Pero bueno, hay que tratar de pensar en positivo. Pasamos con solidez la fase de grupos de la Copa Libertadores de este año y vamos a jugar la Sudamericana 2019. Yo siempre trato de ser optimista. Con la Selección también. Acá todos pensamos que somos técnicos y tenemos la posta para todo. Creo que hay que darle un voto de confianza a Sampaoli. Esperemos que el equipo encuentre su mejor forma. «

Un mundo donde todo se compra

Armando Bo cuenta con una historia familiar que lo une al cine –es nieto de Armando e hijo de Víctor–. Pero ante todo tiene un peso específico propio como director y guionista. Entre sus trabajos se encuentra la celebrada El último Elvis (2012) y su asociación –junto a Nicolás Giacobone– con el director mexicano Alejandro González Iñárritu. Bo y Giacobone fueron los guionistas de Biutiful (2010) y Birdman (2014), con la cual ganó un Oscar en la categoría Mejor Guión. Animal expresa una apuesta que lo desvela. 

«Escribimos el guión con Nicolás porque queríamos retratar una historia que mostrara a mucha gente encerrada en sí misma, tratando de salvarse a costa de otros –señala Bo–. Creo que el problema de salud de Antonio dispara cosas que antes no se veían. Vivimos en un mundo donde todo se compra y todo se vende. El resto parece venir después. La película también tiene una mirada irónica. Es un thriller, tiene mucho de drama, pero yo también le veo momentos de comedia negra. Lo interesante es que no todos perciben la película de la misma manera.»

El guionista y director destaca que Francella fue clave en la construcción del film: «Guillermo tiene un talento único. En los últimos años tomó muchos riesgos y en Animal también lo hace. Creo que su actuación ofrece un recorrido muy atractivo y eso es muy valioso para la película.»