La creciente suma de shows en un estadio cerrado prendió las alarmas de quienes siempre observan la aparición de acontecimientos en el mundo de la música. Entonces, lo que en un principio fue un solo concierto se transformó en dos, a la semana en tres y diez días más tarde en cinco, y terminó en seis por problemas de agenda del protagonista. 

Con la serie de Luna Park agotados que comenzó ayer, el violinista neerlandés André Rieu, de raigambre y formación clásica, alcanza el récord de haber vendido un promedio de 400 entradas por día para totalizar 40 mil personas.

A Rieu muchos lo llaman el «Rey del Vals», algo que él no parece molestarle en absoluto. Hablando con Tiempo Argentino desde alguna parte de Europa, a sus 66 años este director, compositor y violinista no se preocupa en absoluto por el qué dirán: “Hubo un solo rey y ese fue Strauss. Él tuvo cinco orquestas, ¿podés creerlo? Los valses son mi música favorita pero en mis conciertos yo intento tocar de todo. Creo que la prensa es la que me dio ese nombre, y no tengo problema. Por supuesto que me siento honrado con lo que hizo”.

La expectativa por escucharlo en esta parte del mundo no parece ser diferente a la de otras geografías. No hace mucho tiempo, en San Pablo, Brasil, Rieu tenía programado sólo un concierto y terminó dando 30. “Recuerdo que fue algo fantástico, y lo mismo pasó en Rumania el último año cuando logramos tocar para 85 mil personas. A cada parte que vamos con la orquesta llevamos nuestro corazón abierto y la gente hace lo mismo. Siempre soné con viajar por el mundo con mi orquesta. Hoy, dirijo la orquesta privada más grande del mundo (NdeR: alrededor de 70 músicos en escena) e implica viajar con más de 70 personas por todos lados. Pero eso no importa cuando vamos a Sudamérica para encontrarnos con nuestros fans. Nos da mucha alegria. Tenemos una serie de vestuarios y escenarios e instrumentos, que algunos van a Argentina, otros al mismo tiempo van a Australia y otros a Europa. Estamos muy contentos de esta vez volver a Buenos Aires”.

–Sus conciertos tienen un gran despliegue estructural, con escenografía particular y lasers. ¿Planeó espectáculos con esos ingredientes para dar a conocer otro tipo de performance para la música clásica?

–Yo quiero darle a la gente algo para que observe. Ponemos mucha energía y tiempo creando vestidos para los músicos y, en el medio, trato de crear algo más que interesante para quienes me escuchan en vivo. La música, las luces, los trajes y las emociones van juntos en el show. «

No tan clásico

Mucho se dijo de André Rieu en términos críticos, sobre todo de parte de puristas del mundo de la música clásica, en relación con el poco apego del músico a las formas establecidas del género. Dice el violinista: “Ellos tienen razón. Creo que no hay una sola manera de hacer música clásica. ¿Por qué a las mujeres que tocan en orquestas en el mundo de la música clásica las visten siempre igual? ¡Y muchas parecen monjas! Definitivamente, si los que manejan las orquestas fuesen más abiertos, seguramente iría más gente a los conciertos”.