Si el secreto de la inmortalidad reside tímidamente en el recuerdo que unos pocos tengan de nosotros, Mc Coy Tyner, el inmenso pianista de jazz que murió el 6 de marzo a los 81 años, nos lleva mucha ventaja en ese asunto.  

Puede ser que la vida sea una resistencia inútil, como dicen, pero hay algunos que resisten aún después de haberse ido. Tal vez es el artista el que cambia esa ecuación, quizás, cambiar esa ecuación es uno de los esquivos motivos del arte.
La marca dejada por Tyner es indiscutible. Su estilo, único, surge como un recurso simbiótico que ayudaría a determinar también el sonido del cuarteto clásico de John Coltrane. Su respuesta a la intensidad propuesta por el resto del grupo fue finalmente su propia característica. Una dirección menos lineal en sus solos lo ayudaron a mantener intenso su discurso sin dañar el lirismo que aparece generalmente en las baladas, donde se trasparenta la influencia primigenia de Bud Powell, también como él, nacido en Filadelfia, Pensilvania.

Tyner nació el 11 de diciembre de 1938. Comenzó a estudiar piano a la edad de 13 años y rápidamente la música se convirtió en el centro de su vida. En esa época a Filadelfia le sobraban músicos. Un muy joven Jimmy Smith, el trompetista Lee Morgan, el pianista Red Garland (quien también tocaría con Coltrane), Kenny Barron y Richie Powell, quien vivía a la vuelta de la casa de McCoy y era hermano, Bud Powell.

Con el cuarteto clásico de Coltrane (Coltrane en saxos tenor y soprano, Jimmy Garrison en contrabajo y Elvin Jones en batería), realizó conciertos casi sin interrupciones entre 1961 y 1965, y grabó una serie de álbumes clásicos para el sello neoyorquino Impulse, entre los que se destacan Live at the Village Vanguard, Ballads, Live at Birdland, Crescent y The

John Coltrane Quartet Plays, por nombrar algunos.
Aunque tal vez sea A Love Supreme, una suit dividida en cuatro movimientos y registrada a finales de 1964, la obra más perdurable del conjunto y también una de las más difundidas. Antes del final de la década se habían vendido cerca de medio de millón de copias del disco, una cifra extraordinaria para un álbum de jazz de la época. Al mismo tiempo grabó una serie de importantes álbumes como líder (principalmente en la formato de trío), comenzando con Inception (1962), que lo muestra como compositor. 

Tras dejar el grupo de Coltrane ante la imposibilidad de escucharse a sí mismo, según contaría años más tarde (al cuarteto se había agregado un segundo baterista, Rashied Ali), comenzó una serie de álbumes editados en el sello Blue Note Records: The Real McCoy (1967), Tender Moments (1967), Expansions (1968) y Extensions (1970). Poco después y para el sello Milestone, grabó Sahara (1972), Enligthenment (1973) y Fly With The Wind (1976), que incluía al flautista Hubert Laws, el baterista Billy Cobham y una orquesta de cuerdas.

En los años ’80 y durante los ’90 tocó en trío con Avery Sharpe en contrabajo y Aaron Scott en batería. También grabó tres discos para el sello Blue Note, comenzando con Revelations (1988) y terminando con Soliloquy (1991).A lo largo de su extensa carrera ganó cinco Grammy, el Heroes Award del Philadelphia Chapter de la Academia de la Grabación y también se le otorgó la llave de su ciudad natal.

En 2002, fue galardonado con el National Endowment for the Arts Jazz Master, el más grande reconocimiento que puede recibir un músico de jazz. En esa ocasión, McCoy Tyner dijo: “Para mí, la música y la vida son lo mismo. A medida que aprendo más sobre la música, descubro más sobre mí mismo”.

Un pequeño texto de la familia comunicaba su desaparición: “McCoy fue un músico inspirado que dedicó su vida a su arte, su familia y su espiritualidad”. Con su partida desaparece el último miembro vivo del mítico cuarteto de John Coltrane. 

Ha muerto un artista que con su música decía lo que “Los últimos poetas” y “Amiri Baraka” decían en sus poesías. Uno de los últimos de una generación que determinó la forma de hacer jazz en tiempos revueltos. Unos de los que ayudó a restituir el sentimiento de orgullo de la comunidad negra.

Tal vez la vida, después de todo, no sea una resistencia inútil.

* Saxofonista, compositor y docente.